Estándares de jazz: 7. ‘My Favorite Things’

Mirian Arbalejo («Missingduke»)
11 min readJun 24, 2015

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En ocasiones un segundo matrimonio supera con creces una relación anterior. Musicalmente hablando esto es lo que sucedió con el tándem artístico que formaron Richard Rodgers y Oscar Hammerstein II, a quienes se les considera el paradigma creativo del teatro musical del siglo XX.

Efectivamente, ambos crearon una carrera profesional y una gran reputación con sus primeros colaboradores.

En el caso de Richards Rodgers, su colaboración con Lorent Hart durante más de dos décadas dejó decenas de partituras de musicales tanto para Broadway como para Londres, así como composiciones para Hollywood para contrarrestar la depresión económica en la década de 1930. Posiblemente su musical con mayor repercusión sea Pal Joey. De entre los temas que compusieron a lo largo de esta colaboración, muchos se convirtieron en éxitos y, por tanto, gran número de estas piezas han pasado a formar parte del amplio abanico de estándares de jazz. Son composiciones de Rodgers y Hart Isn’t it Romantic?, Blue Moon, Where Or When, My Funny Valentine o The Lady Is A Tramp.

Por su parte, Oscar Hammerstein II y el también neoyorquino Jerome Kern (The way you Look Tonight, Lady be Good) crearon una colaboración mítica, donde las composiciones de Kern y las ideas revolucionarias en la creación de libretos de Hammerstein dieron lugar a obras que marcaron un hito en el teatro musical. Tal fue el caso de Show Boat (1927), uno de los mayores éxitos de Broadway de todos los tiempos, que tuvo hasta tres versiones cinematográficas (Magnolia en la versión española). Esta obra no sólo tuvo repercusión por sus composiciones (Ol’ Man River la que más) sino también porque Oscar Hammerstein consiguió revivir nada menos que un género musical: la opereta. Un estándar mítico del trabajo entre ambos músicos es All The Things You Are.

Con este currículo a sus espaldas, era grande la expectación en este reencuentro — Hammerstein compuso letras para temas de Rodgers cuando coincidieron en la universidad décadas antes — .

Richard Rodgers y Oscar Hammerstein II

Una de las razones por las que marcaron el cambio en la forma en que habría de concebirse y escribirse el género musical tuvo mucho que ver con el bagaje que ambos aportaron a este nuevo y definitivo matrimonio profesional. La comedia musical que dominaba Rodgers y la innovación en los libretos de Hammerstein, que introdujo tramas y temáticas más complejas en tanto que desarrollaba las estructuras y refinaba e incluso transgredía la tradición de los letristas del género, les llevaron a su vez a nuevas concepciones comunes: su tándem fue categórico en dejar de componer una obra en torno a una estrella para otorgarle todo el protagonismo al musical en sí (siempre con honrosas excepciones en casos muy concretos). Todo ello quedó patente en su primer trabajo en común, Oklahoma! (1943). Tras él vinieron títulos como Carousel, South Pacific, El Rey y Yo, o The Sound Of Music, que fue la última obra que compusieron juntos. Su estreno tuvo lugar poco antes de la muerte de Hammerstein, en 1959. Edelweiss fue la última canción que escribió.

Rodgers y Hammerstein formaban además un engranaje perfecto en la unidad de la composición musical y la literaria; tal era su empatía y su nivel artístico que en la mayoría de los casos pareciera que la obra había sido compuesta por un solo hombre

Rodgers sobrevivió a Hammerstein casi dos décadas pero mantuvo la afinidad con su compañero incluso en la manera de dejar este mundo: prácticamente con la pluma en la mano. Ambos fallecieron con la satisfacción de un trabajo bien hecho (Hammerstein acababa de presenciar el estreno de The Sound Of Music, y Rodgers el de I Remember Mama).

