II.1 Phoenix Calida. Sobreviviendo en este sistema

Misha
4 min readJan 28, 2019

--

Originaria de Chicago, Phoenix Calida se encuentra en twitter bajo el arroba @uppitynegress. “Uppity negress” es una reapropiación de un término ofensivo (uppity negro) que se utiliza de forma racista en Estados Unidos para describir personas negras que son percibidas como arrogantes, “que no se quedan en el lugar que les corresponde”. Se describe a sí misma como conductora del #BlackPodcast. Pro trabajadoras sexuales. Pro LGBTQ. Anti capitalista. Progresiva de barrio.

Escribió un hilo de twitter sobre sus experiencias de vida como ex trabajadora sexual, en el marco de una discusión sobre si el trabajo sexual es o no violación, y qué es el consentimiento. Le pedí permiso para publicar una traducción a español del hilo, pero si prefieren leer el original en inglés pueden encontrarlo aquí.

No tolero la mentalidad de manada anti trabajo sexual, particularmente viniendo de la izquierda.

Raras veces hablo de mis experiencias traumáticas, porque sé cómo se utilizarán en mi contra. Pero al diablo. Aquí estamos: vamos a hablar con honestidad acerca del comercio sexual y la supervivencia en este sistema.

Nací en una familia con un padre adicto/alcohólico, y una madre con síntomas severos de enfermedades mentales, en el este de Chicago. No tenían agua, ni calefacción, ni comida. Fue crudo y real desde que el primer momento.

Eventualmente los servicios de protección infantil nos llevaron. Estuve en distintos hogares temporales… esa era mi vida.

Nos separaron con distintas familias pues nadie nos quería a los tres. Yo terminé con una familia blanca, conservadora, que quería una bonita niña negra para poderla presumir y que les limpiara la casa. Era malo, pero mejor que comer palomitas de maíz hasta el hartazgo todas las noches. Te hace darte cuenta de lo buena que es la comida.

Abusaban de mí como algo rutinario y literalmente me encerraban en el sótano con un violador durante mis años de adolescencia. Odio hablar de esto, porque ya sé cómo se percibe el trauma en las trabajadoras sexuales. Pero a la mierda, estoy hablando con la verdad. Así que me violaban. Mucho.

Después me embaracé (no del violador). No tenía acceso a asistencia alimentaria y tuve un hijo con una condición médica. Para el momento en que mi bebé tenía 6 meses ya había tenido múltiples cirugías de riñones. Cabe mencionar que los servicios médicos en Estados Unidos son caros. Tenía un trabajo como mesera, pero no podía pagar las cuentas (denle propina a sus meseras).

Un cliente me preguntó si podía pagarme por sexo, y así fue como mi carrera como trabajadora sexual despegó.

No lo llamaría empoderador. Ni asombroso. Pero sí logré ganar suficiente dinero para mantener a mi hijo con vida. Y, como alguien a quien encerraban en un sótano con un violador, el trabajo sexual era menos violento y coercitivo en general, al menos para mí.

Estuve dentro y fuera de la industria por años. Ya hace dos décadas que sucedió esto (y soy de la generación de millenials).
Durante esa época hice trabajo en la calle. Algunas veces el trabajo sexual era mi único trabajo. Otras veces viví en mi coche.
Algunas veces los policías me encontraban y me violaban.
A veces era terrible.
Pero no morí.

Entonces, como alguien que entró a la industria siendo joven, pero tiene la edad suficiente para ser un gángster: Cualquier persona que quiera decirle a alguien más lo que es su consentimiento, o lo que no es, o lo que debería ser, puede irse a la mierda. En un mundo ideal nadie debería verse forzade a intercambiar sexo por cualquier cosa. Pero, jódete si crees que conoces mejor el consentimiento que las personas en la industria sexual.

Yo sé que no estoy sola. Conozco otras personas que se involucran en cosas que en realidad no querían hacer porque necesitaban sobrevivir. Se ven orilladas porque son queer, o trans, o madres solteras, o tienen alguna discapacidad, o enfermedad, o LOQUESEA. Pero, de cualquier forma, absolutamente a nadie le corresponde dictar cómo fueron las experiencias ajenas. Es tiempo de que guarden silencio y escuchen.

El trabajo sexual a veces era desagradable, pero era menos desagradable que estar encerrada en la misma habitación que un violador. Era menos desagradable tener sexo por una cena decente que otro día de comer palomitas. No voy a tolerar que nadie me diga que no entiendo los matices alrededor del consentimiento o de las experiencias que he vivido.

Mis experiencias son mías. A pesar del trauma. A pesar de las opciones que sea que tenga disponibles. Yo determino lo que es peor o mejor para mí, incluso si cobrar por servicios sexuales ofende tus sensibilidades. Yo decido si tener sexo por comida o morirme de hambre es más degradante.

Soy más que mi trauma, soy más que una víctima. Sobreviví en una sociedad que hizo su mejor esfuerzo por matarme. Mantuve a mis hijos con vida. Encontré la forma.

A nadie le corresponde determinar cuál es el consentimiento real para mí. O lo que es o no es una violación. Yo determino el significado de mi propia historia, porque es MI historia.

Recuerden esto al hablar con trabajadoras sexuales que ejercen por supervivencia. Somos más que estadísticas o trauma. Somos personas que tomamos las mejores decisiones disponibles para nosotros y vivimos para contarlo. Dejen de culpabilizarnos por sobrevivir.

Queremos derechos, no rescate.

El trabajo sexual es trabajo.

Pensé que ya había terminado, pero, sólo para ser clara… el trabajo sexual no tiene que ser empoderante. Aun así las personas que están en la industria sexual MERECEN derechos y protección. Nosotros podemos determinar si es mejor evaluar a nuestros clientes y tener sexo con ellos por medicamentos, vivienda, o comida, a que nos violen por nada. Esa es la verdad. Nosotros sabemos.

Esta entrada es parte de una serie llamada Haciendo eco a las voces de trabajadoras sexuales, puedes ir a la introducción y el índice dando clic aquí.

Puedes apoyar este proyecto en ko-fi: ko-fi.com/copyninja__

--

--

Misha

Entrepreneurial clown, gender-fluid menace, dancer & ingovernable.