Rusos en Venezuela: una historia en tres tiempos

Vicente Quintero
22 min readApr 27, 2019

Sí, desde hace poco más de una década la cooperación entre la Federación Rusa y Venezuela se ha profundizado, mas no ha empezado de cero. Ya en el siglo XX, el Estado Venezolano tenía relaciones con Rusia, pero muy limitadas; no más allá del sector petrolero. Para muchos eslavos, la Venezuela del siglo XX fue una oportunidad de oro: los más afortunados hicieron buenos contactos en la clase alta venezolana y hoy forman parte de las élites locales, principalmente en ciudades como Valencia y Caracas. No todos, por supuesto, corrieron con la misma suerte; algunos no triunfaron en el país y luego emigraron a Canadá y Estados Unidos — y después de todo, una gran parte de los rusos que llegaron a Venezuela provenían de China, como los Yakimov — .

Iglesia ortodoxa en el sector Altavista del distrito Catia, Caracas. Hasta hace pocos años, seguía operativa.

Siglo XIX

Rusia no era ajena a los próceres venezolanos. Francisco de Miranda, considerado por algunos el venezolano más universal, estuvo de paso por Rusia, en donde todavía existe la propiedad que habitó Miranda. Los contactos de Miranda en Rusia comenzaron en Croacia (específicamente Dalmacia), en donde sus amistades y conocidos lo recomendaron al vicecónsul del del Imperio Ruso, Stepan Yampolskiy.

Los historiadores todavía no llegan a un consenso que explique el interés de Miranda en la cultura e historia del pueblo ruso. Todavía los historiadores manejan diversas hipótesis, no solo en Venezuela, sino también en la Federación Rusa. En líneas generales, estos son algunos de los factores que se deben tomar en cuenta para comprender la relación de Miranda con el pueblo ruso: la situación geopolítica internacional; el enfrentamiento entre España y Rusia: la presencia de factorías rusas a lo largo de toda la costa del pacífico, desde Alaska hasta San Francisco; la profesionalización militar; el refinamiento de su cultura, la creación de una red de contactos; la posibilidad de obtener apoyo financiero y político para lograr sus planes; etcétera.

Francisco de Miranda anotó en su diario, el 29 de marzo de 1787: “por el camino [Shuvalov] me persuadía de que no volviese a mi tierra y que me quedase a vivir con él en Petersburgo, que me arreglaría muy buen alojamiento en su propia casa, etc., etc. Yo le di mil gracias por su buen deseo y cariño […]. Mamonov […] dijo que la Emperatriz le había encargado me significase quería que yo me quedase con ellos. Pues temía que en mi país no me tratasen bien, etc. Yo le respondí que nadie seguramente amaba más a la Emperatriz que yo, ni era más sensible a su real bondad, mas que me hallaba en tales circunstancias en el día, que hacían las cosas casi imposible. Que finalmente yo se lo comunicaría bajo inviolable secreto, para que informase a Su Majestad y que haría lo que a ella le pareciese justo”

En 1845, se intentó firmar el primer Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre el Imperio Ruso y la joven República de Venezuela, ya separada institucionalmente de Colombia. Sin embargo, esto no prosperó, debido a que las negociaciones tomaron mucho tiempo y las inseguridades de la administración venezolana les impedían tomar una rápida decisión— el Ejecutivo venezolano criticó algunas estipulaciones del proyecto presentado por Fortique, aunque finalmente las aceptó, después de largos meses — ; el diplomático ruso no llegó a tiempo a la ciudad de Londres, en donde había sido citado el venezolano Don Alejo Fortique. Cuando por fin llegó el diplomático ruso, Fortique se había marchado.

Lamentablemente, los diarios de las travesías de los exploradores rusos en la América Latina del siglo XIX no han causado gran interés en la comunidad de académicos, como bien cuenta Leonid Shur (1977). Mientras que los diarios de los viajeros europeos occidentales como Humboldt, Bonpland, Graham, Spix & Martius, Eschwege y muchos más, han sido utilizados como fuentes de estudio en áreas como la geografía, la historia y la etnología, los diarios de viajeros rusos fueron, por mucho tiempo, relegados como objeto de estudio por los historiadores. Los diarios de algunos exploradores rusos, como Fyodor Matiushkin, no han sido difundidos.

