Haciendo eco a las voces de trabajadoras sexuales

Introducción, aclaraciones e índice

Misha
6 min readJan 28, 2019

¿Qué es la prostitución? “Es la acción de vender los principios y la ética de un valor monetario”, respondimos. Por eso no somos prostitutas. ¿Sexoservidoras? “Es estar dispuestas a que el amo nos tome en el momento en que se le antoje. A que nos use y nos tire”. Tampoco somos sexoservidoras.

Somos trabajadoras sexuales porque ofrecemos un servicio sexual y recibimos una retribución económica por él. (…) No somos víctimas, o en todo caso lo somos de un sistema que va haciendo al rico más rico y al pobre más pobre.

–Taller de Periodismo Aquiles Baeza, (2018). Putas, activistas y periodistas. México, Desinformémonos Ediciones

Introducción

Voy a empezar haciendo una pregunta: Acá entre nos, ¿de dónde viene la información que conoces sobre las trabajadoras sexuales? A menos que tengas una relación cercana con alguna, o tú misma seas trabajadora sexual, es muy probable que tu conocimiento venga de representaciones hechas por terceros, a través de la cultura pop, los medios masivos de comunicación o la academia.

En muchos medios, instituciones, legislaciones e investigaciones pesa tanto la influencia de las ideas preconcebidas que se terminan borrando matices importantes. Muchas veces no se hace una distinción entre trabajadoras sexuales y quienes están en situación de trata para explotación sexual; todo se etiqueta bajo el término “prostitución”, una palabra fuertemente cargada de misoginia, estigma y desprecio. En el imaginario colectivo algunas veces son víctimas absolutamente indefensas, una multitud de damiselas en apuros reducidas a números y estadísticas. En otras ocasiones, cuando no entran en esa narrativa, se convierten en malas mujeres: egoístas, sucias, que esparcen enfermedades y no se respetan a sí mismas. En todo caso, se les ve como seres unidimensionales, que necesitan salvación o redención, sobre quienes ya se emitió un juicio y, de una forma u otra, se esperaría que dejen de existir.

No fue hasta que encontré textos y material audiovisual realizado por ellas, o diseñado para escucharlas, que aprendí sobre sus sueños y esperanzas, sobre las realidades y matices de su trabajo. No sabía que muchas son madres, o que tienen parejas; que algunas han sido tanto trabajadoras sexuales como sobrevivientes de trata, que algunas otras son estudiantes o secretarias que llevan una doble vida; que hay más diversidad de edad de lo que uno se imagina, pues hay mujeres que ejercen después de los 50 o 60 años; que el trabajo sexual existe en muchas modalidades, algunas que no se centran en los genitales y otras ni siquiera involucran contacto físico; que las trabajadoras sexuales son personas tan complejas como cualquiera, y que están por todos lados, al grado de que ya conocía a algunas (y alguno) pero no me habían contado esa parte de sus vidas. ¿Qué tanto se escucha no lo que se dice sobre ellas sino directamente A ELLAS?

De ahí nace el interés por realizar esta recopilación de testimonios y discursos: charlas TED, entrevistas, documentales y ensayos, entre otras cosas. No pretendo apropiarme de ellos, o ser tan condescendiente como para fingir que yo “les voy a dar voz”. Simplemente busco hacer eco de lo que cada una tenga qué decir por sí misma. Ahora sí que estoy pasando el micrófono.

Algunas aclaraciones

¿Cuál es la diferencia entre trata y trabajo?

Cualquier forma de labor se realiza bajo un espectro de posibilidades de elección. Desde nula elección, es decir, trata o esclavitud moderna, hasta completa libertad de elección, algo que problablemente sólo poseen un puñado de personas el mundo (como Ivanka Trump o Jeff Bezos). La línea que divide lo que se considera trabajo de lo que se considera trata o esclavitud moderna no es fija, depende del contexto y la situación específica, pero, de forma general, podemos decir que aquellas personas que son adultas y tienen al menos cierta capacidad de elección sobre las labores que realizan son trabajadoras, mientras que quienes son menores de edad o no tienen elección porque se encuentran bajo la vigilancia de algún tratante que les reclutó, trasladó y hospeda en un espacio de su control, se encuentran en situación de trata.

