Lo que Trump significa realmente

Jorge Galindo
7 min readAug 7, 2016

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Para muchos fuera de EEUU, Donald Trump es una suerte de caricatura, algo que demuestra todos sus prejuicios sobre los americanos. Casi parecen felices de que exista.

Para otros, Trump es menos peligroso, menos belicoso, menos mentiroso, o menos [inserte aquí su fobia favorita] que su rival. O al menos va contra el sistema. Sea lo que sea ese “sistema”. Pero allá que va. Es un troll (es EL troll, de hecho) que ataca una cosa que detestamos. Y eso ya es suficiente.

Cada vez que me encuentro con alguien sosteniendo alguna idea de este tipo me pregunto hasta qué punto habrá prestado atención no a Donald Trump como fenómeno mediático, algo tan entretenido como seguir la serie de Netflix del momento, sino a la plataforma que constituye el sustento de Trump. El excéntrico millonario que parece sacado de Regreso al Futuro II es más que una fachada de oro falso. Es la punta de lanza, la pista a seguir de un movimiento cuyos contornos ideológicos están cada vez más definidos. Por el momento, no se me ocurre otro nombre que darle que extrema derecha estadounidense. Pero se define mejor por sus componentes principales: nacionalismo, racismo y autoritarismo.

Quizás lo mejor es empezar con un vídeo. Cortito.

El New York Times hizo esta recopilación que resulta en una síntesis perfecta de lo que quiero decir. En torno a Trump se han encontrado un montón de personas que quizás pensaban que estaban solas, que tenían opiniones poco comunes, por ser amable, en los medios de comunicación de masas. “I am your voice”, gritó Trump en su discurso de aceptación de nominación de la candidatura. No sólo es su voz, sino que se ha convertido en un vehículo que ayuda a deshilachar el tabú reinante sobre ciertas posturas radicales.

Fuente: The Atlantic/RAND.

Además de su ubicación ideológica, el rasgo que más distingue a estas personas del resto es su color de piel. También hay más hombres que mujeres entre los votantes de Trump, y personas sin título universitario que con él. Pero la combinación de todas estas dimensiones da en el blanco, si me permiten el retruécano.

Fuente: Washington Post

Fuente: Washington Post/Pew. — Más sobre el apoyo de blancos evangélicos.

En una encuesta publicada por Reuters, la mitad de los votantes de Trump decía que los afroamericanos eran más violentos que los blancos; la misma proporción los veía como más “criminales”; un 40% los describía como más “vagos”.

Ni siquiera es fácil afirmar categóricamente que los pro-Trump tengan ingresos más bajos que la media de los hogares del país, así que explicar el movimiento por motivos de estricto resentimiento económico resulta difícil, aunque parece indudable que la falta de expectativas juega un papel importante.

Fuente: FiveThirtyEight/Edison/Census

Más allá de los motivos últimos, la intolerancia está ahí, como piedra de toque, rasgo que distingue a los pro-Trump incluso de otros republicanos.

Fuente: Jason McDaniel & Sean McElwee, WPSA

Pero cerremos un poco más el foco, centrándonos en el núcleo de activistas extremos que ven en Donald Trump “una oportunidad” (palabra de nazi) o incluso una “esperanza” — mejor aún: “la gran esperanza blanca”. La alt-right (“derecha alternativa”) es una amalgama de supremacismo y nacionalismo que está encantada de proporcionar a Trump todo el apoyo de que dispone. “Medios” como The Drudge Report, Breitbart o Infowars (el canal de YouTube de su fundador, Alex Jones, es simplemente alucinante) ponen su locura al servicio de Trump. ¿Que éste no lo pide activamente? ¿Que los apoyos recibidos no son responsabilidad del candidato? Bueno, cuando su discurso da alas al racismo y a la violencia, yo diría que algo hay.

Fuente: Ezra Klein/Vox — idea desarrollada en este texto.

De hecho, las conexiones existen, y son de doble vía. En las redes sociales, y fuera de ellas. El jefe de campaña de Trump, Paul Manafort, se dedicó antes a llevar al poder al alegre expresidente ucraniano Yanúkovich. Roger Stone, voz que susurra al oído de Trump, ha llamado prácticamente a la rebelión si las elecciones se pierden. Él y otros (como el anteriormente mencionado Alex Jones) están difundiendo junto al candidato la idea de un posible amaño electoral. Esta es su historia, por cierto. Para tener una bonita vista panorámica de todos estos elementos he montado una minilista de Twitter. Disfruten.

