La sociedad colombiana sí quiere la paz

CRIES
5 min readOct 11, 2016

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Roberto Veiga González

El pasado 2 de octubre se realizó, en Colombia, el reférendum que debía aprobar o no el “acuerdo de paz”, gestionado en La Habana, entre el gobierno de ese país y las FARC-EP. Ganó el no, con un minino margen. El 49.78 por ciento votó a favor del acuerdo, el 50.22 por ciento lo hizo en contra y un 60 por ciento no participó.

Sin embargo, según los posicionamientos y las proyecciones que han asumidos los más disímiles actores colombiamos, una vez dado a conocer el resultado oficial del conteo de votos, el triunfo no consiste en una negativa a la paz, sino en una insatisfacción con el actual estado del “acuerdo” alcanzado. Al parecer, la sociedad colombiana sí quiere la paz, y desea que esta sea una condición para una mayor libertad y prosperidad, para una mayor seguridad y equidad.

En tanto, el referéndum que, según esperabamos, debía poner punto final al debate sobre la forma de lograr y de contruir la paz, legitimó la necesidad de continuar el proceso en busca de un “acuerdo” mayormente consensuado. Este, para muchos, debe resultar de un encuentro como sociedad, y no sólo de un diálogo entre el gobierno y la directiva de las FARC-EP. Con esto, algunos se proponen que el “acuerdo” sea capaz de deshacer, o limitar al máximo, la actual polarización acerca del tema y garantizar así una paz verdadera. Por ello, “el no” dejaría de ser una derrota del proceso, y se podría constituir en una exquisita oportunidad -hasta ahora insospechada, no prevista.

Podemos encontrar muestras de este derrotero en la serenidad y la determinación del gobierno colombiano; en los pronunciamientos del comandante Timochenko a favor del no retorno a la guerra, de la tranquilidad social, y del compromiso en la búsqueda de salidas factibles; en la disposición al diálogo de los expresidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastana, opuestos de manera radical a las gestiones pacificadoras; así como la reciente concesión, el día 7 de octubre, del Premio Nobel de la Paz al presidente Juan Manuel Santos, como muestra del reconocimiento, del compromiso y del acompañamiento internacional, expresado también a través de multiples maneras.

Sin embargo, debo precisar que la etapa siguiente será exitosa únicamente si incorpora valores tales como:

1) Considerar la paz como una solución real del conflicto y no sólo como un triunfo del presidente Santos o de las FARC-EP.

2) Que la generalidad de la población y de los actores socio-políticos, de todas las tendencias, acepten e incorporen que toda la justicia y toda la paz serán incompatibles, pues no podrá haber un “acuerdo perfecto”.

3) Un diálogo capaz de incorporar, de manera efectiva, a toda la sociedad civil y a todas las fuezas políticas, incluso (de manera suficiente) a quienes no están conformes con el estado actual del “acuerdo”.

4) En tal sentido, el gobierno y las FARC deberán comprender y aceptar que será necesario acordar ciertos puntos con quienes se oponen al actual “acuerdo”, aunque sin ceder a favor de quienes no desean la debida integración política de los insurgentes.

5) Que por esto el proceso aún demanda tiempo, paciencia y sensibilidad política; y que para ello resulta imprescindible administrar los sentimientos, por ejemplo: el temor, la impaciencia, la arrogancia…

6) Asímismo, se hará forzoso que todos cosideren que una posible nueva versión del “acuerdo” sólo podrá ser presentada a referéndum si es aceptada y asumida por las contrapartes gestoras del mismo: el gobierno de Colombia y las FARC-EP.

7) Comprender el imperativo de que un nuevo referéndum debe consiguir una amplia disminución de la abstención que padeció la anterior convocatorio –que según expertos, en Colombia siempre ronda la cifra de un 50 o 55 por ciento de la ciudadanía.

El proceso de paz de Colombia, cada vez más complejo, como suelen ser estos procesos cuando son reales, tiene el reto de aportar un modelo capaz de lograr ese ahnelo aprobado por la CELAC, de construir la América Latina y el Caribe en una “zona de paz”. La paz será imposible si no se sustenta en la participación, en el encuentro, en la deliberación y en el consenso entre toda la “sociedad ciudadana”; y desde ella se redefine un modelo de sociedad en el cual pueda identificarse toda su pluralidad, todos sus dolores y todos sus ideales. La paz, y la justicia, no serán sin que se exija responsabilidad a cada cual y sin un encuentro como sociedad. Tampoco lo será sin un compromiso a favor de una libertad responsable, de una inclusión auténtica de todos y de una creciente equidad social.

Las circunstancias han colocado a Colombia en el epicentro de esta posibilidad. De los colombiamos y de todas las sociedades comprometidas con la justicia y la paz, dependerá el éxito de este reclamo que emana de las entrañas de ese país, de la región y de la humanidad toda. La historia espera por Colombia.

Roberto Veiga González es Licenciado en Derecho, por la Universidad de Matanzas; diplomado en Medios de Comunicaciones, por la Universidad Complutense, de Madrid; realizó todos los estudios curriculares correspondientes para un doctorado en Ciencias Políticas, en el Instituto Universitario Sophia, en Florencia; y actualmente realiza estudios de posgrado en Europa. Es director del “Laboratorio de Ideas Cuba Posible” y miembro del Diálogo Interamericano, con sede en Washington DC. Ha impartido docencia como profesor de Historia del Estado y del Derecho, Filosofía del Derecho, Teoría del Estado y de las Instituciones, y Teoría de la Democracia. Se ha desempeñado como vice-coordinador nacional de la Unión Católica de Prensa en Cuba y como coordinador de la Comisión de Justicia y Paz de la Iglesia Católica en La Habana, razón por la cual organizó la X Semana Social Católica en Cuba, en el año 2010. Fue miembro del Consejo editorial de la revista católica matancera Presencia, del Consejo editorial del órgano oficial de la Iglesia habanera Palabra Nueva, y durante una década editor de la revista católica Espacio Laical, dedicada al debate socio-cultural- económico-político. Ha participado en muchísimas reuniones, eventos y colaboraciones con académicos, diplomáticos, políticos, actores sociales, empresarios y periodistas, de América Latina, Estados Unidos y Europa. Es autor de un amplio número de conferencias, ensayos y artículos acerca de temas sociales y políticos cubanos. Entre ellos se destacan los análisis sobre: justicia, libertad, igualdad, solidaridad, democracia, derechos humanos, república, libertad religiosa, trabajo y desarrollo, educación, procesos sociales y políticos en Cuba, rol de las FAR en el presente y el futuro del país, emigración cubana, así como relaciones internacionales.

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Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales