El Impeachment a Dilma Rousseff: Razones, Impactos y Consecuencias

Raúl Bernal-Meza, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires*

CRIES
4 min readApr 26, 2016

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Dilma se encamina a un proceso de “impeachment” que puede conducirla a su destitución. La acusación se basa en que la Presidenta maquilló las cuentas públicas, en los años 2014 y 2015, para evitar que éstas pusieran en evidencia que la situación fiscal era peor de lo que mostraban los datos estadísticos y poder mantener los programas de ayuda social que formaban parte central de la política gubernamental del PT desde los años de Lula. Dilma se ha defendido diciendo que todos los gobiernos precedentes cometieron el mismo tipo de práctica, pero que sin embargo es a ella a la única que se ha acusado, lo que constituye el motivo central para denunciar un intento de “golpe de estado”. Desde este punto de vista, la razón está con Dilma.

Según mi opinión, hay dos razones por las cuales la oposición y sus ex aliados políticos han recurrido a este argumento para intentar su destitución: uno, porque es una razón aséptica, que diferencia la práctica del gobierno respecto de aquella de la oposición y dos, porque brinda una argumentación que tiene sustento institucional. Sin embargo, las razones reales del intento de destitución son otras. Primero, la corrupción de los gobiernos del PT, de la que ella, como ministra de Lula y después como Presidenta tiene buena parte de las responsabilidades, comenzando por su rol en la compra de una refinería de petróleo en Texas, en 2006, que le dejó pérdidas a la empresa estatal Petrobras por más de 500 millones de dólares, en una operación que ha sido investigada por posible irregularidades y, en particular, por el pago de sobreprecios. La segunda radica en que su gobierno condujo a Brasil a un descalabro económico, cuya débil conducción política no sólo afectó a la economía brasileña, sino que deterioró la posición e imagen internacional del Brasil como potencia emergente. ¿Por qué la oposición y sus ex aliados no fueron por el primer camino, es decir por la acusación por corrupción? Simplemente porque los propios dirigentes de la campaña por su destitución tienen acusaciones y sospechas de corrupción que son mayores que las que se le pueden achacar a la Presidenta. Escudan así sus apetitos políticos envueltos en corrupción, bajo el manto de la defensa institucional.

Los impactos de la crisis económica, que se arrastra desde hace cuatro años, condujeron a la crisis política cuyo punto de inflexión es el impeachment. Las consecuencias –por ahora de la situación, pero peores si la destitución se efectiviza- son graves, interna y externamente. Para Brasil será el inicio de una etapa de fuertes confrontaciones políticas y sociales. Un eventual nuevo gobierno, conducido por el hoy Vicepresidente, seguramente aplicará medidas económicas y financieras que afectarán el empleo y la protección social, creando un escenario de difícil pronóstico, impactando aún más sobre el empleo, el crecimiento económico y la estabilidad político-social. Externamente, la crisis se dejará sentir con más fuerza sobre el Mercosur y en particular sobre Argentina, que sufrirá las consecuencias económicas porque caerán más sus exportaciones. A nivel Sudamericano, la ausencia de liderazgo, que se ha advertido desde la llegada al gobierno de Dilma, favoreció el surgimiento de proyectos alternativos, como la Alianza del Pacífico, que no implicaron una mayor presencia de México -por vía de esta nueva propuesta de regionalismo, para rivalizar con Brasil por el liderazgo en su propio entorno- simplemente porque ese objetivo no está en los planes de la política exterior mexicana.

El deterioro de la economía brasileña puso en cuestionamiento la imagen de un modelo económico, identificado como una “variedad de capitalismo”, que ha visto afectada su credibilidad como alternativa o camino al desarrollo y ejemplo para otros países del Tercer Mundo, pero cuyas causas no están en el modelo mismo, sino en las debilidades de un liderazgo que no fue capaz de continuar la senda de Lula da Silva y que se relacionan directamente con la forma personalista de gobernar de Dilma: no escuchando consejos ni sugerencias, con falta de visión sobre el papel de Brasil en los ámbitos regionales y globales y desplazando de su entorno a los mejores cerebros que en su momento acompañaron los años dorados de Lula.

Brasil sigue siendo el gran país de la región, pero más por su pasado reciente que por su presente. En su entorno inmediato progresan otros países (Chile, Colombia) que se van constituyendo en las nuevas potencias secundarias. Afortunadamente para el gigante sudamericano no hay a la vista liderazgos presidenciales que puedan presentase o percibirse como alternativos o impulsores de nuevas alianzas. Después de la desaparición de Chávez y con una Venezuela en caída libre y una nueva Argentina que busca encontrar caminos que den respuesta a sus propios problemas, será la inercia de lo que había –Unasur, Celac- lo que seguirá impulsando la cooperación y el entendimiento regionales.

En un escenario sudamericano con un Brasil ausente, reducción de las tasas de crecimiento económico y sensación de que el buen momento ya pasó, crecerán las perspectivas de políticas liberales y la región podrá ser un campo fértil para la nueva colonización que viene desde Oriente.

*Profesor Titular de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Investigador del INTE, Universidad Arturo Prat.

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Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales