Javier Marías: Ser y Tiempo

Antonio Muñoz
2 min readSep 16, 2022

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Ha muerto el monarca de Redonda y nos ha dejado a todos huérfanos de estilo. Javier Marías demostró mediante la literatura aquello que postuló Einstein sobre el tiempo. En sus novelas nos movíamos siempre entre el espesor y la relatividad del nublo acontecer; de las largas digresiones, las escenas prolongadas, las esperas, las pausas y el negror del oscuro tiempo con el que Marías transformaba a sus protagonistas en individuos capaces de ahondar y retorcer reflexiones hasta la profundidad misma de su identidad. Decía Marías que él no escribía para ganar tiempo, sino para notarlo y es ahí, en esa cuestión fundamental, donde engarza ese estilo de frase larga, puntación estética y estructura fractal que gira una y otra vez bajo el influjo del maestro. La prosa de Marías era hipnótica, a veces cansina y a veces vibrante; siempre introspectiva, te introducía constantemente en un juego de espejos donde una frase -generalmente shakespeariana- aparecía de cuando en cuando como una letanía, siempre con un significado diferente, siempre con la intención de hacerte reflexionar. Porque es precisamente en eso donde Marías fue único: no escribía, pensaba sobre una página; escribía al ritmo del propio pensamiento.

Sus novelas giraban siempre en torno a lo no sabido, a lo escuchado y ya imposible de olvidar, a lo que aconteció o nos contaron; en esa inmensa bruma de aquello que no sucedió, o bien pudo suceder pero fue de otra forma; sobre lo terrible de contar, de saber o de guardar en secreto; sobre lo que se ve y por lo tanto está ocurriendo o lo que se escuchó y ya ha ocurrido; sobre aquello que nos pasó o nos hicieron.

Dice Shakespeare por boca de Macbeth que la vida es una sombra que camina (Life’s but a walking shadow). Marías nos ha dejado y no habrá querido saber pero ha sabido que es ya parte de esa sombra; que el silencio llega, y que sigue sin embargo pensando, caminando ya ligero, ya sin escudo ni lanza, sin pluma ni tecla, callando y no diciendo, preguntándose por qué fue y ya no es y qué misterio hay en los que se van y ya no vuelven, en aquellos que callaron para siempre y nada dirán; y se preguntará, el ya de nuevo joven Marías, si escribir es seguir contando, si los libros mantienen la memoria, si vivir es haber escrito, si leer es no olvidar y si entonces no ha muerto y sigue vivo, aun callado, aun sabiendo; y si el dolor, el grito, el llanto y la pérdida que deja no sigue siendo, en realidad, la escritura del propio pensamiento; tarea vana y fracasado empeño, Marías ve sólo ya el polvo en suspensión, aquel que marca el lugar donde una historia termina.

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Antonio Muñoz

Nostálgico del mundo que fue. Excavo civilizaciones antiguas, leo y escribo. Es decir, pregunto.