Sobre algunos de los huecos lógicos en la postura intelectual del construccionismo social y sus consecuencias coloquiales.

Alex Hernández
8 min readMay 2, 2024

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A manera de resumen, desde el criterio que a estas alturas es el personalmente posible, el construccionismo social es una respuesta frustrada desde la incapacidad de responder a las preguntas esenciales, cayendo en la típica facilidad de echar culpas a un solo factor, en vez de reflexionar con rigor sobre las variables que influyen en un daño o beneficio multifactorial.

A lo largo de este ensayo me daré a la tarea de explicar, por medio de frases insertas en el lenguaje coloquial, equivalencias al razonamiento ofrecido por esta corriente, quizá, pseudofilosófica que intenta respaldar una corriente epistémica en las ciencias sociales.

El construccionismo social ha venido a intentar dar luz sobre algunas características de la experiencia humana, tomando como bases ideas del constructivismo social (como el de Vygotsky), aunque llegando a ideas que parecen más un esfuerzo por dar contrapropuesta al estructuralismo (como el propuesto por Piaget).

Piaget y Vygotsky, respectivamente.

Si bien es cierto que la mayoría de los aprendizajes adquiridos a lo largo de la vida son socializados, no debemos totalizarlo, pues esta postura no explicaría, entonces, cómo es que se continúan adquiriendo aprendizajes en casos extremos, como en las personas que por decisión propia o por accidente viven uno o varios períodos de aislamiento social.

El problema del construccionismo social como línea de pensamiento es que, antes de darse cuenta, cae en un radicalismo polarizado, bajo el cual se totaliza el diagnóstico sobre el origen de cualquier conducta humana que se le ofrezca al análisis. Atribuyendo, así, una exagerada carga de la cultura y los ejemplos de la misma sobre el individuo, al cual contradictoriamente le deja mal parado como un ser autómata de la misma y sin capacidad de juicio para decidir, dejando a la cultura como la fuente de la conducta humana. Llegando a inspirar, quizá, frases sacadas de la manga como que “todo es relativo”, sobre todo en los momentos en los que no se puede o no se quiere buscar el conjunto de razones de algún acontecimiento que afecta a más de un individuo, o dicho con una mayor carga coloquial, que “cada quien la cuenta según como le fue en la feria”.

Por añadidura, y siguiendo de ejemplo lo últimamente mencionado, bien es cierto que es lógico esperar que en las palabras de una persona que se haya sentido herida por nosotros, seremos la maldad encarnada en la historia contada por esa persona, hayamos herido o no, pero existe la implicación igualmente lógica y sensata de considerar la escucha de ambas partes de la historia en común.

El ejemplo mencionado previamente, no suele ser utilizado entendiendo las palabras como tales, es decir, como un entendimiento de que cada acontecimiento se encuentra correlacionado con otros sucedidos anteriormente. Sino que el significado que se le suele dar es que cualquier suceso puede significar cualquier cosa, siempre dependiendo de quién y cómo lo interprete, lo cual para fines prácticos, al ser equivalente a interpretaciones infinitas, da lo mismo tener nulo acceso a cualquier tipo de significado.

Es bien conocida la célebre frase de la reconocida intelectual y comunicadora, “La Chimoltrufia”, que nos dice lo siguiente: Yo como digo una cosa, digo otra.

Frases como las anteriores, y en la misma línea aparentemente perezosa para buscar respuestas que no se queden solamente en la pretención de sonar profundamente filosóficas, encontramos ideas como que “para todo hay tiempo”. No. Hay tiempo, y hasta ahí, pues lo único que podemos asegurar es que este recurso y fenómeno transcurre sin que nosotros podamos elegir su ritmo, detenimiento o continuidad. Por algo, como seres con ley de finitud, debemos decidir qué hacer con nuestro tiempo, pues en muchas ocasiones las 24h del día no nos alcanzan para hacer todo lo que quisiéramos o debemos. Somos nosotros quienes debemos aprender a administrar el tiempo con el que contamos, amoldándonos nosotros a esas leyes ineludibles. De tal modo, podríamos evitarnos la pena de sufrir la presión del avance del tiempo que “se nos acaba”.

De igual manera, la adopción de una actitud cínica ante situaciones para las cuales nosotros tenemos que poner mucho de nuestra iniciativa, para poder conseguir algún bien que cumpla con nuestras necesidades o deseos. La actitud de poner una fe ciega en que la vida nos dará alguna oportunidad, de preferencia milagrosa, para la cual no debamos poner ningún esfuerzo de nuestra parte.

En demás, la salida fácil de decir que “cada cabeza es un mundo” y que “todos pensamos diferente”, creyendo que es congruente, además de todo, juntarlo con la aseveración de que “no por eso alguno estará bien o mal”, representa a uno de los ejemplos más contundentes que tomo para contradecir las ideas del construccionismo social, como un sistema de pensamiento totalitario y reduccionista a que todo es un, valga la redundancia, constructo social, intentando ignorar el conocimiento existente que no le resulte conveniente a su discurso incongruente.