Además de los conceptos América Española, América Inglesa, América Portuguesa, América Holandesa y América Francesa, en la historiografía también existe el de América Rusa. La América Rusa comprendió dos puertos de Hawaii y parte de los actuales Estados de California y Alaska, en los Estados Unidos. La capital rusoamericana fue Novo-Archangelsk (Arkhangelsk), hoy conocida como Sitka. El contacto entre la América Latina y Rusia, durante los siglos XVIII y XIX, fue facilitado por la existencia de colonias rusas en la América del Norte y las actividades de la Compañía Ruso-Americana. No obstante, aún cuando en 1884 el historiador estadounidense Bancroft fue pionero en el estudio de los diarios de los viajeros rusos en América, son todavía escasas las investigaciones realizadas.

Exploradores rusos en América, 1817.

No se sabe entonces, hasta qué punto llegaron los rusos a conocer la América Latina en el siglo XIX. Se cree, aunque no sabe con total precisión, que la presencia de estos fue esporádica y muy limitada. Y recordemos que la Tríada Económica más importante en el desarrollo comercial de Venezuela durante el siglo XIX y principios del siglo XX estuvo formada por Alemania, Inglaterra y los Estados Unidos, de quienes vino la industrialización pionera. Hasta el gobierno de Juan Vicente Gómez, cuando finalmente fueron superados por los estadounidenses, los alemanes prácticamente monopolizaron las concesiones de los gobiernos venezolanos, junto a los ingleses. Pero los alemanes se adaptaron mejor que estos últimos a la sociedad venezolana, y a través de los lazos matrimoniales con las godarrías locales, consolidaron mejor sus intereses en el país caribeño. En este contexto, los rusos no figuraron.

Gladys Katerina Ivanoff Peña, Miss Distrito Federal en el Miss Venezuela de 1994. Fue elegida Primera Finalista y recibió la distinción “Ojos más hermosos del concurso”. La ruso-venezolana también participó en concursos de belleza en Moscú, Rusia.

Y existe una vieja leyenda urbana, aparentemente sin fundamento, que vincula a Juan Vicente Gómez con la madre de Stalin. Supuestamente, Gómez estuvo con ella en Cúcuta (Colombia), nueve meses antes del nacimiento del líder georgiano, cuando esta trabajaba en el sector entretenimiento. Si esto fuera cierto, entonces sería posible que José Vicente Rangel y Stalin estuvieran emparentados, ya que algunos expertos en genealogía venezolana lo asocian al presidente Gómez — es decir, podrían ser hemanos — . ¡Quién sabe! Aunque uno, particularmente, lo duda. No suenan muy creíbles estas leyendas urbanas.

Siglo XX

Milka Chulina, Miss Venezuela. Entre los años 1978 y 1999, Chulina obtuvo el puntaje más alto en el certamen Miss Universo. Lamentablemente, no ganó.

El distrito de Catia, puerta de entrada a Caracas, ha acogido a la comunidad rusa en Venezuela desde el siglo XX. A muchos caraqueños les sorprende, puesto que consideran, con base en prejuicios y estereotipos, que Catia es una zona “inhóspita” para los extranjeros o sus descendientes; ignorando las ventajas de este sector. Y lo cierto es que, si bien el sector, de vocación obrera, se ha deteriorado en las últimas décadas, todavía tiene mucho potencial y grandes atractivos.

Francisco Marie Pierre Beufrand Koslowski vino al mundo en un lugar bastante apartado del jolgorio y los grandes boatos: en un campo petrolero de Maracaibo. (…) su padre, “un francés organizado, metódico y vinculado a los negocios”, y su madre Nadia Koslowsky, “una rusa que venía escapando de la guerra, se trasladaron a la urbanización La Floresta de Caracas y la infancia de Francisco iba a transcurrir en un triángulo tan exótico como el de las Bermudas, con ejes en Maracaibo, Caracas y New York, donde tenían apartamento. – Simón Villamizar, Revista Exceso, 2001

Catia es prácticamente una ciudad dentro de una ciudad, si vemos su población — hay ciudades con menor población que Catia — . Son muchos los habitantes de Catia que hacen su vida exclusivamente en las fronteras del distrito y sus urbanizaciones; viven, trabajan y pasean en Catia, saliendo rara vez a otras zonas de la ciudad. Aunque la mayoría de los rusos de Catia se mudaron a urbanizaciones del Este Caraqueño, todavía quedan algunas decenas de rusos originarios, acompañados por los recientes inmigrantes en las épocas de Chávez y Maduro.

