Colombia se fue y me rompió el corazón

Misapekas
5 min readJul 6, 2018

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Oiga. Mire. Vea. Pues. Parce. Berraco. Guayos.

Resulta que en un país cruzado por la guerrilla, las fuerzas paramilitares, el narcotráfico y la pobreza, asoma una generación de jugadores de fútbol que consigue lo que está reservado para casi nadie: inspirar. Que juegan contra la Argentina, su padre futbolístico. Y ganan. Entonces se destraba el siguiente nivel de popularidad y ya no se llama popularidad: de golpe son leyenda.

Eh, Ave María. Hágale, pues. Qué chimba.

Amo a Colombia. Mejor, amo al Eje Cafetero. Mejor, amo lo paisa.

No fui nunca, no tengo amigos ni amigas colombianos. Tengo a García Márquez. Tengo a Shakira, pero no cuenta. Tengo a Carlos Vives. Tengo a Juanes, pero es a Colombia lo que Drexler a Uruguay así que tampoco cuenta. Tengo encima la Colombia que tenemos todos.

Y por ahí un poco más.

Tengo vistas más de veinte series colombianas y varias películas. La Cadena Caracol es mi luz y mi guía.

Escuchar el canto antioqueño es mi música preferida. El voseo laxo, el usted amoroso, el “pues”, el “dizque”, las eses intensas. El calor caribeño derramándose de las bocas.

Colombia me enamora.

Natalia ya viste la serie de Netflix, escribí sobre la serie, dale escribí sobre la serie.

Con esa línea plantada en un WhatsApp errático de Misapekas comencé a ver La Selección. La primera temporada tiene 76 capítulos. La segunda, 70. Voy por el 29 de la primera –me faltan 117– y ya sé que soy más del tipo Valderrama, no tanto del de Asprilla.

La Selección es una serie con cuatro protagonistas, los jugadores emblema de la Colombia dirigida por el Profesor Maturana entre finales de los 80 y comienzo de los 90: René Higuita, Freddy Rincón, Faustino Asprilla, Carlos Valderrama, son el cuarteto heroico; la Liga de la Justicia más cafetera que vayas a encontrar.

No voy a ser imparcial, mi preferido es Higuita. ¿Vieron su demencial escorpión?

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Me dicen que si Higuita hubiese nacido en estas pampas se llamaría Hugo Orlando Gatti.

Primera escena de La Selección: un cronista, micrófono en mano, en algo que podría ser los pasillos de algún vestuario, dice, colombianamente: “aquí estamos en el estadio de River, en el Monumental, el de la gran final del 78. Septiembre 5 de mil novecientos noventa y tres, fecha que puede resultar histórica para Colombia”.

Todo el relato de la serie está montado sobre una arquitectura de flashbacks. Vida de los jugadores — el partido contra Argentina por las eliminatorias Estados Unidos 94. Amores de los jugadores — partido contra Argentina por las eliminatorias Estados Unidos 94. Pases de los jugadores — partido contra Argentina por las eliminatorias Estados Unidos 94. Fracasos de los jugadores - partido contra Argentina por las eliminatorias Estados Unidos 94. Y todavía no llego al final de la serie, pero supongo que este copy paste podría ser larguísimo.

No fue un partido más para la selección colombiana ni para el fútbol colombiano. La hazaña del 5–0 contra Argentina cambió el rumbo y el posicionamiento de Colombia frente al fútbol mundial. Argentina fue el rival necesario para crecer.

René Higuita, John Alex Castillo, Carlos “El Pibe” Valderrama, Edgar Vittorino

Otras escenas:

René Higuita media entre el director del Atlético Nacional y los jugadores. El club les debe tres quincenas y una premiación. No van a jugar hasta que les paguen lo que les deben. René negocia. Habla con uno, habla con los otros. Consigue que los jugadores cobren y que el club le de el carro que le habían prometido, un Renault 6 verde como el color del Nacional. Cámara a cara de decepción de José René Higuita. No esperaba un Renault 6.

Freddy Rincón sale de Buenaventura para Bogotá, va a prueba al Expreso Rojo, va sin contrato pero el representante le dice que cobrará sueldo. Su madre llora, le da la bendición y él viaja. En Bogotá el hotel donde iba a vivir no era un hotel sino una pensión. El club no sabía del arreglo con su representante, porque no había ningún arreglo y lo mandan a entrenar con la reserva del equipo. Freddy llega a la pensión, triste y confundido y se da cuenta de que lo robaron. Sin chiros y sin guayos. A Freddy el sueño del fútbol profesional se le rompe.

Faustino Asprilla se prueba en el Club Deportivo Escuela de Fútbol Carlos Sarmiento Lora. El partido es contra Los Azucareros, o sea, el Deportivo Cali, o sea, el club de El Pibe Valderrama. Faustino está nervioso y cree que es una buena idea calmar los nervios con uno, dos, tal vez tres tragos de aguardiente. Empieza el partido, Asprilla marca a Valderrama y mientras lo marca le dice que cuando termine el partido le de la camiseta firmada. No se lo pide, se lo dice. El Pibe siente el aguardiente que un rato antes tomó Tino, le dice que no puede jugar borracho. El partido sigue. Asprilla y Valderrama chocan en una jugada, se pelean. Roja para los dos.

“Pibe me dicen
Soy el nuevo diez
Salí de pescaito a hablar puro francés”

Carlos Alberto Valderrama Palacio aparece en pantalla, suena su canción, dice “todo bien”, lo dice todo el tiempo, lo dice siempre. El Pibe es recto, es leal, es un deportista blanco. Su mujer, Clarisa, le tiñe el pelo. El Pibe tiene destino de héroe.

Colombia ya no está en Rusia.

Los pelaos se devolvieron achantaos para Medello. Los pirobos hijoeputazos de los ingleses los dejaron fuera del mundial llorándole a la cucha. Habrá que guardar los guayos hasta dentro de cuatro años y estar avispado, ponerse bien berracos, pues.

Este Mundial no se cansa de romperme el corazón.

@natmorenocasco

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