Por qué votaré por López Obrador

Alfredo Narváez
15 min readJun 14, 2018

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“Lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar”. — Bertrand Russell

Me dedico a pensar el futuro, mejor dicho, a pensar futuros, sí, en plural.

Soy profesor universitario, consultor en innovación y periodista de la ciencia, y con todas mis gorras hago lo mismo: observo el cambio social y cómo se demuestra en señales que van formando patrones de tendencias, pienso en futuros, en posibilidades, y trato de explicarlas a mis estudiantes, lectores y clientes, para así poder prevenir riesgos y aprovechar oportunidades.

Tres décadas de mi vida las dedique a estudiar, y la última ha sido enfocada en lo anterior, en enfocarme en diseñar futuros, sea con mis estudiantes, mis lectores, mis clientes. Siempre estoy pensando en opciones en plural, y trato hacerlo de forma sistémica, compleja. Los futuros no son lineales, no son sumas, son cálculos donde a + b nos puede dar una respuesta que nunca imagibanamos.

México está en una veloz transición, de una sociedad con valores materiales (comida, techo, acceso a la educación, transporte másivo, vestido, empleo…) a una con valores postmateriales, o de auto expresión (libertad de expresión, identidades sociales múltiples, derechos de minorías, educación de calidad, transporte público eficiente y cómodo, empleos bien pagados…). El sistema priista empezó a dar cuenta de este cambio hace 50 años, en 1968. La creciente clase media urbana mexicana pedía más de lo que se le ofrecía. El statu quo no quiso aceptarlo y reprimió.

Pero la sociedad siguió exigiendo derechos y libertades. La primera marcha del orgullo LGBT fue en junio de 1978, pidiendo terminara el acoso, las llamadas razzias de la policía en los bares que frecuentaban las personas que NO se plegaban a la heteronorma hegemónica que respaldaba el régimen. En 1985, el terremoto rebasó a la autoridad y la población de la capital empezó a entender que si ella no se organizaba para salvarse, nadie la salvaría. Así la sociedad civil empezó a organizarse más y más, por todo el país. Grupos ambientalistas, de derechos humanos, de mujeres, de regeneración urbana, de artistas… En los 1990s llega el internet que ofrece un gran poder de enlace y amplificación de voces. Aparece el movimiento zapatista, y las mujeres se preparan para las cumbres de la ONU en Cairo y Beiging. En el 2000 ocurre la primer alternancia con la llegada de Vicente Fox, y ahora, casi 20 años después, creo sucederá la segunda, y si nada drástico sucede, todo parece será inevitable.

México no es un país pobre, es un país injusto.

  • Es la segunda economía de América Latina después de Brasil, y la número 15 del mundo.
  • El octavo exportador de autos, el primer de aguacate, el quinto de mango y el noveno de café.
  • El primer productor de plata, y el octavo productor de oro.
  • Dos de sus universidades están en el top 100 global: la UNAM y el ITESM.
  • Casi 40 millones de turistas extranjeros visitaron al país en 2017.
  • Sus directores de cine ganan Oscares practicamente cada año.

Sin embargo…

  • A pesar de tanta exportación, el país no crece.
  • Más de 20 millones no tienen acceso a ningún tipo de seguridad social.
  • El salario mínimo en México es más bajo en que Turquía, Grecia o Chile.

Sí, tenemos universidades en el top 100 mundial, pero las empresas mexicanas no encuentran talento.

Y nuestro % de gasto público en ciencia y tecnología es más bajo que Brasil, Sudáfrica o India.

Sí, la alta gerencia gana bien, pero gana de forma desproporcionada si se compara con lo que ganan profesionistas de élite en otros países, especialmente en el sector público.

Y su propio sesgo les ha hecho perder piso, necesitamos oxigeno nuevo en los pisos ejecutivos del gobierno ( y varias empresas btw).

Quizá porque gana tan bien, y se cree impune (legal y culturalmente) la élite se ha vuelto tan arrogante, tan infalible.

Sí, tenemos un exitoso programa de vacunación y una gran cobertura de educación básica, pero… muchas escuelas no tienen baños funcionales, acceso a internet o ventiladores, muchas clínicas y hospitales no tienen material de curación o medicamentos. El gobierno ha cedido más y más de la atención social a ONGs (hasta obliga a funcionarios a donarles de forma ilegal) mientras recorta a la mitad el gasto en cultura

Sí, tenemos muchos ríos y lluvias, pero casi todos están contaminados, y no captamos el agua de lluvia en las ciudades, dejando se vaya mejor por el caño.