Entre sus trabajos para teatro musical (su prioridad), las versiones de éstos a la pantalla grande y sus obras para cine y televisión (State Fair y Cinderella) Rodgers y Hammerstein ganaron 34 premios Tony, 15 premios Óscar, el premio Pulitzer y dos Grammy.

The Sound of Music

Cuando en 1949 María Augusta Trapp, viuda de Georg Ludwig Ritter von Trapp, publicó las memorias de su familia en The Story of the Trapp Family Singers, el matrimonio y sus diez hijos ya eran una agrupación conocida internacionalmente.

La historia de la novicia que cumple órdenes de la abadesa para educar a los hijos de un militar austriaco de origen dálmata en el marco de la amenaza nazi era sólo el germen de la narración, pues la biografía familiar siguió desarrollándose a lo largo de las siguientes décadas: su matrimonio en 1927, la bancarrota familiar, sus comienzos como grupo musical, su encuentro con Hitler, la huída del III Reich, su exilio a Italia y después a América, su éxito musical en EE UU y Canadá, sus grabaciones para RCA Victor, o su colaboración en un disco de Elvis Presley.

The Trapp Family Singers fotografiados en Boston en 1941 por Larry Gordon

En la década de 1950 hubo en Europa dos adaptaciones a la gran pantalla basadas en el libro de María von Trapp.

Todo este material aderezado de ingredientes básicos para Rodgers y Hammerstein — la coexistencia de drama, comedia, música y trasfondo social — resultó en el libreto y composición de su obra de mayor éxito: The Sound Of Music, que se estrenó en el teatro Lunt-Fontanne de Broadway el 16 de noviembre de 1959.

La enorme fama que conquistó el musical hizo que el director Robert Wise convocara a Rodgers y Hammerstein para trabajar en una adaptación a la gran pantalla — la propia María von Trapp tiene un cameo en el filme — , y así, en 1965 se estrenó la película musical con mayor éxito de todos los tiempos (éxito a su vez de crítica, ganando 5 óscars, entre ellos el de mejor película y mejor director), de título homónimo en la versión americana (Sonrisas y Lágrimas en España).

Julie Andrews y Christopher Plummer en una escena del filme de Robert Wise

My Favorite Things

Se trata del cuarto tema del Acto I del musical, aunque sufrió cambios en la versión cinematográfica. En su origen es cantado a dúo entre María y la abadesa, en una escena en la que la novicia recurre a sus cosas favoritas (My Favorite Things) para enfrentar el miedo que le produce la orden de la abadesa de que abandone el convento — la vida que había elegido libremente: el mundo tal y como lo conocía y deseaba — y resida en una mansión educando a siete niños — otro hogar, otra vida y prácticamente otro mundo — .

El guionista Ernest Lehman (Con La Muerte En Los Talones), responsable de la adaptación en la versión cinematográfica, eligió que María cantara el tema con los hijos del capitán von Trapp cuando éstos la buscan asustados en una noche de tormenta.

En cualquier caso, ambos enfoques muestran una situación marcada por el miedo en la que se recurre a pequeñas cosas que aportan solaz, y que, unidas, resultan una legión invencible para confrontar sentimientos y situaciones adversas.

El miedo y el dolor son las dos emociones a vencer, ejemplificadas con intensidad en la partitura de Rodgers, y con la sencillez e inocencia con que las describiría una joven novicia en la letra de Hammerstein (When the dog bites / When the bee stings [Cuando el perro muerde / cuando la abeja pica]).

Pero esta pureza en los símiles no debe cegarnos ante el excepcional trabajo lírico de la canción. En realidad My Favorite Things es un hermoso puzle de figuras retóricas y conceptos arquetípicos.

Para vencer el miedo y el dolor de que hablábamos antes invocaremos lo hermoso (las rosas, los copos de nieve), lo cálido (los ovillos de lana), lo tierno (los cachorros, la infancia), lo brillante (las ollas de cobre). Recurriremos a todo aquello que pueda templar el dolor y el miedo por medio de nuestros cinco sentidos: con la vista (gansos salvajes con la luna en sus alas), el oído (timbres, campanillas), el gusto (strudel crujiente, schnitzel), el tacto (copos de nieve que se posan en la nariz y las pestañas).

