La dieta Atkins

Hierbabuena
3 min readOct 13, 2016

Por: Alejandra Gutiérrez

¿Alguna vez has escuchado hablar de la dieta Atkins? ¿O de las dietas que son muy altas en proteína y bajas en carbohidratos? Tal es el caso de la dieta Atkins, la cual fue diseñada por el doctor Robert Atkins quien comenzó su trabajo en 1972 con la publicación de su libro “Dr. Atkins’ Diet Revolution”.

Este plan de alimentación se caracteriza por el consumo de grandes cantidades de proteínas y un mínimo de carbohidratos. Es decir un 90% de proteínas, procedentes de carnes rojas, embutidos, quesos, huevo, mariscos, mantequilla, margarina, aceites, mayonesa, mantecas, crema de leche, etc. El otro 10% restante consiste en los hidratos de carbono obtenidos de las verduras, y quedan prohibidos alimentos tales como las pastas, harinas, arroz, pan y bollería, legumbres, azúcar, bebidas alcohólicas y leche.

Este tipo de dieta entra en el grupo de dietas milagrosas llamadas científicamente “dietas cetogénicas”.

Los partidarios de Atkins afirman que, bajo su plan, puedes “comer comidas deliciosas que amas, nunca contar calorías, ver resultados sorprendentes en 14 días, alcanzar tu peso ideal y mantenerlo”. Las personas también pueden, supuestamente, comer toda la carne y toda la grasa que quieran y aún perder peso. Con un rango tan generoso de alimentos permitidos, ¿cómo podría alguien no querer seguir un programa como éste? Te explico cómo funciona.

El programa Atkins y otros similares altos en proteínas causan pérdida de peso por privar al cuerpo de los carbohidratos que nuestro sistema digestivo normalmente convierte en azúcar. Una vez que el organismo reconoce que no está obteniendo su combustible preferido que son los carbohidratos, quemará proteínas durante unos días. Pero tantos años de evolución nos han enseñado que quemar proteínas no es una gran idea. La proteína es nuestro principal constituyente muscular y sin músculos no tendremos fuerzas para nada. La quema de proteína es contraproducente para la supervivencia, así que el cuerpo no lo hará durante mucho tiempo.

Una vez que las reservas de carbohidratos son quemadas, y hemos quemado proteína por unos días, nuestro cuerpo dirá, “Está bien. Es momento de empezar a quemar grasa”. En este punto, el cerebro protesta, porque prefiere sólo carbohidratos como fuente de combustible, por lo que nuestro hígado realiza un poco de magia química y convierte la grasa en cetonas, una sustancia que el cerebro puede utilizar como energía. Ahora nuestro cuerpo está en un estado de cetosis, quemando grasa y perdiendo peso, y a la vez obteniendo acetona (pudiendo llegar a ser tóxica) como producto de desecho.

Este tipo de dieta provoca estreñimiento por falta de fibra, mal aliento por el exceso de acetona, aumento del colesterol sanguíneo, aumento de los niveles de ácido úrico, sobrecarga del riñón por el exagerado consumo de proteínas y, en algunas situaciones, riesgo cardiovascular por el excesivo de consumo de grasas saturadas.

Finalmente, las personas que siguen este tipo de dietas parecen perder peso mientras estén en el programa pero al ser una dieta muy riesgosa, sólo se aplica por una o muy pocas semanas, por lo que al regresar a la alimentación normal, el peso perdido vuelve a recuperarse pudiendo haber aumentos mayores que las pérdidas.

Lo ideal, como ya sabemos, es una dieta equilibrada donde los carbohidratos aporten entre el 50 y 60% de la energía total, incluyendo aquí cereales especialmente integrales como trigo, arroz, maíz y sus derivados como pasta, tortillas, etc., así como papas, leguminosas y muchas frutas y verduras.

El restante 40 ó 50% será entre proteína y grasas saludables.

Lo más recomendable es visitar a un nutriólogo que pueda darte una dieta específica y personalizada a tus gustos, estilo de vida y salud. Todo tu cuerpo te lo agradecerá.

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