Argumentos para no pensar

Cada día me cruzo con más indicios que indican que lo óptimo para cualquier proceso creativo es no pensar. Y la vida no es más que un gran proceso creativo. El universo alcanzó la perfección que permite que nuestro neocortex “piense” sin la necesidad de que antes “pensemos” en nada. ¿Qué nos hace creer que deberíamos pensar para continuar?

Cuando pensamos no estamos en el momento, sino que proyectamos posibles futuros. Esa proyección está supeditada a nuestra experiencia previa; cuando pensamos estamos “creando” en base a la experiencia que entendemos como real, no en base a las infinitas posibilidades que ofrece el universo. Nuestro pensamiento racional es por definición limitado. En la mente del principiante hay muchas posibilidades, en la mente del experto hay muy pocas.

Las ideas creativas, según declaraciones de personajes históricos que escribieron canciones en sus sueños o idearon invenciones en la ducha, simplemente “aparecen”, no como resultado de un proceso racional y lógico, sino como un proceso natural involuntario. Las ideas simplemente surgen, como surge el patrón de un río cayendo por la montaña, y se manifiestan siempre en el momento adecuado, como se desprende del árbol la fruta madura.

La cita que abre y el concepto que cierra este texto son del maravilloso libro de Eugen Herrigel, Zen en el arte del tiro con arco.