Algún día, Jenny *

Misapekas
3 min readAug 15, 2016

Tres lanzamientos de martillo le bastan a la argentina Jennifer Dahlgren para quedar eliminada de Río. En el primero marca 63,03 metros (12 metros menos que el mejor lanzamiento del día). Los otros dos son nulos porque pegan en la red que rodea a los lanzadores. “Termina la actuación de Jenny, con otro nulo”, nos relata Bonadeo. Jennifer se lamenta, saluda sin ganas, se pone la camperita deportiva y comienza a guardar sus cosas en el bolso. “Decepcionante actuación”, titulará algún diario. “Tanto entrenar para eso”, dirá alguien mientra se clava una empanada. Minutos después, Jennifer habla con Bonadeo. No llora porque su caudal lacrimógeno se gastó en Londres 2012 cuando sus tres lanzamientos fueron nulos. Ahí sí que no tuvo consuelo. Ahora toda la fuerza que exhala su gran cuerpo parece esfumarse cuando tiene que ponerse la cucaracha en la oreja y hablar frente a la cámara. Pero no se rompe, Jennifer. Dice que lamenta los lanzamientos nulos, que salió a arriesgar pero no se dio, que igualmente está conforme, que tuvo que pelearla mucho para llegar a estos juegos, que el resultado no la acompañó, como si el resultado hubiese metido un gol en el arco equivocado, como si el resultado no hubiese colaborado con ella, con Jennifer.

“Un resultado malo o una medalla codiciada no nos definen”, escribe en su Instagram como una manera de decírselo a sí misma. Jennifer quisiera creer que las 23 medallas de oro de Phelps no definen a Phelps, que los récords de Usain Bolt no definen a Bolt, que los metros saltados por Yelena Isinbáyeva no definen a Yelena, que el diez perfecto de Nadia Comaneci no define a Nadia, que la vergonzosa participación de Trevor Misapeka no define a Trevor. Pero lo hacen, Jennifer.

Aunque no por completo. Cada medalla, cada récord, cada campeonato va a parar a la punta de ese iceberg que vemos y admiramos todos los días, pero que se mantiene en pie por los ocho metros de historia, de entrenamiento y de dolor que tiene debajo. A la punta de iceberg de Jennifer la sostienen una infancia llena de bullying, sus compañeros de colegio midiéndole la espalda con una regla, sus otros compañeros dibujando una heladera en el pizarrón y escribiéndole “Jenny” encima, el odio a su colegio, las ganas -supongo- de ponerlos en fila y revolearlos de a uno. Metros y metros de material para los cuentos infantiles que quiere publicar algún día.

“No salió, así es el deporte”, nos dice Jennifer y zanja cualquier discusión porque no hay argumentos que derriben esa verdad. Los que nunca llegamos a asomar la punta de nuestro iceberg nos olvidamos de que a veces las cosas no les salen ni a los mejores. Si no preguntémosle a Messi.

@luruarte

*El mató a un policía motorizado

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