Sí, la Ciudad de México es la que tiene más museos en todo el mundo, y donde se legalizó primero el matrimonio igualitario y el derecho a decidir de las mujeres.Sin embargo, existe una guerra cultural en México, donde el conservadurismo se ha organizado (gracias al financimiento privado, especialmente de algunas de las familias más ricas) para contrarestar el crecimiento de los valores postmodernos, especialmente entre la juventud.

Este cambio cultural coincide (a pesar del caso Trump) con lo que sucede en Estados Unidos, donde viven legalmente millones de mexicanos.

México está molesto, y sabe que el PRI y el PAN se han vuelto un partido con dos caras. Solo basta ver la vida profesional de José Antonio Mead o de su vocero Javier Lozano, son la encarnación viva del PRIAN. Y ellos quizá ya lo olvidaron, pero hace muy poco buscaron pasar leyes como esta:

Siempre me he sentido a la izquierda.

Mi familia está formada por personas que han disfrutado de universidades públicas, como la UNAM o el IPN, y que a su vez han trabajado en instituciones públicas. Mi abuelo paterno desde fines del siglo XIX ayudó a construir la pujanza del ferrocarril y que conectó a Acámbaro con las rutas de comercio del inicio del siglo XX. Mi familia sufrió la guerra de la revolución, mi abuela paterna quedó huerfana. Mi abuelo materno tuvo que huir de Jalisco al DF escapando de la guerra cristera. Mi familia fue construida por jóvenes tenaces que sobrevivieron guerras, hambres, la orfandad… y que si lograron prosperar fue gracias a la educación y al trabajo. Mis padres me enseñaron el valor de los museos, de las bibliotecas públicas, de las brigadas de salud de vacunación (mi padre fue médico del IMSS, mi madre fue mucho tiempo profesora)… Esta experiencia de vida me enseñó no solo que el Estado importa, sino que un Estado que tenga en el centro a la ciudadanía importa más. El crecimiento económico importa, pero no basta. Las telefónicas no llevarán por gusto banda ancha a las rancherías o a las zonas indígenas, por que no es negocio. Cuidar el patrimonio histórico, arqueológico no es negocio, y alguien tiene que hacerlo. El mercado tiene límites, produce riqueza, pero no la distribuye para todos, y de hecho cada vez se concentra más, como han probado los estudios recientes de Oxfam: el 1% de los mexicanos concentra casi un tercio de la riqueza del país. En casi 20 años los ricos se hicieron aún más ricos y los pobres permanecieron pobres.

El Estado mexicano parece se ha rendido en su tarea de redistribución. Ya iba mal, y Enrique Peña Nieto lo empeoró. La premisa de su grupo era hacer que el país creciera, pero a la vez socializando los costos ambientales y sociales.

Las reformas estructurales crearon un turbo capitalismo que lo que menos le importa son las comunidades indígenas, los derechos humanos, la biodiversidad, el agua, la cultura… No es casual que los 43 estudiantes desaparecieran. Toda una red de corrupción e impunidad ha armado una red de complicidades, que van desde la industria minera al narcotráfico, desde el proyecto del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México al cultivo de transgénicos en las zonas mayas del sureste. El Estado se ha vuelto cómplice del abuso de mineras, mafias del narco, empresas transnacionales de transgénicos, armadoras de autos que los hacen más inseguros para el mercado mexicano…. Los costos ambientales y sociales se minimizan. Este modelo de desarrollo no puede cambiar: EPN se une a empresas de OGMs para imponer via judicial el maíz transgénico en México; la reforma energética legaliza el fracking y crea la ANSEA, una nueva burocracia aparte de la Profepa que vuelve imposible vigilar la responsabilidad ambiental; La Cofepris se rehúsa obedecer a la SCJN y crear un reglamento que permita el uso medicinal del cannabis; el gasto del ejército crece y crece y crece mientras Hacienda ( o sea Mead)aprueba que la deuda pública se duplique en solo cinco años a la vez que se impone una severa austeridad en el gasto social. Decenas y decenas de periodistas y defensores de derechos humanos fueron acosados, muchos asesinados. Hubo pueblos enteros que la violencia borró de la faz del planeta. Y parece que se ha creado un Estado dentro del Estado, un deep state que ya aprendió que puede abusar en total impunidad, ya sea torturando a civiles o perforando pozos de agua en acuiferos protegidos. No importa siquiera ya el presidente, el sistema de opresión y control funciona ya de forma autónoma. No importa la democracia, la ciudadanía… el aparato de Estado se ha puesto al servicio de un capitalismo de cuates, hasta en temas como el combate a la obesidad, y persiguiendo hasta miembros del mismo gobierno.