Milka Chulina, Miss Venezuela de origen hebreo (judío) y eslavo.

En las primeras décadas del siglo XX, la presencia de rusos en Venezuela fue esporádica, pero aún así muy significativa. En la Venezuela gomecista los ideales del positivismo estaban en auge: la Idea de civilización, el determinismo geográfico, la necesidad de europeizar al país, lo europeo como sinónimo de cultura y progreso, el determinismo étnico-racial, la jerarquía social y racial, entre otros. En un país azotado por las enfermedades y con niveles de alfabetismo realmente bajos — muy pocos venezolanos sabían leer y escribir; menos todavía eran los que tenían formación universitaria — , era necesario fomentar la inmigración europea, preferible a la inmigración amarilla y african bajo los estándares gomecistas. Fue en este contexto que se propuso traer inmigrantes cosacos a Venezuela, aunque el proyecto fracasó.

“Los cosacos son gentes blancas –continúa la misiva de Barceló–; pero están acostumbrados a la dura vida de los llanos que en Rusia llaman estepas y a las faenas de cría. Montados en sus caballitos medio cerreros, han sido siempre la vanguardia del ejército ruso y aun cuando al parecer desordenados, se han distinguido por una ciega obediencia al superior y su adhesión al Gobierno” — José Gregorio Meza, 2014

Uno de los rusos más emblemáticos en las primeras décadas del siglo XX fue Nikolay Ferdinandov, colega y maestro del pintor Armando Reverón. Antes de llegar a Venezuela, Ferdinandov cursó estudios de arquitectura y decoración en las universidades de Moscú y San Petersburgo. Su enseñanza en los círculos de arte en Venezuela no se limitó al campo investigativo de la pintura, sino que se extendió a filosofía; Ferdinandov propuso al artista como hombre de acción capaz de bastarse a sí mismo y de separarse de la civilización.

Las principales influencias de Ferdinandov fueron: el simbolismo ruso y el art nouveau. Fue pionero en el país por haberle conferido vehementemente calidad plástica al soporte, huella que dejó en su discípulo Reverón. La mayoría de sus obras se extraviaron y nadie sabe dónde se encuentran; apenas 40 de sus pinturas se conservan en las bóvedas de la Galería de Arte Nacional de Caracas, casi todas realizadas al guache sobre cartulina.

Revista Exceso (1993): “Ahora lo rotulan con el gentilicio venezolano, ¿pero lo es? Si bien nació en Caracas, [Meyer Vaisman] es hijo de rusos judíos y vive a plenitud en New York, de donde, por lo demás, brinca con frecuencia a Europa.

Según la comunidad rusa venezolana, Ferdinandov llegó a Caracas en 1917 — huyendo de la Primera Guerra Mundial — , acompañado del pintor rumano de origen judío, Samuel Mutzner. El ruso era empleado de un marinero de un buque griego, comunidad que, según las crónicas, había llegado a Venezuela en el siglo XIX (el enigmático caso de Juan “El Griego” en la isla de Margarita). Los primeros testimonios de presencia rusa en Venezuela se encuentran después de la Primera Guerra Mundial, contemporáneos con Ferdinandov. Nicolás se casó con la venezolana Soledad González.

Desde su llegada a Venezuela, la presencia de Ferdinandov fue notable en Caracas, principalmente debido a la influencia que este tuvo en los pintores Armando Reverón y Rafael Monasterios – con quien viajó a Margarita luego de conocerlo en 1919 – . El tratamiento del paisaje, que queda subordinado a una tonalidad azul inspirada en fondos marinos, fue parte de su rico legado al Círculo de Bellas Artes en Caracas, del cual salieron algunos de los más reconocidos pintores de Venezuela. Se considera que el período azul de Reverón tuvo la influencia del ruso Ferdinandov.

