3 técnicas ninja para que la gente te escuche como si fueras un líder

Gaucho Zen
Gaucho Zen

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Saber que es lo que quieren

A nadie le importa ni le interesa lo que a nosotros nos interesa. A la gente solo le importa lo que a ellos les interesa. Si alguna vez le pediste a alguien que haga algo seguramente lo hayas notado. Los jefes suelen caer en este error.

Alguna vez vinieron y te dijeron: «¡Quiero que hagas este trabajo para hoy!» ¿Cómo fue tu reacción? Quizá hayas hecho lo que te pedían porque eran órdenes del jefe y no tenías opción, pero seguramente lo hayas realizado con el más mínimo entusiasmo y ganas.

A mí me pasa incluso con cosas que quería hacer por motivación propia, al momento que alguien viene y me lo ordena, instantáneamente algo dentro de mí reacciona y empieza a rebelarse. Es algo que no lo puedo controlar. Si tengo ganas de surfear, pero alguien viene y me ordena tirarme al agua, me revelo. Esa es una de las razones por las cuales no he logrado mantenerme por mucho tiempo en un empleo fijo.

El secreto no está en decirles lo que nosotros queremos, el secreto está en darles lo que ellos quieren. Por ejemplo, si queremos que un vendedor de nuestro equipo logre determinado volumen de ventas en una semana podemos decirle que tiene que llegar a ese objetivo, o podemos decirle que si logra llegar al nivel de ventas deseado va a ganar determinada cantidad de dinero en comisiones que podrá usar para comprar algo que quería.

Los grandes líderes lo hacen todo el tiempo, es como un reflejo que tienen interiorizado cuando hablan con cualquier persona. No se centran en el trabajo, ni en lo que ellos quieren. Se centran en lo que el otro quiere. «¿Qué harías con 500 dólares extra a fin de mes, que te comprarías?», por ejemplo. Lo primero que intentan descifrar es saber que es lo que quiere la persona, que es lo que lo motiva, y sobre eso mostrarle como si realiza determinado trabajo va a poder conseguir lo que él quiere: «Si logras llegar al objetivo de ventas vas a poder comprarte esos zapatos que querías», por ejemplo.

Aprender a mirar las cosas desde el punto de vista de la otra persona, paga.

Evitar criticar, condenar o quejarse

«No hablaré mal de ninguna persona, y hablaré de lo bueno que conozco de todos» —Benjamin Franklin

Criticar no tiene sentido. Hace que la otra persona se ponga a la defensiva y usualmente lo hace justificarse a sí mismo. La crítica es peligrosa porque atenta contra el orgullo de la persona y genera resentimiento.

La crítica es como las palomas, siempre terminan volviendo a casa. Siempre debemos tener en cuenta que la persona que vamos a corregir y condenar, además de justificarse a sí misma, terminará condenándonos a nosotros de vuelta.

Cuando tratamos con las personas es importante recordar que no estamos tratando con criaturas lógicas. Estamos tratando con criaturas de emoción, cargadas de prejuicios y movidas por el orgullo y la vanidad.

«Si quieres recolectar la miel, no patees la colmena»

En lugar de criticar a las personas, debemos intentar comprenderlas. Debemos intentar descubrir por qué actúan como lo hacen. Eso es mucho más rentable que la crítica y además genera simpatía, amabilidad y entendimiento.

«Si el propio Dios no juzga al hombre hasta el final de sus días, ¿por qué yo habría de hacerlo?» —Dr. Johnson

Elogiar de manera sincera y honesta

«El principio más profundo en la naturaleza humana es el anhelo de ser apreciado» —William James

El elogio es uno de los grandes secretos para tratar con las personas.
Hay muchas formas de lograr que la gente haga algo que queremos, pero solamente una que funciona, hacer que quieran hacerlo.

Claro que podemos hacer que alguien quiera darnos su reloj si le apuntamos un revólver en la cabeza. Podemos hacer que nuestros empleados hagan lo que les pedimos (hasta que nos demos vuelta) amenazándolos con despedirlos. Pero estos métodos cohersivos tienen repercusiones indeseables.
La única forma de hacer que la gente quiera hacer algo es dándoles lo que quieren.

¿Qué es lo que quieren?

Sigmund Freud decía que todo lo que las personas deseamos emana de solamente dos fuentes: el apetito sexual y el deseo de ser reconocido.

La forma de reconocer a la gente y hacerla sentir especial y única es elogiándola. Toda persona, aunque a veces pueda costar descubrirlo, tiene algo lindo, algo que merece ser reconocido, si no logras encontrar nada destacable en su personalidad, prueba con sus zapatos. No estamos hablando de adulación, sino de apreciación honesta y sincera. Sé generoso con tus elogios y la gente recordará y atesorará tus palabras.

A nadie le gusta rodearse de gente que lo critica, en cambio, a todos nos gusta rodearnos de gente que nos hace sentir bien y nos aprecia. La gente empezará a buscarte, a seguirte y a pedir tu opinión, por que saben que cuando tú hablas, sus oídos se endulzan y su espíritu se regocija.

Para resumir, estos son los tres principios fundamentales para tratar con las personas:

  • Saber que es lo que quieren
  • No criticar
  • Elogiar

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