Si todos pensáramos diferente, seríamos un mundo de psicóticos que no podríamos comunicarnos entre nosotros mismos, y mucho menos ponernos de acuerdo en nada, con lo cual la vida sería inviable y sería una eterna guerra del individuo contra el resto del mundo. O al menos hasta que algo de sus costumbres, o la especie en sí misma, pudiera llegar a la extinción.

Algo que es necesario aprender para no desarrollar resentimientos sociales infructíferos, es dejar de pensar que en la socialización tenemos que aprender a identificar quién estará de nuestro lado y quién no, pues sería ver al mundo como un campo de batalla, y a las relaciones sociales como un mero utilitarismo para generar trincheras que se confunden equivocadamente con un genuino sentido de pertenencia.

No es mentira que la fragilidad biológica es lo que condiciona al ser humano a ser más dependiente de la cultura y la socialización, que de lo que uno por sí solo quiera construir bajo una postura de creencia en que el ser proviene de una especie prodigio (en ciencias evolutivas, una especie prodigio es aquella que, tras su nacimiento, no requerirá de cuidados prolongados por parte de sus progenitores para poderllegar a la cúspide de su desarrollo rumbo a la etapa adulta).

En este tenor, uno de los factores que he tenido oportunidad de observar, es que quienes más se valen de las ideas del construccionismo social en su área profesional, suelen ser aquellas personas que tienen más currículum de activistas sociales, que de gremio de su carrera propiamente dicha. Y una de las características más comúnmente visibilizadas en los medios suele ser el llamado al enojo y la manifestación pública del mismo, siendo un conjunto de personas que visualizan la sensación de encontrar un sentido de pertenencia en la socialización con gente que comparte un enemigo en común, sea este real o imaginario.

Es esta una de las consecuencias del radicalismo derivado del construccionismo social, el equivalente a medir la realidad con un martillo en la mano y ver en toda causa un clavo. Un método por el cual se interpreta como una misma cosa todo lo habido y por haber, acabando de vaciar toda categorización en el mismo costal. Llevando así al reduccionismo de las explicaciones necesarias de la realidad tan variada y, a veces abrumadora, en la que vivimos.

Uno de los ejemplos existentes para refutar la totalización que estas ideas proponen, sería el atender conceptos existentes para la explicación conductual humana en la discusión de naturaleza vs. crianza. A través del cual podremos enterarnos de que, contrario a la lógica que cabría esperar en la influencia de los ambientes compartidos y los no compartidos sobre la calidad de vida de los individuos insertos en un medio social, como la consideración de lo lógico a esperar en el futuro de unos niños que crecen en un núcleo familiar de escasos recursos, sobre su desempeño general y sus posibles resultados en escalas de inteligencia.

Sin embargo, aunque es lógico creerlo tras considerar los factores de la economía y alimentación complicadas, que impiden un desarrollo biológico óptimo junto con las complicadas dinámicas sociales en las que se ven involucrados, el desarrollo psicolobiológico y moral no es igual, ni parecido, en la mayoría de los casos de individuos que crecen bajo el mismo techo. Siendo el ambiente no compartido, más influyente en el desarrollo individual, que un determinismo dictado cual destino prescrito en la calidad del entorno en el cual nos desenvolvemos. Siendo lo más sensato llegar a la conclusión de que la influencia ambiental en el desarrollo se reparte en una base individuo por individuo, más que en una base de familia por familia.

Por tanto, la unidad de transmisión ambiental no es la familia en sí misma, sino más bien el complejo de microambientes dentro de la familia, cosa que podría extenderse al nivel de la comunidad. Contribuyendo así a la generación de hipótesis más sensatas en las que se deja de ver a la realidad social como un conjunto de clavos esperando a ser martillados por el mismo paradigma que reduce todo a un solo enemigo común e imaginario, como ha sido sugerido con antelación.

Así que no es cierto que todo es relativo, ni que cada cabeza es un mundo, ni que no puede existir nada completamente correcto o incorrecto independientemente del contexto, ni mucho menos que seamos individuos tan débiles y manipulables para comportarnos como un rebaño sin características individuales para el criterio propio. De ser así, sería completamente contradictorio que de pronto surja un grupo de mesías, hoy mayormente autoproclamados expertos que son más bien influencers, que nos enseñará todo lo que está mal y conviene ser corregido en la cultura, como si no tuviéramos la capacidad de saber que esos errores existen y provienen de más factores que no son únicamente la socialización en sí misma como factor aislado.

Una ironía del peso excesivo que se le da a lo social en esta línea de pensamiento, es que la totalización les lleva a conclusiones de pensamiento mágico que terminan eliminando la parte social de la ecuación en el individuo humano como un ser bio-psico-social. ¿Cómo? Simple: se desapega del sentido común y lanza conclusiones que no pueden someterse al consenso mayoritario sensato, precisamente por la omisión de la importancia (o absoluta en los peores casos) de otras variables necesarias para entender un fenómeno.

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Alex Hernández

Ψ. Quizá donde creemos que no hay nada más que decir, están las obviedades que nos faltan.