Se me pasará

Eneko Beraza
2 min readJan 15, 2018

--

Lo vio entrar en la habitación, tan alto, tan moreno, tan guapo … cuántos recuerdos. Ahora sentado frente a ella, alargando su mano para coger las suyas y acercando su cabeza para besarle la frente. Era hermoso.

- Te queda bien esa camisa, Manuel. Qué bien planchado vas siempre. Da gusto verte. ¿Sabes que siempre lo supe? Desde el principio, sí. Aquel día que me acompañaste a casa y me besaste con los ojos cerrados, muy apretados … lo entendí. No me importó … eras tan dulce. Tan cariñoso y detallista. Y cuando menos de un año después de casarnos nació Javier, tus ojos lo decían todo. Nos mirabas con orgullo. Había pena en el interior, lo veía, pero me hiciste muy feliz, Manuel. Adoraba verte entrar por la puerta cada tarde, jugar con Javier y sus coches, decirme que estaba preciosa aunque fuera desgreñada y vistiera una bata de boatiné. Cuando me dijeron en la carnicería que a veces salías del banco a mediodía no lo creí. Te seguí, Manuel, sí, subí detrás de ti al piso donde te encontrabas con ella: te vi en el rellano desde las escaleras y cuando se abrió la puerta no había ella. Era un hombre ¿verdad? Recuerdo que todo se hizo oscuro y que me agarré muy fuerte a la barandilla. Que me hice sangrar bajo las uñas. Lo besaste con los ojos muy abiertos, vivos como nunca. Pero hasta eso te lo perdono. Llegaste esa tarde como todas las demás: contento, vivo, jovial como un adolescente. Y ese día, llena de rabia mientras preparaba la cena, decidí que el amor era mío, que yo era todo ese cariño que sentía por ti. Nunca noté que quisieras confesar nada: me agarrabas con firmeza cuando íbamos a misa o a dar un paseo con Javier. Sonriéndome, escuchando mis sueños de ser escritora, animándome a continuar. No me importa que te fueras con otro, Manuel: me duele que te fueras infiel a ti mismo. Cuánto dolor has tenido que soportar. Pero soy egoísta: te tuve para mí, en parte, y si fue tan hermoso sólo puedo soñar cómo habría sido tenerte por completo. Estoy bien, de verdad. Déjame sola un momento. Se me pasará.

Besó su mano y lo vio abandonar cabizbajo la habitación.

-¿Cómo la has encontrado hoy, Javier? ¿Tenía buen día?

-Sólo habla de mi padre. Fue el amor de su vida.

Este relato participa en la iniciativa #relatosInfidelidad de Divagacionistas

--

--