Demonios
Mis demonios están atados
a las hebras de mi cabello,
atrapados a la sombra que dejan mis pasos,
sigilosos y cautivos,
repiquetean como susurro
y se sostienen de mi cintura,
clavándome sus garras.
Estos demonios ondulan en mi trayecto,
atraviesan el océano junto a mí,
perturban la huida,
recargan su peso en mi equipaje,
hacen más denso el recorrido
y más fuerte el sonido de las manijas del reloj,
le tienden la mano a lo nuevo
y le dan color a mi mirada,
esa que se hace más gris con las horas.
Esos demonios me persiguen furtivos,
me secuestran,
me detienen,
me atan al punto de partida,
a los pensamientos que revuelven mis neuronas,
justo al lado de mi almohada.