Después de vivir unos años en Caracas, Ferdinandov se traslada a Curazao, junto a su esposa venezolana Soledad González. La comunidad rusa venezolana cuenta que a Ferdinandov no le quedo otra opción que dejar Venezuela, puesto que algunos hombres poderosos de la administración de Gómez se habían enamorado de su esposa. En 1925, poco después de su partida, fallece a raíz de la tuberculosis. La construcción de un gran submarino, el sueño de Ferdinandov, no se materializó.

Durante la década del cincuenta numerosas familias rusas y eslavas se asientan en Chacao, Los Palos Grandes y Sebucán. En esta última se construye el Templo San Nicolás próximo a los Dos Caminos y la Avenida Rómulo Gallegos, 1ra Transversal de la Avenida Sucre. Construida en 1954 con fondos provenientes de Estados Unidos (ROCOR) con cúpulas típicas en forma de cebolla verde enarbolando la cruz ortodoxa dorada triunfante a la media luna. — Fernando Rivas y Cruz Gruber, 2014, Iglesias y Comunidades Ortodoxas en Venezuela y su tradición Iconográfica

Nikolay Ferdinandov (Nicolás Ferdinandov), Amanecer en el Cementerio de Los Hijos de Dios, 1919. Colección de la Galería de Arte Nacional de Caracas. Guache sobre papel. 69 x 54,5 cm.

Mariano Picón Salas, sobre Reverón: “Sobre estos temas y sobre su inquietante vocación espiritualista [Reverón] parece haber conversado mucho con ese curioso y alucinante decorador ruso Nicolás Ferdinandov, quien apareció en Caracas por 1920 y en cuyo taller, decorado con viejos iconos y con motivos submarinos — taller que parecía el santuario de una esotérica religión — Reverón aprendió a tomar el té a la manera eslava, a pronunciar algunas palabras rusas y a discutir y buscar a Dios como un personaje de Fedor Dostoyevski. De este momento de su existencia algo penetró en su arte, en ciertas figuras que están tratadas con la técnica de un mosaico bizantino, sumidas en un misterioso fondo lumínico, pretendiendo una vaga simbología como en aquel cuadro titulado Las hijas del Sol, propiedad de Carlos Eduardo Frías.”

Unas décadas después, en tiempos de los López Contreras, Medina Angarita, Betancourt y Pérez Jiménez, llegarían a Venezuela las grandes oleadas de inmigrantes eslavos: rusos, ucranianos, polacos y otras nacionalidades. “Me cuenta mi padre que era de noche cuando llegaron, la costa resplandecía con numerosas luces. Pareciera que hubieran llegado a una gran ciudad portuaria iluminada por las diferentes edificaciones”, relata Jorge Svistunov, descendiente de una familia de rusos-croatas que llegaron a Venezuela en mayo de 1947, en el barco ‘USS General S.D. Sturgis’.

En la mejor época de Catia, en la década del 60, unas 300 familias de origen ruso estaban asentadas en Altavista, pero hoy no son más de diez o veinte, sin sumar las nuevas olas de inmigrantes en los años recientes. La mayoría se fue a Estados Unidos, Canadá o a otras zonas de Caracas. Después de todo, muchos de estos rusos habían llegado desde China, y Venezuela fue un punto de tránsito de algunos. Unos se quedaron para siempre en Venezuela y otros se fueron después.

Los rusos que llegaron a Venezuela en este período se establecieron en las distintas urbanizaciones y sectores de Catia: Altavista, los Magallanes, Lídice y otros; Sarría; Petare, El Marqués y Los Chorros; etcétera. En Catia, núcleo central de la comunidad rusa caraqueña, se construyeron tres iglesias ortodoxas, todas clausuradas desde hace una década. Para la comunidad rusa, el nombre Catia es muy especial porque también es un nombre ruso — una leyenda urbana dice que el nombre Catia se debe a los rusos, si bien está demostrado que tiene su origen en los pueblos indígenas — . Hoy en día, la comunidad se encuentra mejor distribuida a lo largo y ancho de Caracas, en los siguientes sectores y urbanizaciones: Los Dos Caminos — en donde existe la principal iglesia ortodoxa de la ciudad — , La Florida, Altamira, El 23 de enero, Los Palos Grandes, Las Mercedes, El Rosal, Sabana Grande, Catia, Guatire, Guarenas, Alta Florida, Caracas Country Club, El Hatillo, Bello Monte, Santa Mónica, Campo Alegre, Monte Alto y El Hatillo.

