La Vía Láctea y Andrómeda ya colisionan: la ciencia encontró pruebas

Claudia Alemañy Castilla
Juventud Técnica
Published in
2 min readNov 5, 2020
(Foto tomada de https://www.20minutos.es/)

Hasta hace poco tiempo, las hipótesis científicas indicaban que el inicio de la fusión entre la Vía Láctea y Andrómeda tendría lugar dentro de cuatro mil 500 millones años. Sin embargo, un estudio recientemente publicado en The Astrophysical Journal revierte esta idea.

Investigadores de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) examinaron la luz de 43 cuásares, núcleos brillantes de galaxias activas y que se alimentan por agujeros negros, los cuales se ubican mucho más allá del halo o envoltura gaseosa de Andrómeda.

Los expertos se valieron de un programa denominado Proyecto AMIGA (Mapa de Absorción de Gas Ionizado en Andrómeda, en su traducción al español) para apreciar cómo la luz proveniente de esas estructuras quedaba absorbida en el halo y cómo este proceso cambia de acuerdo a las diferentes regiones de la galaxia vecina.

Mediante la investigación, en la cual intervino el telescopio espacial Hubble, los astrónomos pudieron calcular que el halo se extiende a un millón 300 años luz de la galaxia. Esto representa, aproximadamente, la mitad de la Vía Láctea. A su vez, se expande a dos millones de años luz en otras direcciones.

Ante estas cifras, concluyeron que el halo de Andrómeda ya choca con el de la galaxia donde se alberga el Sistema Solar. Esta colisión es propiciada por la atracción gravitacional y también por la materia oscura invisible que las rodea.

Aunque las conjeturas sobre la fusión de ambas galaxias ha sido analizada varias veces por los expertos a través del tiempo, ellos no contaban con poder monitorizar el proceso desde sus primeras fases. El encuentro entre Andrómeda y la Vía Láctea dará como resultado la formación de una gigantesca estructura, también con forma elíptica.

El actual estudio también ha permitido que la comunidad académica tenga nuevas pistas sobre los halos gaseosos que envuelven a las galaxias. Samantha Berek, una de los miembros del equipo, puntualizó a los medios de prensa la importancia de estas indagaciones.

“Estas estructuras contienen combustible para la futura formación de estrellas dentro de las galaxias, así como eventos como las supernovas. Además, en ellos se pueden encontrar pistas sobre la evolución pasada y futura. Son tan grandes y están tan expandidas en los extremos que, aunque choquen entre sí, los planetas y los sistemas solares no tienden a colisionar”.

Otro interesante detalle arrojado por la publicación científica es que la colisión no se producirá de forma frontal como proyectaban análisis similares, sino de de manera transversal.

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