Foto: Emergentes

Democracia genocida: nuestra deuda imborrable

Representantes de las 36 naciones originarias se reunieron el 26 y 27 de mayo pasado en el “Foro de Pueblos Originarios, Genocidio y Argentinización” en Bahía Blanca. La convocatoria fue realizada desde el espacio Marcha de Mujeres Originarias. Este primer encuentro sienta precedente y evidencia del estado de la situación en el territorio. Los cuerpos presentes manifiestan con orgullo que la historia está equivocada, que los libros los escriben los opresores, y que las naciones preexistentes habitan con determinación el territorio. Que a pesar de los intentos de neutralizar la lucha, resisten la avanzada de la máquina modernizadora que en la tierra solo ve la renta. La necesidad de reconocer el genocidio y de alcanzar la merecida reparación no es histórica, es actual: “Acá no hay descendientes. Estamos vivos y en pié de lucha”.

EMERGENTES
6 min readJun 5, 2017

--

Fotos: Hernán Vitenberg + @EMERGENTES
Texto:
EMERGENTES

El principal enemigo histórico no está en las empresas ni en las patotas, lo vemos en el siempre noble discurso patriota. La arraigada defensa de la argentina, producto de la anciana educación sarmentina, niega la presencia de las naciones preexistentes. Así, instaura la esencia de una identidad nacional que asevera con fervencia que de los barcos venimos. Es la fundación del sistema escolar nacional la que tacha la presencia de los pueblos originarios, ahuyenta al temido mestizaje, e idealiza la ilusión de la europeización. El manual Kapelusz de primaria mantiene invisibles las empalizadas de la fortaleza protectora Argentina.

La noción popular que recibimos de los pueblos originarios que habitan nuestro territorio es un caricaturesco indígena precolonial, de quien tenemos la extraña idea de que es un poco salvaje, analfabeto, que usa vocablos truncos o señas para comunicarse y que se lo engaña fácilmente con espejitos de colores. La guerra contra ellos la hicieron unos españoles de ropas teatrales y luego fueron todos borrados por un prócer con bigote que: vale 100 pesos, tiene varias calles y “conquistó el desierto”, cosa rara ya que si tan desierto estaba ¿de quién había que conquistarlo? Sin embargo, el verdadero barón patagónico actual, quien conquistó la mayor cantidad de territorios, hoy es un terrateniente italiano que hace ropa con marketing racialmente inclusivo. ¿De dónde saldrán entonces los representantes de las 36 naciones originarias (muchas de ellas transfronterizas) que llegan a un foro autogestivo para lograr la visibilización de sus problemáticas? ¿Será de los “lugareños”? Nunca mencionados por nombre propio, nunca reconocidos, son los complejos sistemas culturales, las lenguas propias que cada nación posee; sus ritos y saberes. Nunca fue mencionado el valor que la palabra tiene para ellos, que no había espacio para la mentira hasta la llegada del extranjero, del blanco, del winka. ¿Y cómo pedir luego credibilidad cuando llevamos el engaño como curriculum?

Masacre cajoneada

El establecimiento de los Estados después de la liberación española y las correspondientes guerras civiles fueron las principales excusas para poder perpetrar el genocidio más grande (des)conocido por el continente. El suelo argentino supo ser la base para campos de concentración, secuestro de bebes y niñxs, esclavización, campañas de erradicación de la lengua, con nada que envidiarle a los métodos del holocausto excepto la modernidad tecnológica. La eliminación sistemática de las etnias originarias se dio en connivencia con los distintos sectores de la sociedad que nunca consideraron a las naciones locales como sujetos de derecho, solamente parte de sus democracias como trabajadores esclavizados. Las instituciones eclesiásticas y sus métodos “educativos” incluyen, hasta hoy, el forcejeo a relegar identidades propias para acceder a las escuelas. La imposición de la argentinización sigue primando, por sobre todo lo demás.

