París, 11 de enero de 2015. Fotografía de Associated Press.

Moderado

Jorge Galindo
2 min readJan 11, 2015

El Ministro de Exteriores marroquí se ha retirado a última hora de la marcha de París a favor de la libertad de expresión en la que pensaba participar en representación de su gobierno, el cual es a menudo calificado como “moderado”. Lo ha hecho, al parecer, porque en ella se exhiben caricaturas de Mahoma.

Un Ministro dispuesto a manifestarse en contra de una acción terrorista de censura pretendía, pues, que esa misma acción se repita en la propia manifestación pero en una versión suavizada, controlada, autoimpuesta o, si es menester, con ayuda del Estado.

La paradoja se resuelve al constatar que el objetivo de los terroristas y del Ministro es el mismo, como lo es el de otros gobiernos de corte islamista: el conseguir que no haya caricaturas de Mahoma porque se desvían de lo que se considera una actitud acorde, o al menos respetuosa con, un conjunto determinado de creencias religiosas. El mandatario denosta, junto al gobierno al que representa, la forma en que el terrorista ha intentado imponer dicha actitud. Pero él mismo la intenta hacer cumplir. Solo cambia el método.

La diferencia entre un asesinato y una acción simbólica no es ni mucho menos baladí, pero tampoco lo es la coincidencia en el deseo de eliminar una parte del debate. La respuesta de quien defiende la libertad de expresión solo puede ser una: que toda idea debe estar expuesta a crítica, y que quizás es precisamente aquellas cuyo ataque suscita más llamadas a la (auto)censura con una amenaza velada las que deben ser puestas a prueba. Cualquier intento de forzar respeto es, sencillamente, sospechoso de extremismo. La moderación reside exclusivamente en la capacidad de debatir y en la elección estrictamente individual de no hacerlo.

Un sistema de pensamiento cuyo objeto es ofrecer una explicación asboluta a la realidad que nos rodea derrotando y conquistando toda alternativa (sea mediante la espada o mediante la palabra) no es, por definición, moderado puesto que no pretende sino la desaparición de la opinión individual en el largo plazo. Todas las grandes religiones monoteístas corresponden a esta descripción. Más si cabe cuando cuentan con un aparato estatal para hacer cumplir la actitud que desean, el respeto que buscan.

La única respuesta posible es seguir adelante con las caricaturas, con el debate. Seguir en la calle.

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Jorge Galindo

Quemo cosas. En cocinas, sobre todo. Y también hablo de política. No necesariamente por ese orden.