Los Zagicko murieron y el apellido desapareció, los Goncharow se fueron a Estados Unidos, los Plotnikoff se mudaron, Nicolás Broks se mató en un accidente en la autopista de Guarenas, el padre Alexander, que oficiaba misa en una de las dos iglesias ortodoxas, falleció en 2008. La suerte de los descendientes de los primeros rusos que poblaron Altavista, parte alta de Catia, ha sido diversa aunque semejante en un aspecto: muy pocos quedan hoy allí”. — José Gregorio Meza

La contribución de los rusos en Venezuela fue notable en las humanidades, las ciencias, y especialmente, en el ballet venezolano, que tuvo su influencia rusa. Es todavía recordada la bailarina Lila Nikolska, quien fue profesora de la Escuela Nacional de Ballet, bajo la dirección de Nena Coronil. Nacida en Vladivostok (Rusia — 1904), Nikolska dejó la ciudad de Praga (República Checa) después de la ocupación soviética de Checoslovaquia (hoy Eslovaquia y República Checa), en 1945. La rusa consiguió trabajo en Caracas y se vino a vivir, con su madre, a Venezuela. Desafortunadamente, Nikolska murió en el año 1955, cuando apenas tenía 51 años. Su legado artístico sigue siendo recordado en Rusia, Ucrania, República Checa, Hungría y Venezuela.

En el interior del país, las bailarinas rusas también dejaron una huella. El caso más relevante es el de Nina Nikanorova, nacida en Tver, Rusia, el día 28 de diciembre de 1923 y fallecida el día 23 de diciembre de 2013 en Miami, Estados Unidos. Nikanorova, nacionalizada venezolana en el año 1963, fundó el 15 de septiembre de 1948 la Escuela de Ballet Clásico Nina Nikanorova, que formó importantes bailarines venezolanos. Asimismo, también en Venezuela resaltó la labor de la ucraniana Irene Ivanovna Chajova de Levandowsky, alumna de Tamara Karsavina, que fundó varias academias de ballet clásico en el Estado Zulia.

La primera profesora en llegar a Venezuela fue Gally de Mamay, formada en los Ballets Rusos de Serge Diaghilev, en 1930. A ella le siguieron Basil Iston Dimitri en 1934 (hijo de rusos y formado en Estados Unidos con los maestros Ruth Saint-Denis y Von Laban) y Steffy Sthäl de Austria en 1936 – Sansha de Venezuela

En la era demócratica (1958–1998), existieron muy pocos acuerdos entre la Unión Soviética y Venezuela. Según el Banco de Comercio Exterior de México, Venezuela fue entre 1961 y 1983 uno de los países que firmó menos acuerdos con los soviéticos, a diferencia de otros países de la region como Argentina, Perú y México. Durante el siglo XX, Venezuela fue uno de los grandes aliados estratégicos de los Estados Unidos de América.

Desde los años ochenta, Venezuela ha establecido relaciones comerciales con la Unión Soviética, principalmente enfocados al sector petrolero; con el fin de posicionar el petróleo venezolano en Europa. A finales de los años ochenta, varios países y compañías transnacionales manifestaron su voluntad de invertir recursos para el desarrollo de la orimulsión en el país, entre ellos la Unión Soviética y Japón. Y fue en el marco de estos convenios, que también arribaron a Venezuela algunas de las últimas olas de inmigrantes rusos, como los Demidov.