Por eso molesta mucho López Obrador. Ser oposición en una democracia normal es difícil, serlo en México es casi mortal. Conozco la vida complicada de activistas ambientalistas, de periodistas que escriben versiones independientes…. y su heroísmo por no permitir que México se vuelva un Estado fascista. Muchos temen que México se convierta en Venezuela, pero en muchos sentidos estamos ya peor. La élite mexicana vive cómoda en sus privadas y fraccionamientos bardeados, pero las periferias urbanas de todo el país sobreviven entre la escasez de agua y feminicidios que suceden como rutina diaria. La violencia en zonas indígenas se ha disparado por el narco, que expulsa a poblados enteros. México vive practicamente en una guerra civil no declarada, y todos los hilos llegan al Estado.

Es en este contexto que ocurre la oposición de AMLO. En 2012 había vuelto a perder, y regresó a su orígen, a la protesta. Eso le costó mucho en simpatías, dañó la economía de la ciudad que había gobernado… pero de ahí tomó un aprendizaje, y se volvió un hacker. Usó las mismas reglas del sistema pero a la vez usó las suyas, y creó Morena, entre mezcla de partido y movimiento social. Muchos podrán verlo con desdén, pero creo López Obrador es un admirable emprendedor social. De la calle, de la nada, logró de forma astuta seguir las reglas y a la vez no seguirlas, y eso enfurece a muchos.

¿Por qué el establishment está tan molesto, tan lleno de miedo? Porque ha perdido la narrativa, ya no controla el storytelling del país. El monopolio de la Verdad que juntos coordinaron el PRI y el PAN con la iglesia católica, Televisa y mucho clientelismo (desde síndicatos a algunos intelectuales) se está desmoronando. Y perder ese control narrativo les enfurece.

Les molesta que la generación más joven decida la elección, y que su voto no sea por el PRIAN. Uno de cada tres votos será de jóvenes, y millones votarán por primera vez. Y ellos decidan de forma libre les enfurece.

No quieren decidan libremente, aunque el costo de este sistema ellxs lo han pagado.

Soy profesor universtario, y veo las dificultades de mis estudiantes para conseguir un buen empleo. Algunos son privilegiados y cuentan con capital para desarrollar un negocio, pero aún así, emprender es un heroísmo en México. No veo que el Estado los apoye. Sí, están el INADEM y ProMéxico, que hacen un buen trabajo, pero sus gotas son como rocío en el desierto. México necesita un nuevo modelo económico, ya que este ni crece ni distribuye, maximiza ganancias para unos muy pocos, y socializa los costos para la gran mayoría. Por eso, siendo además un profesor de diseño de futuros, no creo podamos solucionar este modelo con el mismo mindset que lo creó en primer lugar. Necesitamos alguien disruptor, y no, ese no es Anaya, que apoyó en todo a EPN y sus reformas a través del Pacto por México. Anaya se vende como el cambio, pero solo es el PAN de antes, con empaque nuevo. En su último debate, se volcó al solucionismo tecnológico, lo que dio lugar a buenos tuits y memes. Su franqueza elitista al menos refleja que no conoce este país, y cree todo se soluciona con hackatones.

El mensaje: el Estado importa, la tecnología también, pero es solo un medio no un fin en sí mismo, y es el Estado el con un diseño de política pública centrada en la gente nos puede impulsar en donde el mercado no puede, o debe.

Mi madre, una mujer de casi 80 años, me presume que cuando era niña iba en tren del entonces DF a Guadalajara en tren, y no solo en tren, en un tren de lujo, con comedor con buen servicio, camas con sábanas, ahora es imposible… Me habla con añoranza del tranvia, que era eficiente, cómodo, silencioso… Hasta la moderna Ciudad de México cometió un error que han copiado otras ciudades, que en lugar de diseñar ciudades para humanos, son para autos. Un error queen parte cometió López Obrador con el segundo piso, pero parece aprendió. En su equipo, en su propuesta de gabinete hay varias cosas que celebro:

  • Sería el primer gabinete con paridad de género en la historia de México.
  • Tiene gente joven, como Román Meyer Falcón, urbanista que entiende que a la SEDATU le urge una visión sistémica y sustentable, y María Luisa Alcalde, experta en temas laborales y que tiene una visión fresca que le urge a un tema tan anquilosado como este.
  • Hay más mujeres que me alientan a creer que otra visión de la cultura y del desarrollo social son posibles, como Alejandra Frausto y María Luisa Albores. Ambas expertas en sus temas desde hace años, conocedoras de las regiones, y sobre todo honestas.
  • Una campaña increíble, llena de propuestas, buen humor y alegría. Tatiana Clouthier es una estrella, y su equipo digital hizo una proeza. Con poco hicieron mucho. La mejor campaña presidencial en toda mi vida.

