Qué NO hacer NUNCA en una fiesta swinger

Mariana y Diego
5 min readFeb 2, 2018
El Sueño de Fausto, Luis Ricardo Falero (1851–1896)

Antes de empezar, vamos a repetir lo que decimos todo el tiempo. No es verdad que haya reglas de conducta swinger. No es verdad que alguien haya escrito un reglamento publicado en el Diario Oficial de la Federación y que, de no cumplirse resulte en la inmediata revocación de la licencia sw del infractor. A lo que nos referimos los swingers cuando hablamos de reglas es a una serie de protocolos basados en la experiencia y en el sentido común. Más allá de un decálogo, hablamos de etiqueta social que, técnicamente, debería respetarse en contextos tanto libertinos como conservadores.

Sin embargo, y a lo largo de los años, hemos visto que hay ciertas conductas y actitudes a las que más vale darle la vuelta para tener una experiencia sw más placentera para todos.

No juzgues

El ambiente swinger es un sitio libre de prejuicios al que venimos, precisamente a liberarnos. Aquí, una persona, especialmente una mujer, encuentra el espacio adecuado para hacer a un lado sus complejos y ponerse esa falda que tanto revuelo provocaría en la oficina. Aquí todos sabemos que los cuerpos humanos tienen grasa mal acomodada, celulitis incómoda o calvicies nada seductoras. Éste es el espacio en el que nos atrevemos a mostrarnos como somos, porque no tenemos nada que ocultar.

Es normal que quien está acostumbrado a las pasarelas del mundo exterior, reproduzca sus malas costumbres con frases del tipo: “¡Pobre, que no tiene una buena amiga que le diga que con tan poca chichi no se rellena un escote!”. Mejor, alégrate de estar en un sitio en el que a nadie te va a mal mirar a ti por no parecer portada de revista. En este ambiente hay muchos que se cuidan y se mantienen increíblemente atractivos, pero lo hacen por ellos mismos, por que se sienten bien con lo que son y, entonces tratan bien a sus cuerpos. No lo hacer para conseguir ni tu admiración ni tu aprobación.

No bebas de más

El alcohol es el gran desinhibidor. Posiblemente porque arrastramos la tradición de Pedro Infante, solemos creer que para atrevernos, hay que echarnos un trago. Nada tiene de malo soltarse el alma, el cuerpo y, tal vez la lengua con algunas copas. Pero habría que considerar dos cosas. La primera es que si necesitamos beber para atrevernos a hacer algo, tal vez no sea el mejor momento para atrevernos. ¿Por qué mejor no intentarlo cuando nuestros cinco sentidos estén en la misma sintonía que nuestra voluntad? La segunda cosa que tomar en cuenta es un lugar común. La embriaguez es muy divertida y nada sensual. Arrastrar las erres, batallar para conseguir una erección, perder el control de los movimientos corporales, y decir necedades en volúmenes estridentes, nada tiene que ver con el erótico escenario que habíamos planeado para una orgía. ¿o sí?

No te quedes en el rincón

No seas Mariana y Diego. Lo intentamos durante muchos años y de verdad no funciona. Ser la figura patética que se esconde de la mirada de los demás, aunque sea difícil de creer, no es atractivo para nadie. Atrévanse a hablar con los demás, superen el miedo al rechazo que los marcó durante toda su primera juventud. Aquí se vale; los rechazos no son una cuestión personal. Habrá quien quiera hablar con ustedes y habrá quien no, pero nunca van a encontrarlos si se mantienen encochados en el fondo de una mesa. De esos que hablan con ustedes, hay muchos que querrán también jugar. De verdad, el porcentaje de aceptación en este ambiente es muy por arriba de lo que están acostumbrados. Si se acercan con cualquier pretexto a una pareja es casi seguro de que terminarán platicando muy alegremente. Además, si con esa pareja no resulta la coincidencia ideal para una noche de sexo en equipo, posiblemente, ellos o estar con ellos, sea una vía más rápida para encontrar a la pareja compatible. Gente, llama a gente, decía mi abuelito taquero.

No insistas

Has escuchado esa famosa frase de “No es no” un millón de veces. Pues eso. Cuando insistes y pides explicaciones sobre porqué no puedes tocar, besar o jugar con alguien, rompes un pacto nuclear en el estilo de vida swinger: el derecho que todos tenemos a decidir sobre nuestro propio cuerpo por la simple y sencilla razón de que es nuestro. Así de simple. Si preguntas, obligas a alguien a formular una razón que justifique sus decisiones. Debería ser igual en el mundo exterior, pero al menos aquí sí lo es: las justificaciones no son necesarias cuando ejercemos nuestra libertad.

Por otro lado, tampoco te conviene ser ese tipo de persona. Los rogones se ven, en todas partes, muy feos. Al insistir lo único que haces es disminuir tu puntaje de atracción. Te vuelves uno del montón, de ésos de los que todos venimos huyendo.

Además hay una tercera razón para considerar no insistir. Si te dijeron “No” esa batalla ya está perdida. Se desperdicia mucho tiempo y energía en tratar de recuperarla. Si alguien no quiere algo contigo, habrá otros y otras, que sí. En lugar de perder tu tiempo y tu puntaje salvando lo insalvable, emprende otra búsqueda y seguramente tendrás más éxito.

No hagas ruido en el playroom

Bueno, ruido sí. Lo que no está bien es que te rías. Pocas cosas son más molestas en medio de una sesión se sexo grupal que escuchar las risotadas de un grupo que, o bien acaba de entrar, o ya terminó de jugar y se estacionan en el playroom para continuar con la conversación. Hay muchas sensaciones y emociones en juego. Habría que entender que en cada una de las cabecitas que trata de disfrutar de su sexualidad hay una historia que está ocurriendo. Para algunos, tal vez, sea la primera vez que se descubren frente a tanta gente. Para otros, producir un orgasmo en otra persona requiere toda la concentración. Otros se dejaban llevar por los placenteros sonidos de la orgía y se encontraban en una suerte de trance. Es un principio básico de consideración por el otro. No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti. Piensa que a nadie le gusta que interrumpan su vibra erótica para contar chistes de Pepito

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Mariana y Diego

Pareja chilanga en los cuarenta. Sexo, swingers, poesía e historias para compartir.