Esta es la burbuja mediática conspiranoica de tintes nacional-racistas en la que se sumergen los seguidores más extremos de Trump. En la que se sumergían ya antes de que éste fuese siquiera un candidato a las primarias republicanas. Desde luego que la alt-right, el revival de supremacismo blanco… todo ello existía desde mucho antes. A un nivel más masivo, la responsabilidad de Fox News en todo ello no debe ser pasada por alto. Como digo, Trump vino a darle voz y a facilitar que adquiriese una forma más clara para todos sus miembros, viejos o nuevos.

Volvamos ahora a abrir las miras. Quizás la mayor innovación ideológica de Trump (y la más peligrosa cuando se une a las anteriores) sea la dimensión autoritaria. El grueso del conservadurismo estadounidense se ha caracterizado en las últimas décadas por una desconfianza casi atávica del aparato estatal. Pero la plataforma de Trump no es genéricamente anti-Estado. Tal y como lo entienden sus seguidores, se trataría más de poner al Estado al servicio de quien debe estar, para asegurar su vida y su futuro. “De quien debe estar” no es todo el mundo, claro. Este nativismo estadounidense eminentemente excluyente incluye una deformación de dos dimensiones clave en democracia, que atacan tanto a la lectura liberal de la misma (pues niega el pluralismo) como a su visión más social-instrumental (pues va en contra de la igualdad como principio universal). Se trata, por tanto, de una postura frontalmente opuesta tanto al liberalismo como al socialismo democrático.

Hay quien argumenta incluso que esta “tentación autoritaria” tiene sus orígenes en la psicología social. De nuevo, más allá de las causas últimas, la consecuencia está clara: una cantidad nada despreciable de votantes parece estar dispuesta a aceptar a un candidato que pone en duda la naturaleza plural e igualadora de una democracia.

No escribo este texto para convencer a nadie de que Clinton es mejor o menos mala (tampoco es que tenga ese poder, en cualquier caso). Esto va más allá de una carrera electoral, y eso es lo que quiero subrayar. Que, pase lo que pase en la votación del 8 de noviembre, el movimiento que ha cristalizado en torno suyo seguirá ahí, condicionando al Partido Republicano, y a todo el país más poderoso del mundo. Racismo, nacionalismo, autoritarismo: extremo, en esencia. Pero al mismo tiempo complejo y caleidoscópico, como cualquier movimiento de masas. Y, este es el mayor problema de todos, lo suficientemente amplio como para que personas normales estén dispuestas a embarcarse en un viaje junto a supremacistas, cínicos o conspiranoicos, quién sabe.

El mejor artículo que he leído sobre el fenómeno detrás de Trump es este relato sobre el terreno de George Saunders. Tras un paseo impresionista sobre los mítines del candidato, en el cual se esfuerza por dibujar un retrato complejo trenzado por activistas extremos e individuos de a pie, concluye así:

From the beginning, America has been of two minds about the Other. One mind says, Be suspicious of it, dominate it, deport it, exploit it, enslave it, kill it as needed. The other mind denies that there can be any such thing as the Other, in the face of the claim that all are created equal.

The first mind has always held violence nearby, to use as needed, and that violence has infused everything we do — our entertainments, our sex, our schools, our ads, our jokes, our view of the earth itself, somehow even our food. It sends our young people abroad in heavy armor, fills public spaces with gunshots, drives people quietly insane in their homes.

And here it comes again, that brittle frontier spirit, that lone lean guy in our heads, with a gun and a fear of encroachment.

Tras leer esto les invito a volver a ver el video del New York Times. Da miedo. Puro miedo. Y, francamente, no se me ocurre por qué alguien puede sentir otra cosa.

* * *

Algunas lecturas adicionales. Solo se trata de una breve recopilación de mis favoritos. Me he limitado a piezas que subrayan la dimensión ideológica y social de la plataforma de Trump, y que están lo suficientemente actualizadas como para no resultar en exceso especulativas o superadas por los hechos. Los que para mí son otros dos aspectos clave de su candidatura, su incompetencia como mandatario y su particular relación con Vladimir Putin, quedan fuera del texto y de esta lista por obvias razones de espacio.

A brief introduction to Pro-Holocaust Twitter.

Abraham Lincoln Warned Us About Donald Trump.

America has never been so ripe for tiranny.

Donald Trump’s ghostwriter tells all.

Extremism thrives because of cowardly collaborators.

How the ‘Stupid Party’ created Donald Trump.

“If You Want to Live Here, You Need to Live by the Rules Here”.

Inside A White Nationalist Conference Energized By Trump’s Rise.

For Whites Sensing Decline, Donald Trump Unleashes Words of Resistance.

From Slump to Trump.

The Ugly Truth About the RNC: Donald Trump d Not an Outlier.

This is Trump Country.

Welcome to Donald Trump’s America.

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Jorge Galindo

Quemo cosas. En cocinas, sobre todo. Y también hablo de política. No necesariamente por ese orden.