Habrá continuidad en la posibilidad de acceder a estos bálsamos en aquello que nos rodea a lo largo del año, comenzando con el invierno (los trineos, la nieve) y la promesa de la primavera (inviernos de un blanco plateado que se derriten en primaveras), y así será también en las diversas etapas de una vida humana (niñas con vestidos blancos y lazos azules), o en las de un solo día: desde el rocío sobre las rosas por la mañana hasta el brillo de la luna en las alas de las aves en la noche.

My Favorite Things debe provocarnos esperanza, transformar el dolor en algo parecido a una pequeña felicidad, que no a un consuelo. Debe hacernos traspasar los callejones sin salida a través de pequeñas cosas que pese a su relativo tamaño ante ojos ajenos sean reales ante los nuestros. Las pequeñas cosas nos salvan: pueden salvar un mal día o una vida difícil.

John Coltrane

En la época en que tuvo lugar el estreno del musical The Sound Of Music, El saxofonista John Coltrane se encontraba en plena evolución creativa. Había terminado su colaboración con Miles Davis y se encontraba inmerso en continuas sesiones de grabación y actuaciones en directo. Componía, buscaba nuevos sonidos y se entregaba a la improvisación de forma tanto espiritual como visceral.

Su influencia en la manera de hacer jazz era más que patente; en esta época ya nadie perdía ojo — o más bien oído — a sus progresiones armónicas (conocidas como cambios Coltrane) ni a la creación de sus famosas capas de sonido.

Además, la transformación de su estilo avanzaba desde el bebop a escenarios más afines al jazz modal.

En algún punto en esta fase creativa, John Coltrane escuchó la composición de Rodgers y Hammerstein poco después del estreno de The Sound Of Music. Tanto gustó My Favorite Things al saxofonista que no sólo título así su siguiente disco, sino que la pieza fue una constante a lo largo de su carrera tanto en estudio como en directo.

En octubre de 1960 grabó la primera versión del tema en un disco titulado My Favorite Things (publicado por Atlantic en 1961). Había recuperado el saxo soprano (en aquel momento un instrumento básicamente ignorado en jazz) para aquella sesión junto con McCoy Tyner, Steve Davis y Elvin Jones, creando así cierta reminiscencia oriental sin dejar de insistir en el tarareo de la melodía.

La interpretación que hizo Coltrane de My Favorite Things en su disco homónimo no sólo es una versión destacada sino que es además imprescindible pues gracias a ella el tema consiguió convertirse en un estándar de jazz.

La sombra de Coltrane es tan pesada que partir de la publicación de este trabajo es posible encontrar dos tipos de versiones de este estándar: los que improvisan a partir del tema de Rodgers y Hammerstein y los que lo hacen sobre la base de la interpretación de Coltrane, como si fuera ésta el alfa y el omega de My Favorite Things.

En la estela de esta última encontramos trabajos como el de Eric Alexander, con una interpretación que reivindica, reinterpreta y reclama a Coltrane tanto en la forma como en el fondo, en un ejercicio casi más fácil de identificar en su comienzo con la introspección de una sala de ensayos que con un escenario, pues nos presenta los primeros compases del estándar tal cual lo conocimos en la interpretación de Coltrane, desperezándose poco a poco de la herencia modal con el apoyo de un David Hazeltine colorista e incansable durante la pieza.

