Apuntes para una mejor wikipolítica

Angel MoMa
5 min readMar 14, 2016

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Hay algunas cosas que no me gustan de Wikipolítica. He tenido la cosquilla de un malestar desde hace poco pero no sabía porqué. La semana pasada llegó un buen amigo a México y platicamos sobre lo que estaba pasando adentro de la Wiki, nuestras pretensiones de horizontalidad y el trabajo que estábamos haciendo. Él me compartió que tiene muchas ganas de formar parte de organizaciones políticas en su natal Francia pero que encuentra un diagnóstico terrible que refleja de cierto modo la crisis propia de las sociedades occidentales contemporáneas.

Su plan es, a grandes rasgos, intentar unir a la izquierda francesa. Esto es, en principio, bastante complicado. ¿Son las organizaciones cristianas socialdemócratas parte de la izquierda? ¿El respaldo del Partido Comunista Francés (que llegó a tener figuras de la filosofía francesa bastante importantes, como Sartre o Althusser) al brutal régimen soviético supone necesariamente la deslegitimación de cualquier intento de izquierda? Yo creo que no. Pero ocurre algo muy chistoso en un mundo poscomunista como el nuestro, la política con compromiso ideológico (la única política en verdad, creo yo) rechaza las categorías marxistas e intenta pugnar por maquillaje barato para lo que en realidad intentan hacer. Mi amigo me contó que incluso el gobierno de la república (“de izquierda”) empieza a adoptar políticas de corte neoliberal que no son generalmente vistas como tal porque vienen de un partido de izquierda.

Esa plática me hizo pensar mucho en Wikipolítica. Es claro que existen facciones al interior, es claro que existimos algunas personas más radicales que otras. Lo que no es claro es qué tanto estamos dispuestos a defender los compromisos personales que hicieron de Wikipolítica nuestro proyecto político.

Yo, personalmente, encuentro en la Wiki una posibilidad de transformación radical de la sociedad. Más allá de los problemas más inmediatos de nuestro país, es claro que el modo de producción capitalista NO es compatible con la democracia, al menos no tal y como lo conocemos ahora. A como yo lo veo, Wikipolítica representa un movimiento capaz de desafiar no solo la praxis actual, sino la forma en que hemos comprendido el mundo a lo largo de la historia.

¿A qué voy? El progresismo me parece — sin intenciones de ofender — algo idiota. Creerlo significa asumir que existe en cada mejora tecnológica una fuerza mística que nos conducirá al mejor de los mundos posibles. El progresismo es el motor ideal del capitalismo, es la nueva fe de los pensadores ilustrados (Liebniz, Kant o Hegel) y de los románticos (como Rousseau o el mismo Marx). ¿Y en qué consiste esa visión moderna del progresismo? Ni más ni menos que en una bien fundada creencia en las instituciones como el motor de cambio de la historia. Esa es, para que lo recordemos, la herencia ilustrada al liberalismo político del siglo XIX. Una herencia que presupone la existencia de grandes héroes representantes de la voluntad general y que presupone también confianza en la ciencia y en los contratos jurídicos.

Yo todavía veo entre muchxs de nosotrxs ese resabio de modernidad ilustrada. Resabio que se manifiesta, claramente, en el estado actual de Wikipolítica. Somos un movimiento de élite, de burguesía con conciencia de clase, que pretende revivir el proyecto moderno como una propuesta plena en sí (es decir, bien justificada racionalmente y capaz de satisfacer nuestra sensibilidad). Imaginamos, creo yo, un mundo lindo donde Sanders es presidente de EUA y banda LGBTTT se integra a la “normalidad”. Donde la gente indígena forma parte de la dinámica económica y donde cada une carga en el bolso con algun libro liberal (como El Emilio o algo así). ¡Como si no hubiera barreras culturales que nos separan del resto! ¡Como si todas las propuestas de feminismo pugnaran por una entrada inmediata a un modo de producción esclavista!

El pedo, creo yo, es que el progreso como proyecto político capaz de dotar de sentido al mundo, ha caducado. El progreso es el Dios de la Ilustración, y es la razón por la cual las mentes del siglo XIX y XX dieron cuenta de la crisis de sentido que nos esperaba a la vuelta de la esquina. Ninguna persona que sea sincera consigo misma puede creer que el mundo va a ser algún día un lugar de paz y donde todos convivamos armónicamente por siempre.

La ciencia y la técnica son tan poderosas que, en manos de algunos pocos (auto)elegidos, lograron destruir buena parte del continente europeo. Ni la ciencia ni la técnica, mucho menos las instituciones, son neutrales. Cada acción política es violenta en la medida en que atenta contra un modo de hacer las cosas. Y Wikipolítica, al erigirse como un proyecto político alternativo (en el sentido de Norberto Bobbio) es una institución que está en guerra contra los modos precedentes.

Y esta guerra no es única. El terreno de la acción política es uno entre infinidad de campos de batalla donde se libran batallas por imponer una visión del mundo (teoría) manifiesta en cada acción (praxis). Lo mismo ocurre en el arte. Solo que, a diferencia de nuestra batalla política, la pelea en el arte está siendo librada bajo un común acuerdo: la crisis del arte es crisis de técnica y de sentido. Y de esta guerra, querides, no saldremos victoriosos hasta que asumamos que, esencialmente, pugnamos por una resignificación radical del mundo.

Creo que es importante que empecemos a pensar más allá de nuestra condición burguesa, de “intelectuales”, para abrazar el temor (y arma, al mismo tiempo) de la política posideológica: el populismo. Solo así podremos hacer frente a nuestra terrible realidad de organización de élite para poder constituir un proyecto político comprensible tanto para las comunidades indígenas de resistencia (como el zapatismo) como para las sociedades de clase media.

Enfatizo, así, el carácter de política de resistencia que quiero de Wikipolítica. Porque, por ejemplo, no es posible apelar a un automovilista a dejar su coche sin esperar que lo vea como un modo de atentar contra sus derechos. La justicia como un principio social, no significa pedirle permiso a la gente rica para que se baje del coche. Significa rompernos la madre para intentar organizar a la gente que sufre a causa de quienes se ven privilegiados, para que su voz pueda ser escuchada. Es claro que un planteamiento de este estilo supone una adición al modus operandi institucional de Wikipolítica. Pero las instituciones por ellas mismas no podrán hacer las transformaciones que queremos. Tarde o temprano, el Estado concebirá la resistencia como un enemigo e intentará eliminarlo, o absorberlo.

La pregunta sería: cuando eso pase, ¿Wikipolítica pasará a la historia como la nueva política moderna, o como la política wiki, colaborativa, que le de herramientas necesarias a otras personas para hacer frente, más allá de un asqueroso paternalismo institucional, al proyecto hegemónico neoliberal?

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