Cómo soportar el peso de las palabras

Sin morir aplastado

Macarena Gil
3 min readJan 19, 2019
Nayyirah Waheed

No sé quién es el autor de la famosa frase “A las palabras se las lleva el viento”. ¿Cómo el viento va a llevarse algo tan pesado?

Porque las palabras pesan. Unas más que otras, por supuesto. El peso de cada palabra depende del emisor, del receptor, de las circunstancias y de tanto más que no controlamos. Un “Hola” de un desconocido en un ascensor va a ser igual que una pluma que nunca termina de caer al suelo. Sin embargo, ese mismo seco saludo de un padre a un hijo que no ve hace años va a sumar toneladas a una mochila probablemente ya muy cargada.

Pero ¿cómo es que logramos soportarlo? ¿Cómo nos pasamos una vida entera escuchando y leyendo palabras dolorosas sin hundirnos por su peso?

¿Cómo yo dejé de hundirme? Con más palabras: apagué el fuego con fuego.

Todos los días recibo palabras que duelen (de mis hijas, de mi familia, de desconocidos, del gobierno, de prácticamente cualquier parte). Sufro. El dolor es tangible y solía guardarlo así tal cual, a veces, durante años, lleno de incertidumbres que iban acumulándose y aplastándome. ¿Por qué dijo eso? ¿Cómo pudo decirme eso? ¿Qué quiso decir con eso?¿Por qué NO me ha dicho eso? ¿Qué significa que diga eso?

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