Finalmente hay un tema complicado: la alianza con el PES, y la cierta cercanía de AMLO con temas religiosos. Me causa escozor que Morena no defienda con seguridad el Estado laico. Su extraña e innecesaria alianza con el PES, su bienvenida a Manuel Espino (que no ha renunciado a sus prejuicios), la idea de invitar al Papa a poner a los mexicanos de acuerdo (Juárez se revuelca en su tumba), la supuesta designación del Padre Solalinde en la CNDH (me inquieta esto cree un precedente, y que después pastores y curas quieran gobernar), y la reticencia del candidato de admitir el derecho de las mujeres como eso, como un derecho, y ponerlo a consulta. Al menos ha sido el único candidato que ha hablado a favor de la diversidad sexual en campaña.

Lo que hizo que mi simpatía se convirtiera en voto fue una reunión que convocó Democracia Deliberada con la ex ministra de la SCJN Olga Sánchez Cordero, designada por AMLO a ser la probable secretaria de Gobernación, la primera mujer que lo haría. Ella fue ministra en la Corte muchos años, y siempre apoyo los derechos civiles, las libertades. Está documentado, hay evidencia. Apoyó el derecho a decidir de las mujeres en la CDMX, el matrimonio igualitario, la ley de identidad de género… Se define a sí misma como una mujer liberal y feminista. A muchas inquietudes contestó: ella llevaría la política interna del país, y no lo haría el PES, y si acaso alguna ley fue aprobada por el nuevo Congreso que fuera en contra de derechos, ella la revisaría con lupa y podría recomendar al presidente, vetarla.

Algo más, y MUY importante, el próximo Presidente tiene que elegir las ternas de dos o tres ministros de la SCJN. ¿Queremos los elija un conservador que apoya la agenda del Frente Nazional por la Familia, como lo hizo Anaya? Yo al menos no. La influencia de esos ministros en la Corte puede durar 20 años, y no quiero llegar a mi vejez con remordimientos.

Anaya me preocupa especialmente porque he notado algo en la campaña: practicamente solo lo apoya gente de clase media alta urbana y blanca. Es decir, mexicanos con privilegios que no quieren perder sus privilegios. La preguntas que con respeto les haría: ¿creen que perpetuar un sistema que solo hace más rica a una minoría nos va a hacer un país más seguro para ustedes y sus negocios? ¿Creen que para gobernar en serio importa tanto saber inglés o francés? ¿Creen que necesitamos un presidente que NO cree en el Estado laico y prefiere condenar a las mujeres pobres al aborto clandestino y que los mexicanos LGBT permanezcan en el closet y sin derechos?

Entonces… todo voto es una apuesta, es un riesgo, pero no es un cheque en blanco. Pero a diferencia de muchos no puedo decidir mi voto solo por UN tema. Me preocupa que el PES pueda tener un bancada grande y suceda algo como lo que pasó en Brasil, que nuestra débil democracia sea comida por dentro por el fanatismo religioso. Me consuela hay candados, que AMLO cree en la igualdad de género, que no le teme a las mujeres, y menos a las mujeres inteligentes y liberales. Y seré el primero en criticar si existiera alguna posición que pusiera en riesgo el Estado laico. Antes de profesor y periodista soy ciudadano, y me reservo mi derecho a criticar. ¿Me puedo equivocar? Seguro, pero prefiero equivocarme con López Obrador que con Mead o Anaya. William Blake decía que el agua que no circula se estanca, y se pudre. Al árbol de nuestra democracia se le está estancando el agua que lo riesga, y se ha vuelto vinagre… urge que agua nueva riegue este árbol, antes de que se seque y muera.

El futuro no existe como bien dice Jim Dator. Futuros positivos deben ser imaginados, el mio es uno de derechos y libertades, donde la juventud tenga becas y no balas, donde se respete la diversidad genética de nuestro maíz, la columna vertebral de este territorio por ocho mil años. Este futuro preferible no es el futuro de algunos, es una utopía personal pero creo vale la pena luchar por ella. El maíz es una planta que ha coevolucionado junto con el frijoll, la calabaza, el jitomate, los quelites…. La milpa nos enseña un mensaje de cooperación. Hagamos milpa en todas partes, en escuelas, empresas, las calles… Vienen tiempos difíciles, muy complicados, pero las crisis nos han enseñado que podemos trabajar juntos. No sobreviviremos si no lo hacemos.

Vienen muchas tormentas, que nos agarren juntos, preparados diseñando futuros plurales, abiertos, para todxs. Esto fue el pasado:

Esto será el futuro:

Y lo recibiremos así:

Un voto a la vez, y este país cambiará.

Ciudad de México, 14 de junio de 2018.

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Alfredo Narváez

Investigo futuros, especialmente de la comida. Escribo en Nexos y La Tempestad.