¿Hasta que el planeta aguante?

Opinión

Por Grethel Delgado*

Pareciera que este planeta va en picada. El plástico se amontona en los océanos; los incendios forestales están a la orden del día; los animales marinos sortean espesos muros de petróleo en los que, por lo general, mueren; los osos polares mueren de inanición y, para que marzo de 2018 quede en los libros de historia, hace unos días ha muerto Sudan, el último macho de rinoceronte blanco.

No hay arcas de Noé, no hay santuarios ni reservas, no hay muestras congeladas que hagan milagros por la naturaleza. Ya ni siquiera existen los milagros. Las cosas se van pareciendo cada vez más a las películas de ciencia-ficción en las que el fin del mundo es ahora y la salida es irse a otro planeta o morir en el intento.

El cambio climático es real, está justo frente a nosotros, aunque a veces no lo queramos ver. Sin embargo, bien sabemos que las cosas no existen cuando no nos molestan. Pero este flagelo que afecta al planeta continúa avanzando de manera constante y silenciosa. No en vano las Naciones Unidas califican al cambio climático como “uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo”.

Ahí están los estudios, aquí está el mercurio dictando tendencias con temperaturas récord, pero sin embargo muchos prefieren no mirar, o peor, negar algo que se nos está yendo de las manos, para decirlo de un modo condescendiente, pues para algunos pareciera que ya no tiene remedio.

Al Gore, ex vicepresidente de los Estados Unidos, se ha dedicado a la investigación sobre temas ambientales. Sus conferencias son conocidas en todo el mundo. En 2006 fundó Climate Reality Project, organización sin fines de lucro para fomentar el estudio y el cuidado del medio ambiente.

Si bien su labor de concientización ha sido constante y exitosa, aún falta mucho por hacer y, sobre todo, muchas manos poderosas que vayan más allá de conferencias, talleres, artículos. Pero esas acciones no llegan. ¿Por qué? Porque hay demasiados factores en juego. Como una soga de la que tiran dos opuestos, una solución generaría un nuevo problema.

Acabar con la emisión de gases suena a utopía en tanto penden de la industria automovilística, por ejemplo, millones de empleos, millones de personas que usan sus autos para trasladarse. ¿Cómo jugar aquí al huevo y la gallina? ¿Por dónde empezar o, quizás, terminar?

Al quemar tantos combustibles fósiles, se generan más zonas calientes y por lo tanto la fuerza de los fenómenos naturales es impresionante, llegando a cifras no vistas anteriormente. La temperatura media del planeta se ha elevado tanto que el mismo absorbe mucha energía.

Pero todas estas cuestiones científicas quizás se expliquen mejor en la fuerza de los huracanes recientes (Irma, María), en el aumento del nivel del mar y el cambio que eso conlleva en las zonas costeras.

El cambio climático, o más bien la degeneración climática, es un hecho y uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos. Sin embargo, hay quienes niegan que todo esto esté ocurriendo, o que al menos prefieren hacer la vista a otro lado y seguir, seguir hasta que el planeta aguante.

*Grethel es periodista independiente y estudiante de la Maestría de Periodismo en Español de FIU.

--

--