“Muchos de los inmigrantes que llegaron, debido a las malas condiciones de vida que afrontaron, decidieron irse luego. Hubo quienes se fueron a Estados Unidos y Canadá”, contó en Caracas en retrospectiva II, un grupo de Facebook, una descendiente de emigrantes llegados en esa época, nieta de ucraniana y ruso. “En Altavista mi abuela construyó ella misma, puso cada bloque, su propia casa. Decía que la idea era que solo vinieran familias o parejas casadas con hijos en camino. Al venir les iban a otorgar tierras a crédito para ser pagadas con el fruto de las cosechas pero lamentablemente solo un pequeño grupo recibió ese beneficio y los demás quedaron a su suerte”. — Russia Beyond The Headlines, José Gregorio Meza, 2013

Siglo XXI

El presidente destituye a todos los cargos de museos, galerías, editoriales y orquestas — Ludmila Vinogradoff, El País, 2001

La llegada de Hugo Chávez significó, en cierta medida, un antes y un después en Venezuela. Ya desde el año 1999, Chávez había anunciado sus intenciones de acercarse a China y rechazó a que consideraba “el mundo unipolar” dominado por Estados Unidos. Por lo menos en lo geopolítico, el chavecismo mostró desde un principio cuál iba a ser su orientación como movimiento. La comunidad intelectual venezolana sabía muy bien lo que venía, y muy pronto, inspirados en los postulados de Antonio Gramsci, los chavecistas iniciarían su “revolución cultural”, en donde una de las más afectadas fue Sofía Ímber, fundadora del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, alguna vez el mejor y más completo múseo de América Latina.

“No creemos en los postulados neoliberales de Occidente, devastadores para el Tercer Mundo. Nos quieren hacer copiar modelos económicos que han conducido a la pobreza a millones de seres humanos” — Hugo Chávez, en 1999

Para los rusos, estos cambios no fueron fáciles, si bien muchos lograron adaptarse. Después de todo, ellos habían conocido otra Venezuela y se quedaron a vivir en un país que, desde el año 1999, había comenzado a desaparecer: unos lo apoyaron y otros no. La llegada de Chávez vino acompañada, al mismo tiempo, de la emigración y la inmigración de rusos — los rusos que adversan el comunismo no se sintieron a gusto — . Aún así, en términos nominales, la comunidad rusa en Venezuela se mantuvo en su tradicional rango de 5000–6000 habitantes. De hecho, han llegado nuevos inmigrantes rusos a la Venezuela chavecista-madurista. Los rusos trabajan en empresas transnacionales como Rosneft y Gazprom; tienen sus propios negocios; son profesores universitarios o investigadores independientes; han contribuido con el desarrollo de las ciencias en Venezuela (en el IVIC, por ejemplo); desarrollan emprendimientos turísticos; brindan asesoría militar a la administración oficial venezolana, etcétera.

Vera Demidova, directora del Comité de Compatriotas Rusos en Venezuela, marzo 2019: Los rusos no se van de Venezuela, a pesar de las dificultades

Esperanzados por el fortalecimiento de los lazos económicos, políticos y culturales entre Caracas y Moscú – en 2005 Venezuela suspendió el convenio de cooperación estratégico-militar con Estados Unidos y se acercó a la Federación Rusa – , la comunidad rusa venezolana tuvo grandes expectativas en estas últimas dos décadas. Sin embargo, muchas de las promesas no fueron cumplidas. En el año 2008, el presidente Chávez “propuso elaborar una estrategia para construir una verdadera catedral, de tal envergadura y cualidades arquitectónicas que sean adecuadas al altísimo nivel de nuestras relaciones”, de acuerdo al entonces Metropolita de Smolensk y Kaliningrado y hoy Patriarca de Moscú y de todas las Rusias, Kirill Gundiaev. Y este no ha sido el único proyecto entre Rusia y Venezuela que no se ha concretado, lo cual es una lástima para la comunidad.

Para los rusos, es difícil opinar sobre Venezuela: se mezcla el orgullo nacional, el sentimiento patrio, el antagonismo estadounidense/ruso, la crisis económica y humanitaria del país, el partidismo venezolano (PSUV, AD, COPEI, PJ y otros partidos), el partidismo ruso (unos apoyan a Putin y otros no), entre muchas otras cosas. Unos grupos de rusos apoyan a Maduro, pero no apoyan a Putin; algunos se definen como apolíticos; otros critican a Maduro, pero lo apoyan porque tiene una retórica anti-imperalista estadounidense; algunos grupos de los más antiguos son profundamente antichavecistas y anticomunistas, etcétera. Existen muchas tendencias de opinión en la comunidad.

