Aplebeyamiento y nobleza

Luis Daniel González
4 min readNov 4, 2014

Rehago esta nota el 4 de noviembre de 2019.

En vísperas de unas elecciones, dos citas de Dietrich Bonhoeffer tomadas de sus cartas desde la cárcel.

Una, que se puede unir con la idea de que «contra la estupidez hasta los dioses luchan en vano» (cita de Schiller que yo leí a Claudio Magris), dice así:

«Para el bien, la necedad constituye un enemigo más peligroso que la maldad. Existe la posibilidad de protestar contra el mal, de ponerlo al descubierto y, en caso necesario, de evitarlo por la fuerza; el mal lleva siempre en sí el germen de la autodestrucción al dejar en el ser humano, como mínimo, una sensación de malestar.

En cambio, frente a la necedad carecemos de toda defensa, no somos capaces de hacer nada contra ella, tanto si nos valemos de protestas como si utilizamos la fuerza: las razones no surten efecto; el necio deja de creer sencillamente en los hechos que contradicen su prejuicio — en tales casos incluso se muestra crítico — ; y si los hechos simplemente son inevitables, simplemente los desecha como casos aislados y sin importancia.

Así, y a diferencia del hombre malo, el necio se siente satisfecho de sí mismo, e incluso puede llegar a ser peligroso cuando, levemente irritado, pasa al ataque. Por ello es más necesaria mayor precaución frente al necio que frente al malo».

Otra, que se podría incluir en lo que se describe tan bien en La olvidada idea de la nobleza de espíritu, es esta:

«Nos encontramos en medio de un proceso de aplebeyamiento de todas las capas sociales, mientras que al mismo tiempo asistimos al nacimiento de una nueva actitud noble que vincula entre sí a un círculo de personas de todos los estratos sociales existentes.

La nobleza nace y se mantiene mediante sacrificios, mediante el valor y mediante un claro conocimiento de lo que uno se debe a sí mismo y a los demás; mediante la exigencia natural del respeto que corresponde al ser humano, y mediante la salvaguarda igualmente natural del respeto debido tanto a los superiores como a los inferiores.

Se trata en todos los frentes de recuperar unas vivencias de cualidad ya soterradas y un orden basado en la cualidad. La cualidad es el mayor enemigo de toda masificación.

En el aspecto social, esto significa la renuncia a las pretensiones de alcanzar posición, la ruptura con todo el culto de la personalidad, la mirada libre hacia arriba y hacia abajo — sobre todo en la elección del círculo de amigos íntimos — , la alegría de una vida oculta y el valor para la vida pública.

En el plano cultural, la vivencia de la cualidad significa el retorno desde el periódico y la radio, al libro; desde el ajetreo, al ocio y al silencio; desde la distracción, a la concentración; desde la sensación, a la meditación; desde el ideal del virtuosismo, al arte; desde el esnobismo, a la modestia; desde la desmesura, a la mesura.

Las cantidades se disputan el espacio; las cualidades se complementan mutuamente».

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Dietrich Bonhoeffer. Resistencia y sumisión. Cartas y apuntes desde el cautiverio (Widerstand und Ergebung. Briefe und Aufzeichnungen aus der Haft, primera edición en 1951). Salamanca: Sígueme, 2008; 255 pp.; col. El peso de los días; edición de Eberhard Bethge; trad. de J. J. Alemany y Constantino Ruiz-Garrido; ISBN: 978–84–301–1598–3.

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Luis Daniel González

Escribo sobre libros, y especialmente sobre libros infantiles y juveniles, en www.bienvenidosalafiesta.com.