Dormancia

Eneko Beraza
2 min readSep 11, 2017

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En el silencio mortal del espacio, un objeto metálico se acerca a la Tierra. Las palabras ‘NEW HAVEN’ están escritas sobre él y, aunque aparece una bandera norteamericana sobre esas letras, en la parte inferior pueden verse 10 banderas de países distintos.

Hace 15 años que partió de Cabo Cañaveral y hoy, tras océanos de café y toneladas de goma de borrar hechas virutas, entrará con la velocidad y ángulo adecuados en la atmósfera terrestre. En la sala de control ya se han repartido los puros –el representante de la empresa fabricante de los paracaídas acaba de rechazar con una sonrisa nerviosa la caja con aromas cubanos que han puesto frente a él- y los relojes sobre las pantallas indican que en el punto de aterrizaje ya está amaneciendo.

La New Haven caerá en unos minutos en algún lugar del desierto de Nevada. No es la primera vez que una sonda que trae material de otros lugares regresa a casa pero en pocas ocasiones el lugar de muestreo fue tan prometedor.

En su interior, oscuridad entre oscuridades, un montón de tierra recogida en un lugar tenebroso reposa desde hace años. Todos los países con banderas representadas en la New Haven tendrán su parte y con suerte tendrán pocas respuestas y mil preguntas nuevas con todo lo que aprendan de ella.

El jefe del proyecto, un americano sonriente con muchas más arrugas que cuando defendió el proyecto ante la NASA y otras agencias espaciales, lee los datos en sus hojas y sigue la trayectoria en la enorme pantalla con orgullo de padre, con la satisfacción de que ya todo está en manos de Newton y tres paracaídas que se diseñaron hace más de 20 años. Desea tocar las marcas de la reentrada, acariciar su nombre y desear felices sueños a su creación. Buen trabajo, New Haven. Descansa en paz.

En esa oscuridad, en el depósito de muestras, una pequeña legión duerme. No quedó más remedio: devoraron todo a su alrededor y sólo aquellos que desarrollaron un salto genético que les permitió hibernar cayeron exhaustos, hambrientos, soñando si pudieran soñar con una nueva oportunidad. No son inteligentes y no lo necesitan: su gobierno es el hambre, su ley es la destrucción. Como los nematodos de la Tierra, descansan hasta una nueva oportunidad.

Dormancia. Espera. Hambre. Aguarda el momento adecuado.

Porque llegará.

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