Magaluf y Navantia, más que un conflicto local

Kike Oñate
5 min readMar 2, 2017

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Fuente: Ministerio de Asuntos Exteriores

Ambos casos son exageradamente diferentes salvo en un punto, el componente ético-moral que parece no importar al Gobierno central

Por Kike Oñate (@kikeeonate)

El pasado domingo el programa “Salvados” trató el tema del desempleo en Cádiz y cómo la oferta de construir unas corbetas (barcos de guerra ligeros) se ha convertido en una esperanza para muchos gaditanos desempleados.

La polémica está en que muy probablemente se vendan a Arabia Saudí, país conocido principalmente por vulnerar brutalmente los Derechos Humanos. El actual alcalde es José María González Santos (Kichi), miembro de Podemos y de la vertiente anticapitalista, por lo que las contradicciones están servidas.

Kichi dejó muy claro que el contrato entre Arabia y Navantia “es necesario porque en la ciudad significa trabajo”, reclamando que “nos encantaría tener otra carga de trabajo, pero son otros lo que deberían encargarse de buscar otros pedidos”.

Se defendió diciendo que “no puede recaer la paz mundial sobre Cádiz, nosotros no decidimos sobre guerras

Kichi dice en varias ocasiones que “no se puede enfrentar a rehenes del paro contra víctimas de la guerra, los culpables no están en Cádiz”, o “necesitamos una alternativa a la industria militar para no depender de contratos con Arabia Saudí”.

Esto no es nada nuevo, ciertos empleos repercuten negativamente en la vida de otras personas o en el territorio. Por ejemplo, la construcción de una autopista realmente innecesaria destruirá un entorno natural único. Sin embargo, que los trabajadores no tienen que ser los que decidan qué se produce y para qué, es cuestionado por otros sectores.

Desde lavozdelsur.es, Francisco José Cuevas Noa critica la posición que ha tomado Kichi respecto a las corbetas. “Ser antimilitarista y estar a favor de las corbetas para Arabia Saudí es algo intragable”.

Durante el artículo cita a un compañero de sindicato y profesor de filosofía: “¿Por qué no fabricamos minas antipersona en Cádiz para dar de comer a los parados? Por cierto, los nazis crearon muchos puestos de trabajo. Exterminar judíos daba mucho empleo. Y los que fabricaban el gas venenoso no tenían responsabilidad alguna, al parecer”.

Ya lo decía Hanna Arendt. Esto es la banalidad del mal. Entre todos destruimos el mundo, pero nadie es responsable. Sólo obedecemos órdenes. O buscamos justificaciones para no elegir lo más justo”.

El caso mallorquín

El conflicto moral que padecen en Cádiz es mucho mayor que el que ocurre en Magaluf, pero este último no se queda corto.

¿Por qué se toleran ciertas actividades inmorales que en otros lugares del Estado y del resto de Europa son intolerables? La respuesta es que el beneficio, como siempre, se antepone a lo éticamente correcto.

Los trabajadores dependientes de este tipo de turismo no se cuestionan estas acciones y, si lo hacen, las tienen que permitir porque no hay otra alternativa. Igual que en Cádiz, los obreros no pueden permitirse el lujo de prescindir de un trabajo por las posibles consecuencias que pueda tener la construcción de los buques de guerra. Algo totalmente comprensible.

Cuando hablamos de Magaluf, no estamos hablando simplemente de jóvenes que vienen una semana a un hotel y se emborrachan cada día. Nos referimos a todas las actividades delictivas y nada cívicas consecuencias de un modelo turístico que ha ido degenerando desde los años sesenta.

Felaciones a cambio de copas (mamading), violaciones, peleas, jóvenes que se tiran de balcones (balconing), muriendo en muchos casos, tráfico de drogas, prostitución y trata de personas, suciedad, mayor consumo de unos recursos limitados, destrucción del paisaje en pos de más espacios para aumentar el número de visitantes y una lista que parece no acabar.

El efecto del turismo masivo invisibiliza la cultura autóctona, substituyendo la toponimia original para que sea más atractiva a cierto sector anglosajón o germano. Además se excluye a los residentes de ciertas zonas por la peligrosidad o debido a la molestias que causa transitar por según que áreas cercanas a Magaluf.

Fotos colgadas en cuentas de Twitter.
1. Foto colgada en un perfil promocional de Twitter 2. Publicidad de un PartyBoat
Fotos: Ultima Hora — José Barceló / Michel’s

Todo esto se permite socialmente por la presión que ejerce el lobby hotelero y la falta de propuestas alternativas para una reconversión turística de la zona. El Govern Balear no reacciona y tampoco tiene capacidades para terminar con esto. Kichi dijo en el programa que “nosotros tenemos contradicciones porque tenemos conciencia. El PP no tiene contradicciones porque no tiene conciencia, porque tiene la conciencia limpia de no usarla. Yo no estoy en contra de que se construyan nuestras corbetas y no estoy en contra de que Felipe VI viaje a Arabia Saudí para traerse las corbetas a la Bahía de Cádiz”.

En Balears, como en muchos otros lugares del Estado, la inconsciencia del Partido Popular, pero también del PSOE, ha permitido aberraciones como Magaluf, negando alternativas y obligando a los trabajadores a permitir decisiones poco éticas.

Los dos casos trascienden lo local, pues es algo moral. Algo que debe ser atendido por toda la sociedad y no debe dejarse arrinconado, afectando solo a los que padecen las consecuencias de la dependencia salarial.

Fuentes consultadas:

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