Renfe, horarios y ser cuñado por un rato
El cuñadismo es un concepto que no me gusta porque últimamente dice bastante de la ignorancia o la intransigencia de quien lo usa contra otros, más que de los problemas de a quien el epíteto va dirigido. Por eso lo empleo hoy por primera (creo) y última vez, pero solo contra mí mismo. Hoy, lo confieso, he sido un cuñado por un rato. Lo digo para mostrar que en realidad todos podemos caer en la misma trampa, y que la inmediatez de la información y del comentario que nos facilita internet hace posible tanto entramparnos como librarnos.
Hace un momento Renfe ha anunciado que a las 2 AM del sábado, coincidiendo con el cambio de horario de verano a invierno, todos sus trenes nocturnos pararán por una hora para ajustarse. Primero nos lo hemos tomado a broma.
Pero luego nos hemos dado cuenta de que era verdad gracias a una nota de prensa.
Y las burlas han empezado. Jijiji, jajaja, agujeros de gusano, marca España.
Pero en seguida alguien me ha puesto sobre la pista: no es tan sencillo.
Al ponerme a mirar qué pasaba en otros países me he dado cuenta de que en realidad la mayoría parecen seguir el mismo criterio que Renfe.
Y cuando digo todos es todos.
Porque, a poco que uno se para a pensarlo, eso parece lo más lógico. Al fin y al cabo, cualquier otra alternativa supondría una serie de dilemas de coordinación muy importantes. Que no son imposibles de superar, pero que tampoco son algo que se arregle en dos patadas.
Al final, todo parecía hasta poéticamente bonito.
Mientras, muchos advertían (antes que yo, o al mismo tiempo) que nos estábamos pasando de listos. Otros seguían y siguen con las risas y quejas, adaptando el caso a sus manías personales: desde que esto es cosa del Estado depredador hasta que solo pasa en España, como si esto fuese algo que Renfe y otras operadoras no hacen desde tiempos inmemoriales.
La moraleja es doble. Por un lado, que todo es muy complicado. Nos olvidamos demasiado a menudo de lo enormemente complejo que es cualquier problema que implique coordinación social, y la solución de parar los trenes en todo país durante una hora es, en realidad, elegante en tanto que sencilla y parsimoniosa (lo cual no quiere decir que sea la mejor de las posibles, claro. Solo que no es tan mala). Por otro, que en realidad el hecho de que nos pasemos dicha complejidad por el arco del triunfo, o de que nos acordemos de ella y nos pongamos a investigar un poco antes de opinar, no cambia por tener acceso infinito a información ilimitada. Simplemente todo se vuelve mucho más rápido e inmediato, y uno puede pasar de, digamos, cuñado a prudente en una fracción de tiempo mínima.
Mientras tanto, no puedo evitar pensar en la cara de satisfecho silencio y diversión del equipo de Renfe, viendo cómo internet quita primero y da después razones a algo en lo que ellos llevan trabajando desde hace décadas. Porque a veces, sí, el silencio es la mejor manera de intervenir en un debate.