Aunque habían sido bien recibidos por los venezolanos hasta los años 2013–2014, la profunda crisis social, política y económica que vive el país ha estado asociada con el surgimiento de la rusofobia, alimentada por los medios de comunicación y la postura del gobierno de la Federación Rusa. Los rusos son víctimas de malos tratos, debido a que muchas personas piensan que estos simpatizan con el gobierno de Nicolás Maduro, ignorando que en algunos casos, los rusos pueden ser profundamente anti-chavecistas y ya llevan varias décadas asentados en Venezuela.

Boersner & Haluani (2013): Desde que desapareció la URSS en 1991, Rusia fue percibida como una superpotencia derrotada, reducida en territorio regional y en auge internacional. Pasadas más de dos décadas intentando reinventarse, principalmente ante Occidente, Rusia está logrando redefinirse en la escena mundial, concretamente para 2005, coincidiendo con la cancelación de las deudas rusas con los acreedores occidentales y con el alza en los precios del petróleo.

Catia, cuna de la comunidad rusa en Venezuela.
Altavista, Calle Ucrania, Iglesia Ortodoxa.

Y algo más…

“El lugar que ahora ocupa el estrecho de Bering antes podía cruzarse a pie. Durante la glaciación, el agua se convirtió en hielo y el nivel del océano mundial descendió” — Oleg Balanovski

En el año 2016, un grupo de genetistas, bajo la dirección de Oleg Balanovski y conformado por expertos de diversas nacionalidades, logró demostrar que los aztecas, los incas y los iroqueses son parientes cercanos de los pueblos de Altái, una región de Rusia situada entre Siberia Central, China y Mongolia. En la comunidad científica, esta teoría ya tenía alrededor de un siglo, partiendo del parentesco existente entre los indígenas americanos y las comunidades rusas de Altái; se creía que a través de Alaska y Chukotka los altaicos pudieron haber llegado a América.

Como antecedente, las dos revistas científicas más prestigiosas del mundo, Nature y Science, habían publicado en el año 2013 artículos sobre el análisis del genoma completo de los indios americanos y de sus posibles antepasados siberianos. En estas investigaciones, se confirmó la hipótesis: los antepasados de los indios americanos llegaron al continente hace unos 20.000–30.000 años desde Siberia. Esto motivó a Balanovski a llevar el estudio a mayor escala: 25.000 muestras de miembros de 90 grupos étnicos de Rusia y los países vecinos.

Tomando en consideración que algunas comunidades indígenas venezolanas tuvieron contacto con los aztecas, entre ellas los caribes, de quienes descienden una gran parte de las tribus que habitaban la Península de Caracas, no es descabellado pensar que los venezolanos podrían descender de los rusos. Pero no de los rusos étnicos, que son de origen eslavo, sino de las minorías étnicas en Rusia – una cosa es ser ruso y otra es ser ciudadano de la Federación Rusa. Un tártaro es ciudadano ruso, pero no ruso étnico, por ejemplo – . En el castellano, a diferencia del ruso, no existe un término para diferenciar al ruso étnico (русский) del ruso por ciudadanía (российский). ¿Es Rusia una madre lejana de Venezuela? Si esto es así, entonces no estaríamos hablando de una historia de tres siglos, sino de unos cuantos milenios.

Otros datos importantes:

