La importancia del botón

Diego
6 min readJan 24, 2017

Esto iba a ser originalmente un artículo de Wario Ware, pero mientras lo ideaba se me fue de las manos y ha acabado orientado más a esos juegos donde a la pulsación se le asocia carga emocional. Ya advierto que habrá spoilers de ciertos juegos, aunque avisaré en sus zonas correspondientes

Wario Ware

Wario Ware tenía algo que me atraía. Esa idea de montones de microjuegos de 3 segundos usando solo A, y alguna vez la cruceta, sonaba muy extraña y debía probarla pero también me daba miedo tirar el dinero, porque entonces un juego debía durarte meses y no parecía dar para muchas horas. Al final cayó.

El videojuego resumido a lo mínimo posible: una idea y un botón para una acción. No hace falta más. De doscientas ideas salen doscientas formas de traducirlas en mecánicas bastando una o pocas pulsaciones, algunas más distintas, otras similares y alguna que otra es un refrito de las anteriores (como el mundo de los videojuegos). Temáticas variadas, estéticas diferentes, objetivos diferentes, todo unido por una base común: el botón. La variedad es importante, no te acomodas en ningún momento, estás constantemente cambiado de aires en un aspecto u otro (salvo que una vez desbloqueado alguno quieras ver cuantas veces seguidas puedes completarlo, pero ya se aleja de la idea original del juego).

La primera vez que juegas cada microjuego es la más especial: en esos 3 segundos toca averiguar qué quiere el juego de ti en función de la orden que te grita, procesar la relación que existe entre ella y el medio jugable y ejecutarla con un botón. Todo el proceso de aprender a jugar a un videojuego y dominarlo pero condensado, es genial. Con el tiempo, una vez que te conoces todo el repertorio, el juego pasa a ser otro y más que descubrir como será el nuevo microjuego que te aparece pasa a ser una sucesión de identificar mecánicas y ejecutarlas (de nuevo, puedes verse como un reflejo del medio en general cuando llevas años en ello, cada vez cuesta más sorprenderte y tienes una base previa de dominio de algún género cuando te enfrentas a uno nuevo).

Con el tiempo ya no resultaba tan rompedor, las formas de reexplorar el concepto con otros controles en GBA, DS (puede que el mejor de la saga) y Wii no tenían el factor sorpresa de la primera vez que juegas a algo así, pero siguen siendo diversión instantánea. Su influencia se queda en la saga Rhythm Heaven, que tal vez sea trampa llamarlo influencia siendo de la misma gente, con muchos juegos de distintos objetivos, mecánicas y ritmos que hay que reconocer y adaptarse a ellos empleando solo el mismo botón.

Y pensando en como Wario Ware resumía los videojuegos a lo mínimo posible, que es la pulsación del botón, me vinieron a la mente momentos donde es la acción básica de pulsar la que genera las emociones. Normalmente recuerdas los momentos de los videojuegos por la historia o las sensaciones, aquí lo que se quedó en la memoria fue el pulsar y las emociones de lo que que implicaba, es un recuerdo muy físico. Estos son los ejemplos que recordé (saltad hasta la siguiente foto para evitar el texto del juego en cuestión si no quereis spoilers)

Journey (Sobre el último tramo)

Journey es precioso. El plano en el que giras una esquina y ante ti aparece la ciudad en ruinas, con la gran montaña de fondo y la luz del atardecer, debe ser de los planos más bonitos que he visto en muchos años. Siendo un juego prácticamente mudo, un botón de “canto”es lo más parecido a dialogar con los otros jugadores (de los que no sabes ni el nombre).

Tras muchas escenas preciosas, llega el tramo final: una montaña nevada y con fuertes corrientes de aire; el frío limita tus saltos y el viento entorpece el caminar. Ahora bien, cuando hay otro jugador y os acercáis el uno al otro, restauráis un poco vuestras capacidades de salto. El nivel pasa a ser un lento avance de dos personas por la nieve que deben permanecer juntas para que sea un poco menos duro. El botón de canto, cada vez más débil porque el frío te agota, se convierte en gritos de “Estoy aquí a tu lado”, “Tú puedes, venga” o “Vamos, es por aquí”. Es increíble como con un solo botón, que emite un sonido, tengas la sensación de establecer un diálogo y entenderse con alguien que ni sabes quién es. El acto de pulsar es tu lenguaje.

Metal Gear Solid (escena fuera de contexto, sin detallar la trama)

Aunque la saga tiene montones de momentos donde juega con el medio y pulsaciones de botones con gran carga emocional, como el final del 3 que es tremendo, quería centrarme en la escena de tortura de Metal Gear Solid. Hay un algo entre la relación que se crea entre la emoción sentida y el acto físico de pulsar más cercano a lo que busco aquí.

El dolor es compartido, os torturan a ambos: a Snake y a ti. Él se lleva calambrazos eléctricos y tú dedos entumecidos. Machacar el botón de forma constante es agotador, el juego quiere que que cedas y renuncies al final “bueno”. ¿Vale la pena acabar con dolor por ver otras cinemáticas al final? Venga, que no es para tanto, cede, te dejamos descansar y de paso te llevas el mejor objeto del juego cuando lo acabes. ¿Tan poco valen tus ideales de agente secreto que te vendes por camuflaje infinito? Eres responsable de Snake, sufres al igual que está sufriendo él, cada vez te cuesta más seguir el ritmo de la tortura y no quieres fallarle cediendo del mismo modo que él no quiere fallar en su misión.

Brothers: A Tale of Two Sons (contiene spoilers del tramo final)

Habíamos oído buenas críticas y dada la estructura del juego decidimos jugarlo en pareja, cada uno cogiendo la mitad del mando con los botones que controlan a uno de los dos hermanos. Todo eran risas y felicidad hasta que, llegado cierto punto, la tragedia ocurrió: el hermano mayor muere y, tras un momento bastante duro, el hermano pequeño debía seguir avanzando (y alguien de nosotros dos ya no podía jugar, claro). Media pareja desaparece, medio mando pasa a estar vacío, sin utilidad, porque ese hermano ya no está ahí. Juntos podían con todo lo que se encontraban y ahora que solo queda uno es mucho más difícil.

De golpe te encuentras ante un río que debes cruzar nadando, cosa en la que te ayudaba tu hermano mayor porque te daba miedo. No sabes qué hacer, hasta que caes y es entonces cuando lo entiendes: pulsas el botón del mando que correspondía a tu hermano, empiezas a nadar, es duro pero puedes hacerlo, sientes la fuerza de poder enfrentarte a los miedos que tenías. Tienes que superar la pérdida pero sin olvidar lo que supuso tu hermano porque ahora él (la otra mitad del mando) forma parte de ti, hay que ocupar el vacío que supuso su pérdida (sus botones) con sus recuerdos, con lo que te enseñó, que es lo que te impulsa a seguir. El simple hecho de pulsar el botón para nadar refleja toda la evolución de superar la pérdida de un ser querido.

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