Tony Bennett visitó el estándar en varias ocasiones: en Snowfall (1968) con arreglos de Robert Farnon en una versión para recordar, o en trío de voces que completaron Vanessa Williams y Plácido Domingo junto con la Orquesta Sinfónica de Viena en una versión para olvidar. Pero fue junto a la Count Basie Big Band (con Monty Alexander tomando el testigo de Basie con un piano vibrante) como se creó una de las interpretaciones más memorables de My Favorite Things. La lectura de Bennett y el swing enérgico y feliz de los geniales arreglos de Bill Holman supieron reforzar el mensaje del clásico de Rodgers y Hammerstein en una versión celebrada por debajo de sus méritos quizá a causa de su inclusión en un disco “de temporada” (A Swingwin’ Christmas. Sony Music. 2008). Es difícil encontrar una versión tan completa y acertada de My Favorite Things en su planteamiento y ejecución, y por eso se convierte en una versión destacada tanto por los arreglos orquestales como por la intuición y la actitud en la interpretación de Bennett.

Tres años después del éxito de Coltrane, Grant Green convocó a dos de los componentes del cuarteto de éste (McCoy Tyner y Elvin Jones) para formar parte de la sección rítmica de su propio cuarteto en su disco Matador (1964) e interpretar una versión de My Favorite Things con un aire de emoción contenida y a la vez en ebullición, contada en ocasiones con parejas de notas que parecen cantar la melodía, y por momentos con cierta locura creativa y percusiva en el piano de Tyner. Volvería al estándar en otra aclamada versión en cuarteto, en esta ocasión junto a Sonny Clark.

Bill Evans interpretó una de las versiones con el ritmo más lento sin que esto hiciera caer el tema en la desesperanza, sino todo lo contrario: la versión intimista, casi privada, de Evans (un medley junto con Easy to Love y Baubles, Bangles & Beads de su disco The Solo Sessions, Vol. 1 , del año 1989) crece en ritmo, en colorido y en emoción a lo largo de los segundos. Encontraremos esos cálidos ovillos de lana y, sobre todo, copos de nieve en torno a su improvisación solo ante su piano (que posiblemente fuera la cosa favorita de Bill Evans), lo que la convierte en otra de nuestras versiónes destacadas del estándar.

Pero no todas las grandes figuras del jazz parecieron prestar atención al mensaje de este estándar. Interpretaciones como las de Sarah Vaughan, Anita Baker o Brad Mehldau en modo alguno podrían hacernos pensar en sus cosas favoritas; si acaso parecieran más bien recrear aquello que convierte la herida en un golpe de gracia.

Al Jarreau grabó el tema en una versión de estudio en 1965 y revisó en directo el estándar en el año 1993 junto a la soprano lírica Kathleen Battle. El experimento de estilo, tesituras y registros junto con la inventiva en el scat de Jarreau consiguieron un versión refrescante del clásico de Rodgers y Hammerstein.

Una de las versiones con mayor celeridad corresponde a la de Woody Herman And His Swinging Herd para el disco My Kind Of Broadway (1964), cuyos arreglos corrieron a cargo de Raoul Romero.

Otra versión que sin duda nos marcará un camino musical para llevarnos hacia nuestras cosas favoritas recae en la Motis Chamorro Big Band gracias a los arreglos de Sergi Vergés.

Otras versiones recomendadas son las de Dave Brubeck Quartet, Christian McBride Trio, Elvin Jones con Joey DeFrancesco y John Mc Laughlin, NDR Bigband con George Gruntz, Eric Alexander Quartet, Grant Green Quartet o Harold Mabern Trio para Smoke Sessions.

Son también interesantes las interpretaciones de Harry Allen Trio, Hiromi Quartet, Kenny Burrell, Stanley Jordan, Dave Liebman Trio, Anna Luna, Carol Welsman, Tierney Sutton o Eva Fernández con la St Andreu Jazz Band.

Publicado originalmente por Mirian Arbalejo en missingduke.blogspot.com.es

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Mirian Arbalejo («Missingduke»)

Escribo. Jazz Critic. Jazz Popularizer. Classical Philologist. Dave Liebman said my work is ‘really great, top level’, so I burned my C.V. www.missingduke.com