Los abuelos de Serrat

Andrés Actis
10 MIL KM
Published in
4 min readNov 16, 2021

Hace poco leí una sentencia que me impactó (y que cité en uno de mis últimos envíos): toda España fue un campo de concentración. Jugando con esa generalidad, se puede afirmar también que todos los españoles tienen algún familiar enterrado en una fosa común o en una cuneta.

Si sos un suscriptor que está del otro lado de la orilla, en Argentina, estoy casi seguro que desconocés que Joan Manuel Serrat, el Nano, un catalán adoptivo podríamos decir, tiene a casi toda su familia materna (abuelos y tíos) bajo tierra.

Yo no lo sabía. Me enteré en estos días para una noticia de la que se hicieron eco muchos medios españoles: que el cantautor dará su ADN para intentar identificar a estos familiares, fusilados y enterrados de forma clandestina en Belchite, un pequeño pueblo de la provincia de Zaragoza, situado a 49 km de la capital, que tiene una población de 1.636 habitantes, según el último censo.

Belchite, el pequeño pueblo donde nació la madre de Serrat (Heraldo.es)

Buscando en el archivo, encontré que, en octubre de 2010, Serrat participó en la inauguración del monumento conmemorativo a las víctimas del franquismo en un cementerio de Zaragoza.

Ese día, habló como una víctima del franquismo y rememoró el trauma por el que tuvo que pasar su madre, entonces una niña llamada Ángela, cuando descubrió que los golpistas habían asesinado a toda la familia de su tío y luego a su propia familia, en el pueblo en el que residían.

También encontré una cruda reconstrucción del horror que vivió aquella niña. La hizo, años atrás, el periodista y escritor Ángel Antonio Herrera (amigo de Serrat) en un programa de televisión:

“Cuando los nacionales entran en un pueblo zaragozano, Belchite, hay una niña, una adolescente a la que sus padres le avisan; estaban entrando los nacionales en el pueblo y los padres le dicen: «Vete corriendo a avisar a tus tíos porque han llegado los nacionales y los van a matar». La niña se va a casa de los tíos y, al llegar ahí, los han asesinado. Vuelve, y han asesinado a los padres. Y esa adolescente, desde el vértigo, desde el terror, echa a correr siguiendo los rieles del tren, y llega a Barcelona. Esa mujer se llamó Ángeles Teresa y es la madre de Joan Manuel Serrat. Se instala, crece, se asienta y entonces hace pareja y matrimonio con Josep Serrat que era un afiliado a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), obrero, que es el padre de Joan Manuel Serrat, del que se ha hablado más en las biografías”.

Serrat y su mamá (xjmserrat.com)

Los abuelos de Serrat, Manuel Ordovás -secretario del Ayuntamiento- y Juana Gorgas Teresa; y sus tíos, Miguel Teresa Ordovás, Emilia Teresa Gorgas y Valentina Gogas Teresa, figuran en las listas que el Ayuntamiento del Belchite elaboró en noviembre de 1936 tras una cacería que sigue impune.

En esos papeles aparecen las más de 200 personas que la Junta de Defensa Nacional daba por “fugados” y acusados de “traición” por ir contra el régimen que defendía el movimiento nacional.

La fosa, en la que estarían enterrados estas 200 víctimas, se encontró el mes pasado, tras una prologada y ardua labor de un equipo arqueológico.

La de Serrat fue una familia “castigada duramente” durante los primeros días del alzamiento, repite por estos días el concejal y presidente de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica de Belchite, José Vidal, impulsor de la exhumación de la fosa recientemente hallada.

La fosa donde podrían estar los abuelos de Serrat (epe.es)

Las personas que se ofrecen para la realización de pruebas de identificación residen, en su mayoría en Belchite y los pueblos de su entorno. Sin embargo, contó Vidal, llegaron pedidos desde Francia y Australia.

“Se trata por lo general de nietos de los represaliados que, aunque no conocieron a sus antepasados, se emocionan cuando cuentan la historia. Para ellos es como una liberación”, explica Vidal.

Serrat menciona a Belchite en la canción “La abuelita de Kundera”:

“La abuelita de Kundera en su pueblo checo y la mía en su Belchite y las dos sabían que el cura era el confidente de la policía. Nada tenía secretos a su alrededor”.

Serrat, su mujer Candela y sus padres (alamy.com)

Del fusilamiento de sus abuelos y del sufrimiento de su madre, ha hablado poco y nada. El silencio del Nano es, también, el silencio de los anónimos, de los que han crecido con el latiguillo de “mejor no hablar de ciertas cosas”.

Ojalá Serrat encuentre a los suyos en esa fosa. Ojalá que, más pronto que tarde, la generalidad tenga otra sentencia: que todos los españoles encontraron reparación, memoria y justicia.

--

--

Andrés Actis
10 MIL KM

Periodista y Licenciado en Comunicación Social (Rosario, Argentina). Máster en la Agencia EFE. Ex Clarín. Editor del Newsletter "10 mil km". Hoy en Madrid.