En Cinta CENTRO.
3 min readApr 14, 2016

GIULIETTA MASINA: LA CHAPLIN FEMENINA

Juan Manuel Ibarra

Federico Fellini es un nombre que inmediatamente viene a la mente de cualquier cinéfilo cuando piensa en una lista de los mejores directores de la historia del cine. Sin embargo, por más influyente que este hombre haya sido, su persona casi siempre viene acompañada de la figura de una actriz que comenzó por ser su musa y se convirtió en el amor de su vida; no sólo eso, sino que Giulietta Masina se ha transformado en una de las actrices más reconocidas y aclamadas de toda la industria del séptimo arte.

Masina nació en San Giorgio di Piano, Italia en 1921 y comenzó su carrera filmográfica en 1946 en la película Paisà, aunque no recibió ningún crédito por su aparición. Masina trabajó con excelentes directores desde sus inicios, entre ellos Roberto Rossellini y Alberto Lattuada, situación que probablemente impulsó su talento para que terminara por ser el monstruo de la actuación que hoy recordamos. Fue en la cinta Luci del Varietà de 1950 que Giulietta compartió créditos por primera vez con su futuro esposo, Fellini, en una cinta donde él dirigía al lado de Lattuada. Masina dio vida a uno de los personajes principales del filme, pero no fue hasta La Strada, película de Fellini de 1954, en donde prácticamente todos los ojos se fueron hacia ella. Han pasado los años y La Strada es recordada como una gran pieza cinematográfica, incluso por grandes directores contemporáneos como Martin Scorsese. Es un filme que retrata la vida de una mujer que, para poder conseguir dinero para su familia, acompaña a un hombre que trabaja en circos ambulantes y sufre de experiencias tanto emocionantes como dolorosas. Anthony Quinn, actor mexicano que protagonizó Zorba el Griego, es el co­protagonista de Masina en La Strada y podemos ver que realmente esta pareja tiene química en la pantalla.

Masina siempre se caracterizó por ser una actriz que generaba un fuerte sentimiento de empatía por el público, y la palabra “entrañable” se queda corta cuando hablamos de ella. Su carisma no tenía límites y, como espectador, es en muchas ocasiones difícil verla pasar a través de momentos complicados; tanto Fellini como ella se muestran como maestros de involucrar a la audiencia dentro del filme. No es sólo en ese aspecto en el que Fellini y Masina son ejemplos invaluables, realmente creo que es digna de gran admiración la forma en que Giulietta puede actuar y Fellini dirigir con uno frente al otro sin dejar que sus presencias afecten de manera negativa el trabajo general. Para ninguno de los dos, el hecho de tener a su pareja cerca de ellos es una limitante, por el contrario, utilizan esa energía para trabajar y es esto lo que hacía que Giulietta brillara cada vez que se paraba frente a una cámara de cine que tenía a su marido del otro lado.

Giulietta no se convirtió en harina de un solo costal, a pesar de ya tener una relación emocional y laboral con Fellini, siguió trabajando con Rossellini y generando actuaciones espectaculares en cualquier pantalla y bajo todo mando en el cual se presentaba. 1957 la vio regresar con su esposo para realizar la película titulada: Le Notti di Cabiria. En esta cinta fue la primera vez que vi a Giulietta y me enamoré de inmediato. Definitivamente, hay algo en su trabajo que la hace sentir como una persona cercana a tí, independientemente de quien seas, y esto es lo que genera las fuertes comparaciones con Chaplin. En la carrera de ambos vemos muchas similitudes en la manera en que utilizan sus expresiones faciales y corporales, pero más que nada creo que la comparación nace porque el público se enamora de ellos al semejar un par de niños que, a pesar de crecer, no perdieron esa inocencia que los convierte en seres extraordinarios.

Giulietta Masina no recibe el crédito que merece. Comencé este artículo diciendo que las personas que recuerdan a Fellini y Massina son los “cinéfilos” y me parece una lástima que cuando el público en general piensa en Chaplin, Masina venga inmediatamente y por asociación a sus mentes. A pesar de esto, el testimonio de la calidad actoral de Giulietta Masina está presente en cualquier cineteca que se respete y, así seamos un millón o tres personas los que la recordamos con tanta estima y admiración, el hecho es que dejó su huella en la historia del arte que ella amó con tanta pasión.