La identidad de Lourdes

Andrés Actis
10 MIL KM
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4 min readNov 28, 2021

Casi todas las historias de búsqueda que cuento en este newsletter, aún las que se cierran con cierto final feliz, están atravesadas por la muerte.

Hijas, hijos, nietas y nietos españoles que buscan los restos de su familia, sepultada en alguna de las miles de fosas comunes que siguen tapadas con tierra. Abuelas, abuelos, nietas y nietos argentinos que se buscan -y se encuentran- mutuamente, aunque con la cadena generacional rota (padres/hijos desaparecidos).

Por eso quedé tan impactado -y emocionado- cuando leí la historia que te cuento hoy: una identidad robada que se recupera sin ninguna muerte de fondo.

La publicó días atrás elDiario.ar. Me llamó la atención la poca repercusión mediática que tuvo en Argentina. En España es totalmente desconocida. Ningún medio, por el momento, la replicó.

La nota publicada por elDiario.ar

La historia es la siguiente: Rudis Correa y Nélida Soria (hoy ambos superan los 80 años) se enamoraron en Uruguay, donde nacieron y crecieron. En la década del 70 se mudaron a Buenos Aires con Sandra, su pequeña hija, en la búsqueda de un nuevo comienzo. El desarraigo se hizo muy cuesta arriba. Sin trabajo y sin ahorros, empezaron a vender ropa y comida en la calle.

En 1978, en plena dictadura militar, las veredas empezaron a ser un territorio cada vez más hostil para el matrimonio. Sufría, todo el tiempo, la intimidación y el hostigamiento de los militares. Rudis era el blanco de la mayoría de los ataques. Lo acusaban de “montonero” y de “subversivo”. Casi siempre lo detenían. Lo interrogaban y lo liberaban días más tarde.

Nélida y Sandra (ocho años) pasaban los días encerradas en la pensión que alquilaban en el barrio porteño de Once. Cuidaban de Sofía, recién nacida, la beba que agrandaba la familia. Así la querían llamar, Sofía. Nunca llegaron a registrarla.

Una noche, los militares entraron a los gritos a la pensión. Sandra lo recuerda de esta manera:

“Mi papá no estaba, estábamos yo, mi mamá y la bebé en la pieza. A la noche tocaron pidiendo documentación. Nos dijeron que nos teníamos que ir porque éramos extranjeros. A la mañana siguiente pegan una patada en nuestra puerta, abren, empezamos a gritar. Alguien dice: ‘Hacé callar a esa pendeja, porque si no, no la vas a ver más’. Decían que mi papá era montonero, pero jamás fue así, mis padres jamás estuvieron en política”.

El matrimonio, asustado, decidió armar las valijas y volver a Uruguay. Nélida entregó la beba a un vecino de la pensión, quien decía trabajar en un hospital. El hombre les dijo que la iba a cuidar, que se la quedaba hasta que pudiesen volver a buscarla.

Cuando se animaron a regresar, el señor se había esfumado. No estaba en la pensión y sus datos de contacto eran falsos. No supieron más nada de la beba. Con el regreso de la democracia, la familia se volvió a instalar en Buenos Aires. Rudis y Nélida intensificaron, sin éxito, la búsqueda.

En la década del 90, se instalaron en Colón, provincia de Entre Ríos. Siguieron adelante con un duelo incompleto y con la esperanza de, algún día, encontrar a la pequeña Sofía. El llamado llegó 43 años más tarde. Y también tiene su historia.

Rudis y Nélida tienen un puesto de comida en la playa de Colón. Un comerciante vecino, Mariano Landeira, mantiene desde hace años una activa búsqueda en redes sociales para dar con sus padres. Fue apropiado en 1975. Sospecha que fue uno de los tantos bebés robados por una clínica que, en aquel tiempo, operaba con el tráfico de niños recién nacidos.

Sandra vio uno de esos posteos y se animó a contarle la historia de su familia, un secreto que jamás había compartido con nadie. Conmovido por el relato, Mariano le contó que, mujeres como su madre, podían dejar una muestra de sangre en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG). “Es una puerta que puede abrirse”, le dijo.

Sandra convenció a su mamá. Un equipo de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) viajó a Colón para tomar la muestra de sangre. La cotejaron y dio positivo con el expediente de Lourdes Icoff, radicada en Unquillo (Córdoba), quien desde que era adolescente buscaba su verdadera identidad.

Tras un primer contacto virtual a través de una videollamada, Lourdes, Sandra, Rudis y Nélida se reencontraron. Lourdes -madre y abuela- viajó a Colón. Mariano fue testigo de los primeros abrazos.

“Fui a la terminal junto con su familia a recibir a Lourdes. Vi la emoción de todos y me vi en ese lugar. Me invitaron a almorzar con ellos. Y compartimos un momento hermoso. Viéndolos a todos juntos, parecía que Lourdes no se había separado nunca de su familia. Había una conexión increíble”, contó a un programa de radio.

El reencuentro se inmortalizó con una foto que la familia decidió hacer pública. El abrazo de Rudis y Nélida con su bisnieto.

Rudis, Nélida y su bisnieto (eldiario.ar)

Sandra sintetizó la alegría (individual, familiar y colectiva) en una frase:

“Esto es algo muy loco, porque yo soy una testigo que vi todo y recuerdo todo, ahora se encontró a una persona, y mi mamá vive, mi papá vive, mi hermana vive. Cuando le contaron, mi mamá lloraba, pedía perdón. Quiero que sepan que se puede ir [a Conadi], que hay muchas posibilidades, que puede haber otras historias como la nuestra”.

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Andrés Actis
10 MIL KM

Periodista y Licenciado en Comunicación Social (Rosario, Argentina). Máster en la Agencia EFE. Ex Clarín. Editor del Newsletter "10 mil km". Hoy en Madrid.