Foto: Hernan Vitenberg

Siempre es hoy / Reparación no histórica

Ivana es mapuche, madre de 6 hijos y abuela de 5 nietos. ¿La carátula de su causa? “Terrorista”, ni más ni menos. La aplicación de la nefasta Ley Antiterrorista como dispositivo pseudo-legal de abuso hacia los pueblos indígenas va en tono con la tendencia mundial. Bajo el relato conveniente en estos casos, tanto nuestro gobierno como el chileno incrementan el número de casos de “perfiles terroristas” y causas armadas a miembros de comunidades originarias. Ivana fue, junto con otras 7 personas, baleada, secuestrada, golpeada y arrastrada de los pelos con una bolsa negra sobre su cabeza. Fueron la policía y gendarmería neuquina y los sicarios de Benetton, valga la redundancia. A los golpes, zamarreos e indiasdemierdeadas lxs arrastraron hasta la comisaría del Maitén. Maltratadxs, negadxs, lograron salir de la comisaría. Hoy siguen reclamando justicia por el brutal ataque de violencia institucional que por esas horas era un foco más del plan de represión a la comunidad mapuche del Lof Cushamen. Con un despliegue de fuerzas de seguridad injustificable, la agenda del día incluyó: ingresos ilegales a la comunidad, palazo limpio a mujeres y niñxs, incendio de hogares y robo de animales. Esto no pasó hace mucho. No es histórico. Fue este enero de 2017. El genocidio y etnocidio no es hace 500 años, no es hace 100. Es todos los días.

¿Cómo no demandar al Estado? ¿Cómo confiar en la justicia estatal, la justicia del blanco, la justicia winka? Con el amparo de los jueces y fiscales provinciales que subsisten, el Estado es represor, anti-originario. No en su definición, pero sí en su accionar. Son dispositivos que están enquistados en la política, en las fuerzas de seguridad y en la justicia. “India de mierda para que te metes en estas cosas” es la lógica de construcción subyacente, la manera de ejercer de las instituciones, de operar el Estado. En Las Grutas la destrucción tiene cara de negocios edilicios. Los cementerios antiguos están siendo arrasados por topadoras y grúas. Las tumbas de los ancestros serán el basamento elegido para emprendimientos inmobiliarios. Y mientras tanto, a los pobladores que van a protestar les dicen que allí no había nadie, que los argentinos bajaron todos de los barcos. Violando así el derecho de esa comunidad a mantener sus lugares sagrados a resguardo.

Solución final

El discurso del modelo agroexportador como única solución económica oculta los entramados de fondo que conlleva: prácticas genocidas hacia los habitantes del territorio, trabajo precarizado (y en ciertos lugares semi-esclavo), alta degradación e intoxicación del suelo, la exportación de ganancias, la dependencia externa por los insumos y finalmente el incremento de la brecha socioeconómica. El granero del mundo no da de comer a sus propios habitantes. La soberanía alimentaria alcanzada, ni siquiera es para los cerdos capitalistas. Es para puercos, pollos y otros animales chinos de forraje. Cuando los territorios ancestrales son envenenados, intoxicados y aislados llegan las mudanzas forzosas. Los caminos son cortados, los terrenos alambrados y los servicios destruidos para poder aislar a las comunidades. El remate del partido es cuando llegan las violentas patotas para echarlos. El desmembramiento de las comunidades ayuda a su erradicación y desarticulación.

Las tierras que las comunidades originarias habitan tienen un solo problema: sirven. Y en su eterna búsqueda de la renta, las multinacionales extranjeras y los terratenientes locales no dudan en hacer lo posible en busca de terrenos para la productividad: la panacea del agro, el desangrado minero o la artificial construcción de paisajes turistas.
Pero la tierra y el territorio significan mucho más para los pueblos originarios. No es la parcela para sembrar lo que importa, no son los límites, no es la demarcación. Poco sirve la mirada de un agrimensor sobre la tierra si sobre ella no se puede construir una identidad. Si no se puede hacer uso del espacio y establecer una relación social, económica y política entre el humano y el ambiente que lo rodea, no se puede ser realmente libre. “La base de nuestros derechos sobre la tierra es poder relacionarnos con las plantas sobre las que se crece, los pájaros que la sobrevuelan” –cuentan representantes Diaguitas– “Si no se puede construir una identidad y ejercer las tradiciones, si no se puede ejercer una cosmovisión, entonces no se puede ser quien es”.

Las hermanas de la Marcha de Mujeres Originarias llevan adelante una doble lucha, que representa un punto histórico de partida. En paralelo a enfrentar al poder del Estado, han logrado sobrepasar lógicas machistas y generar nuevos consensos en espacios tradicionalmente patriarcales. “Para nosotras, el apoyo de nuestros hombres es importante, pero no fundamental”, cuenta Margarita de Tierra del Fuego. El consenso alcanzado y la proclama que el Foro engendró son pasos fundamentales en la definición de la agenda política: que el Estado argentino reconozca el genocidio actual y tome las medidas necesarias para dar fin a tanta impunidad. Ejercer el cumplimiento de leyes nacionales e internacionales vigentes que están siendo violadas. El Estado es responsable. Y es tan solo el primer paso de la marcha que queda por delante.

Foto: Emergentes

--

--

EMERGENTES

Acción y comunicación. Nuevas narrativas contra la manipulación política de los medios tradicionales.