¿Qué debes considerar en la construcción de un Portfolio de Inversión?
Voy a recuperar en un seguido de posts mis experiencias en Investment Banking en Londres, concretamente en el periodo entre 2005 y 2010, periodo movidito con momentos de gran euforia y de gran despresión.
Hoy comentaremos qué elementos y preguntas debes hacerte al construir un portfolio de inversión.
Tu futuro financiero no es algo que debas dejar al azar. Requiere la construcción de un portfolio de inversión bien edificado y claramente orientado a objetivos.
En un mundo dónde el riesgo de mercado aumenta, la incertidumbre política se consolida y una perspectiva de retornos más bajos a largo plazo en todas las clases de activos se establece, lo bien que construyas tu cartera de inversión, marcará la diferencia como nunca antes había sucedido. Puede significar la diferencia entre un futuro confortable versus una posición de debilidad.
Contrariamente a la creencia común, la “construcción de un portfolio” no es una simple cuestión de elegir valores (acciones, bonos, real estate o inversiones alternativas) y asignar una combinación entre ellos. Es importante entender de qué forma interactúan juntos los diversos ativos, cómo se puede esperar que funcionen en un horizonte temporal determinado y qué riesgos podrían estar incluidos en ellos. E incluso esa visión es una simplificación excesiva.
En este post introductorio, me gustaría centrarme en tres preguntas que debes hacerte mientras te embarcas en el proceso de construcción de una cartera que pueda abordar tus necesidades y objetivos financieros.
1. ¿Para qué estoy invirtiendo?
Por supuesto, ésta es una declaración de lo obvio, pero muchos inversores fallan en orientar sus inversiones por objetivo. Para comenzar, evalúa:
a) ¿Qué cantidad dispones?
b) ¿Cuánto vas a necesitar en algún momento en el futuro?, y
c) ¿Cuánto necesitan ganar tus inversiones para ir del punto A al punto B.?
La pregunta más difícil: ¿es realmente posible lograr mi objetivo? En otras palabras, ¿es posible esa tasa de retorno requerida en el horizonte temporal marcado, en las condiciones de mercado esperadas en las que se está trabajando?
Considera: cuán probable (o improbable) es, y cuánto riesgo podrías necesitar tomar para lograr ese retorno. En última instancia, las respuestas a estas preguntas te ayudarán a comprender si tu objetivo es razonable, o si es necesario ajustar el horizonte temporal o tus expectativas.
2. ¿Qué tipo de riesgo puedo y estoy dispuesto a aceptar para alcanzar esos objetivos?
En la industria, a menudo cuantificamos el riesgo como un concepto matemático, como la desviación estándar. Pero somos muy conscientes de que, para los inversores, el riesgo es emocional. Y eso puede ser difícil de planificar.
Imagina que una inversión de €50.000 en un activo con un nivel anual de volatilidad del 10% podría fácilmente sufrir una reducción de €5.000 en un año determinado. Probablemente, evaluar tu tolerancia al riesgo no se trata de si la volatilidad del 10% te parece aceptable. Se trata de una pregunta más tangible: ¿puedes soportar una pérdida de €5.000 en valor en cualquier momento?
Las finanzas, especialmente las inversiones, se refieren al nivel de retorno que obtienes por unidad de riesgo. En general, se entiende que si un activo produce un mayor retorno, generalmente conlleva un mayor riesgo. Por lo tanto, antes de comenzar a construir carteras, cada inversor debe definir esta relación por sí mismo, para un período de tiempo particular. En el ámbito de las finanzas, esto se conoce en términos generales como “tolerancia al riesgo”, y es la base inicial a partir de la cual se comienza a construir una cartera.
Al calcular esta métrica, primero debes definir la cantidad de dinero que puedes permitirte perder. A continuación, calcular la métrica real es muy simple. Simplemente divides el valor en euros de los activos que puedes permitirte perder por el monto de la inversión inicial. Esto te proporcionará un porcentaje que representa aproximadamente tu tolerancia al riesgo.
Ejemplo: si has decidido que es aceptable que puedes perder €2.000 de una cartera valorada en €30.000, tu tolerancia personal al riesgo será de ~ 6,6%.
3. ¿Qué estoy dispuesto a pagar en esta búsqueda?
Los costes de portfolio se dividen en dos categorías: fees (costes de transacción o fees de administración) e impuestos. Cada uno de éstos consume los rendimientos que genera una cartera. Esa resistencia se intensifica en tiempos de bajos rendimientos.
Ser prudente en relación al presupuesto de costes significa considerar la combinación de exchange-traded funds (ETFs), inversión en índices, de bajo coste, con estrategias de inversión a través de fondos gestionados. En resumen: consideras dónde tiene sentido pagar más por las habilidades del gestor versus una amplia exposición en el mercado con inversiones de seguimiento en índices.
Por ejemplo, si un gestor activo ha demostrado la capacidad de superar su benchmark de mercado en un 1% a lo largo del tiempo, y solo pagas un 0,5% adicional en honorarios e impuestos para lograr ese rendimiento, entonces puede valer la pena, si se considera que el gestor, puede continuar esta performance a ese ritmo.
Si no identificas a un gestor que ofrezca este tipo de beneficio, entonces puede tener más sentido optar por la amplia exposición del mercado a bajo coste a través de ETF. La calidad y track record de los profesionales de un fondo es una de las claves más importantes de la performance de tu portfolio. Escribiremos en esta dirección en otro post.
Conclusión
La gestión de cartera es un arte. Es el arte de tomar decisiones de inversión correctas y ajustadas al riesgo que se adapten a un horizonte temporal específico.
Reflexiona sobre estas tres cuestiones:
Por qué quieres invertir, cuáles son tus objetivos en un horizonte temporal concreto, qué nivel de riesgo estas dispuesto asumir y qué costes asociados al retorno estas dispuesto a pagar.
En los siguientes posts empezaremos a ver cómo se hace…
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