Es que soy muy malo para manejar el dinero

De otro modo
4 min readJun 9, 2018

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No le vayan a decir a nadie, nada más se lo cuento a ustedes… ¡Soy malísimo para jugar futbol!

Me gusta correr, me puedo enfrentar a otro para quitarle la pelota, más o menos tengo puntería pero… ¿Ya les pedí que no le cuenten a nadie? No me sé las reglas del juego. Así que siempre me ha dado miedo ganar la pelota y que alguien grite que estoy en fuera de lugar, o sacar el balón de la cancha porque no sé qué debo hacer para regresarlo. ¿Debo agarrarlo con las dos manos y aventarlo? ¿O dejar que sea el otro jugador? ¿Quién la sacó? ¿él o yo?

¿Cuándo se hace un tiro de esquina? ¿por qué se da un tiro de castigo?

Como nunca me supe las reglas y no me atreví a preguntar, nunca practiqué el futbol. Y eso se convirtió en un círculo vicioso. Me encantaría convivir con los cuates, como cualquier persona normal, pero ya les digo, no sé por qué todos de repente gritan “¡falta!”. Y por no practicar, cuando tengo un balón frente a mí, tiro el patadón y logro un avance de exactamente catorce centímetros.

Con esa historia de que no sé jugar me he pasado toda la vida. Sufro en los mundiales de futbol, cuando todos mis amigos son directores técnicos y piden penaltíes o declaran que el abanderado está ciego. Puedo vivir con eso. Le doy un trago a mi cerveza y me consuelo pensando que, de todos modos, el árbitro no los oye, al otro lado de la pantalla de la televisión.

Sé de mucha gente que declara muy contenta que no sabe manejar el dinero y entonces deja de intentar las cosas. Como no sabe manejar el dinero y no entiende eso del ahorro, pues sigue gastando en tonterías. Como no saben manejar el dinero, ni se les ocurre preguntar por las inversiones. “Ay no, eso de sacar la raíz cuadrada de la hipotenusa del rendimiento neto no es para mí”, exclaman, y dejan su dinero dormido en una cuenta de banco. Como no saben manejar el dinero, aceptan el crédito que sea y terminan pagando de intereses por unos zapatos como si hubieran comprado medio Tiffany.

Como no saben manejar el dinero, dejan que los demás los manejen a ellos, para llegar a los 30 o los 40 años quejándose de lo malo que es el mundo y de cómo el capitalismo los explotó de manera espantosa.

A ver, nadie está diciendo que no exista la desigualdad y que el que trabaja mucho se convierte en millonario. Pero sí que muchos dejan, o dejamos, pasar oportunidades o vivimos en peores condiciones de las que podríamos por no aprender un poco más sobre la forma correcta de manejar nuestros recursos. Por ahí leí que lo bueno de ser víctima es que uno nunca tiene que cambiar. Y cuando uno dice que no sabe y que siempre será malo, entonces puede culpar al capitalismo, al mundo, a Dios padre, a su padre, de tener una deudota en la tarjeta de crédito o no tener pensión o no poder pagar las medicinas.

Por eso está bien padre platicar con Sofía Macías, la autora del Pequeño cerdo capitalista. Es un libro, pero también un sitio, un método, un sistema para aprender a arreglar el relajito financiero. Ella no anda por ahí prometiendo riqueza fácil. Lo que hace es dar herramientas para que uno pueda ser más responsable con su vida.

Si yo me atreviera a preguntar qué es eso del tiro de esquina y cómo debo pararme (y cómo debo protegerme) en un tiro de castigo, podría practicar un poco más de futbol y aprender, en la medida de mis posibilidades. La intención no sería convertirme en Ronaldo o en Salah, pero sí divertirme y convivir un poco más. Lo mismo pasa con el manejo del dinero. Hay que atreverse a preguntar. Y lo bueno es que Sofía está dispuesta a ayudar.

Con ella estrenamos el Oso Oseguera y yo, el podcast De otro modo. Menciono al Oso porque él también conduce el podcast, pero el día que grabamos, se le cuatrapeó la agenda y llegó justo en el momento en que la productora nos dijo que ya habíamos terminado de grabar. No se lo pierdan en el siguiente episodio.

Por lo pronto, aquí los dejo con el primer y sensacional episodio de De otro modo, con Sofía Macías.

Aquí está el link: De otro modo, con Sofía Macías.

Originally published at robertomoranq.mx on June 9, 2018.

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