Ese mundo alterno
Aún recuerdas la primera vez que fuiste consciente de ese ruido que habitaba la casa, era un pequeño piano acompañado de risas de bebé.
Creíste que era parte del aire, algo que siempre estaba presente, sentiste tristeza cuando al crecer aquel ruido fue desapareciendo. Ahora sabes que era un disco con canciones de Mozart ideado para bebés, en ese entonces era algo mejor, algo mágico.
Después vino la dictadura, conocer a los santos de la música mexicana, Juan Gabriel, José José y Luis Miguel. Ahora tenías unos seis años y ya sabías que eso que escuchabas se llamaba música, aunque aquellas canciones traían letras que transmitían sentimientos que a tu corta edad era imposible entender. Para ti solo eran letras acomodadas al azar.
Hubo una transición un cambio drástico, cuando tú madre sacó ese casete que solo desempolvaba en momentos especiales, en el sonaban canciones en inglés, era un mundo distinto.
Fuiste creciendo y ese ruido te fue atrapando, lo fuiste comprendiendo hasta que ya no fue ruido, se hizo claro y lo pudiste escuchar firmemente no con el oído sino con tu ser.
Te fuiste llenando de canciones y construiste tu vida con cada una de ellas, cada momento tenia su canción. Tú vida fue siendo cantada por otras voces, grandes voces y artistas que parecían entender más de la vida que tú.
Habrás tenido alrededor de 16 años cuando tú frágil corazón se hizo pedazos, abandonaste la tranquilidad de la infancia y la vida te dio un revuelo con todas las emociones que habías llegado a sentir hasta ese entonces, lo llamaste: la tempestad.
Lo peor no fue sentir el golpe sino saberse abandonado porque ahora ninguna canción hablaba de ti. Habías sido expulsado del paraíso. Por más que buscaste, todas las canciones parecían ya ser de otros o hechas para todos menos para ti.
Estabas solo, y en esa soledad apareció el maestro, alguien te dijo qué tal vez era tu turno. Que todas esas voces que habían hablado por ti, en tu nombre, ahora se callaban para que tú hablaras por ti mismo, nadie dudaría de ti si lo decías con firmeza.
Hiciste una canción, luego a dos, luego más y como todo, creaste un mundo alterno, uno que empezó con mucho ruido, no era más que ruido, pero que poco a poco a ido tomando forma, encontrando un camino.
A veces piensas, cuando callas un poco, que ese mundo siempre estuvo ahí, esperando a que lo escucharas, a que lo dejaras pasar. Paciente, se mantuvo silente para que pudieras hablar y escuchar tu eco, ese que ahora retumba en forma de canción y que envuelve la vida de todos.