  1. Valencia fue, por mucho tiempo, considerada la capital rusa de Venezuela. De hecho, se comenta que una descendiente del poeta afro-ruso Pushkin vivía, hasta hace no mucho, en Valencia. Las iglesias ortodoxas de Valencia son más imponentes que las de Caracas. Más información sobre Valencia y Puerto Cabello desde la óptica rusa.
  2. En el mes de octubre de 2008, en el marco del programa de Jornadas de Rusia en América Latina, el actual Patriarca de Moscú y de todas las Rusias, Kirill Gundiaev, se reunió en Caracas con el presidente venezolano Hugo Chávez.
  3. En la Colonia Agrícola de Turén, en el interior de Venezuela, también llegaron rusos, junto a alemanes, polacos y españoles.
  4. Hasta la llegada de Hugo Chávez al poder, existió una cátedra de lengua rusa en la Universidad Central de Venezuela. Existen diversas teorías sobre la eliminación de la cátedra.
  5. Se dice que el prócer Francisco de Miranda tuvo un romance con Catalina II de Rusia, La Grande. En San Petersburgo, todavía sigue en pie la casa que fue habitada por Miranda.
  6. Rusia reconoció a Venezuela como nación independiente y soberana en 1957 – el primer país hispanoamericano cuya independencia fue reconocida por Rusia – . Por mucho tiempo, Venezuela fue un Estado sin reconocimiento internacional, hasta que gracias a la firma del Tratado de Madrid se llegó a una tregua con España. Y poco después, algunos pidieron la intervención extranjera: unos la de España y otros la de Estados Unidos.
  7. Las relaciones diplomáticas entre la URSS y Venezuela fueron establecidas el 14 de marzo de 1945. De acuerdo con el Decreto del gobierno soviético, las mismas fueron suspendidas el 13 de junio de 1952 debido a la falta de condiciones en Venezuela para la actividad normal de los representantes soviéticos. También hay que considerar que, había incertidumbre por el gobierno de Marcos Pérez Jiménez.
  8. Más tarde – el 16 de abril 1970 – se restablecieron las relaciones diplomáticas a nivel de embajadas, entre la URSS y Venezuela.
  9. El Presidente Carlos Andrés Pérez fue el primer líder de Venezuela que visitó la Unión Soviética, en el marco de una visita oficial (1976). En el mismo año visitó Moscú la delegación venezolana encabezada por el Presidente del Congreso Nacional, el señor Barrios; en respuesta, una delegación soviética visitó Venezuela, encabezada por el Vicepresidente del Soviet Supremo de la URSS, el señor Khalilov.
  10. En 1983, Venezuela recibió la visita de la delegación soviética encabezada por el Vicepresidente del Soviet Supremo de la URSS S.Imashev.
  11. Nicaragua, Argentina, México, Perú y Cuba son los países que más comerciaron con la Unión Soviética el siglo pasado.
  12. Venezuela, Costa Rica, Ecuador y El Salvador fueron los países que, en líneas generales, menos comerciaron con la URSS.
  13. Todavía los etnólogos y filólogos rusos no tienen se preguntan por qué algunas familias venezolanas decidieron llamar a sus hijas “Ivanova”, el cual es un apellido ruso.
  14. La Comisión Intergubernamental Ruso-Venezolana de Alto Nivel (la CIAN) fue creada el 23 de diciembre de 2002.
  15. En los años ochenta, la Unión Soviética logró convertirse en el socio comercial más importante de la Argentina (20,1% del total de las ventas al exterior de la Argentina). En 1980, Argentina ya era el principal exportador latinoamericano a esa región, con 47% del total.
  16. En el año 1960, además de Cuba, la Unión Soviética solo tenía relaciones relevantes con tres países latinoamericanos: Argentina, México y Uruguay, que consideraron ventajosos los convenios con la URSS. Fue a partir de esta década que otros países profundizaron las relaciones.
  17. En el siglo XX, México fue el país latinoamericano que mantuvo la relación diplomática y amistosa más duradera con la Unión Soviética. Para México, las relaciones con Rusia fueron un as bajo la manga frente a las presiones de sus vecinos.
  18. México fue el primer país latinoamericano en establecer relaciones con la Unión Soviética.

Material referencial:

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Vicente Quintero @vicenquintero

Vicente Quintero is a Venezuelan social scientist and author of the book ‘El Tercer Reich en Venezuela’. He holds a Bachelor’s degree in Liberal Studies from the Universidad Metropolitana of Caracas (Political Science, Economy, History and Philosophy) and decided to focus his dissertation research on the national security policy of Russia (Government and Public Policy) at the Central University of Venezuela.

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Vicente Quintero

Social researcher. Politics, Philosophy, History and Economics. Poetry. Amazon: https://www.amazon.com/dp/B08FCTQP3L/