Amores y arrepentimientos

Meryone
2 min readApr 20, 2018

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A veces me sorprendo pensando en cuantísimo amor o paciencia o comprensión (o tiempo o energía) le di en algunos momentos de mi vida a gente que creía que eso era lo que necesitaba y a quien no le importaba en absoluto de donde vinieran las atenciones con tal de que las hubiera.

Se me suele pasar rápido porque son momentos tontos en que me acuerdo de esta persona o de esta otra. No de la gente que hace siglos que no ves porque la vida pero ojalá verla, sino de gente que ay, menos mal que ya no está. Gente que normalmente fue ella quien se alejó y, en el mejor de los casos, tú no la buscaste. Otras veces no hubo tanta suerte y se fueron con agravante de cristito. El paso de algunas por mi vida lo llevo grabado tan intensamente como si en vez de personas fueran hierros al rojo.

También pienso que si escribo sobre esto, la única persona a quien podría llegarle un eco y pensar que me refiero a él es la única a quien no me refiero. No puedo alegrarme más de haber dejado de quererle pero no me arrepiento en absoluto de haberlo hecho (y lo hice más intensamente que nunca antes -y probablemente después-; muchísimo más de lo que sabía que se pudiera querer). Si no llego a hacerlo, jamás me hubiera dado cuenta de todo esto.

Y sonrío y siento que no es la primera vez que pienso que eso en concreto es la principal diferencia entre él y yo. Que él pudo coger todo el amor que yo tenía para darle y convertirlo en horror y yo coger todo ese horror y convertirlo en algo de lo que aprender. Aprender cosas era, antes de que él me matara, una de mis actividades favoritas. Volverá a serlo.

Y recuerdo con una sonrisa mucho más grande al muchacho que me dio un abrazo y un beso en el pelo una de las últimas veces (pero a él era la primera y la única) que conté la misma historia sin poder parar de llorar, nueve meses después de que sucediera, y me dijo “tú quédate con que fuiste tú quien fue capaz de tanto amor y que fue a él a quien no le importó que estuvieras así”. A veces no son una cosa tan terrible, los muchachos.

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