La trata de personas rara vez corresponde a la imagen que Hollywood ha pintado de ella. Quienes están en situación de trata no suelen ser personas blancas de clase media alta que secuestraron en la calle y se llevaron de contrabando a otro país, porque aunque llega a suceder, en realidad es una porción muy pequeña de los casos. Más comúnmente las personas en situación de trata son quienes vienen de un entorno donde previamente no había acceso a muchas oportunidades. La desigualdad social, el racismo, el machismo, el control de fronteras, la falta de redes de apoyo y el capitalismo, que nos pone a competir con la promesa falsa de que el esfuerzo es el único requisito para una vida digna, son las causas de la esclavitud moderna. Es por esto que la trata sucede prácticamente bajo nuestras narices y aún así no es fácil reconocerla: son los “empleos” del sistema carcelario estadounidense, los albañiles y jornaleros que ganan menos del sueldo mínimo, las mujeres que están en una maquila para Forever21, las menores de edad que crecieron en pobreza extrema y su mejor opción es un matrimonio forzado, las mujeres y menores indígenas que realizan labores domésticas para patrones que no les otorgan prestaciones. La mayoría de personas tratadas no abandonan la situación en la que se encuentran porque no tienen una mejor opción, no porque estén corporalmente restringidas. Hay menos cadenas físicas que sistémicas.

En ese entendido, el trabajo sexual es el intercambio económico por un servicio sexual que se da cuando quien lo ofrece tiene cierto poder de decisión, ya sea sobre las especificaciones del servicio, quiénes acepta como clientes, el espacio en el que ejerce, el precio que cobra, sus horarios, etc. No depende tanto de si hay intermediarios o no, sino de la relación de poder que tengan con éstos. Muchas mujeres han sido tanto trabajadoras como sobrevivientes de trata: algunas empezaron gestionando su trabajo por su cuenta, y después entraron en una relación abusiva donde su pareja era el tratante; algunas otras comenzaron a ejercer por supervivencia como menores de edad, lo que bajo cualquier circunstancia es trata, pero una vez que fueron mayores de edad continuaron ejerciendo como trabajadoras; otras trabajaban de forma independiente hasta que se implementaron leyes que criminalizaban a sus clientes o a los espacios que les permitían anunciarse, como el modelo nórdico o FOSTA-SESTA, y por falta de ingresos suficientes y opciones laborales recurrieron a tratantes para sobrevivir. La relación entre trabajo sexual y explotación sexual es mucho más cercana y compleja de lo que uno esperaría, es por esto que las organizaciones de trabajadoras sexuales que luchan por sus derechos suelen también luchar contra la trata, y las estrategias que mejoran las condiciones de vida de las trabajadoras sexuales pueden también mejorar las de las víctimas y supervivientes.

Lo último que pretendo es hacer una apología de la explotación, o de la cosificación de las mujeres, o del patriarcado, pero creo que para poder erradicar un problema primero se tiene que comprender en toda su complejidad, y que en la búsqueda de soluciones no se debe dejar a ninguna mujer atrás. También creo que nosotras podemos ser sexuales como sujetos (no sólo como objetos), pero tampoco pretendo romantizar el trabajo sexual, pues mi prioridad es no imponer narrativas: el trabajo sexual puede ser tan humillante, inocuo o positivo como cada mujer trabajadora sexual lo viva por sí misma. Esto es sobre ellas.

Punto de enunciamiento

Creo que es importante aclarar dos cuestiones. La primera, es que yo misma me considero trabajadora sexual, pues trabajo sexual es un término que engloba todas las actividades económicas que involucran la propia sexualidad: como ser stripper, actriz porno o dominatrix. Yo soy camgirl y vendo nudes, por lo que hay suficiente material audiovisual de mi cuerpo desnudo y mis genitales en internet para garantizar que nadie “respetable” quiera asociarse públicamente conmigo.

La segunda, es que a pesar de considerarme dentro del grupo que quiero visibilizar, me estoy distanciando gramaticalmente porque no quiero que esto se trate de mí. Para eso puedo publicar mis propias historias aquí o en otras redes.

Es decir: sí, de cierta forma conozco el tema por experiencia propia, pero en esta ocasión estoy evitando el protagonismo.

Índice

I. Redirigiendo a otros sitios y plataformas: Charlas, libros y filmes
1 ….. Juno Mac. Las leyes que las trabajadoras sexuales quieren (TED talk)
2 ….. Putas, activistas y periodistas (Libro en línea)
3 ..… Plaza de la Soledad (Documental)
4 ..… Trabajo sexual en primera persona (Entrevistas en video)
5….. Alessa Flores. Ponte en mis tacones, trabajo sexual (Documental y entrevista)

II. Para leer en aquí: Ensayos y otros textos
1 .… Phoenix Calida. Sobreviviendo en este sistema

(Última edición: 29 de marzo de 2020)

Esta serie está abierta a colaboraciones. Si quieres aportar tu propio testimonio, de forma pública o anónima, escríbeme en mi cuenta de twitter: @copyninja__.

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Misha

Entrepreneurial clown, gender-fluid menace, dancer & ingovernable.