Violeta, la periodista que se negaba a escribir sobre “cosas de mujeres”

Comenzamos la serie “Periodistas olvidadas” con Consuelo Álvarez Pool, “Violeta”, la mujer que quiso dedicarse al periodismo para contar las miserias que veía a su alrededor.

MujeresRTVE
5 min readJun 25, 2018

¨La misión de la prensa no es solo dar a conocer los sucesos sobresalientes,también tiene una finalidad instructiva, moralizadora y revolucionaria¨.

Consuelo Álvarez Pool (Barcelona, 1867- Madrid, 1957)

POR CAROLINA PECHARROMÁN

Consuelo comenzó su segunda vida a los 37 años. Con su hijo y su hija, todavía pequeños se plantó en Madrid con su ingenio y su pluma como único aval para salir adelante. Tenía también algunos contactos en la prensa madrileña que le habían proporcionado en Oviedo en los periódicos en los que ya había colaborado.

Escapaba de un matrimonio sofocante, sin sentido, al que le había llevado su propia madre viuda, muchos años antes, para subsanar las penurias familiares.

Grupo de la primera generación de mujeres Telegrafistas, con Violeta sentada en la primera fila, 1918.

Violeta tuvo suerte. Entró en el diario El País con una colaboración fija. Debía escribir de lo que se permitía escribir a las mujeres entonces, de “cosas de mujeres”: moda, cocina, hogar… porque el periódico andaba ansioso –como tantos otros- de captar lectores, en este caso lectoras.

Ahí fue donde Consuelo adoptó el seudónimo que la acompañó toda su carrera: Violeta. Pronto Violeta firmó artículos sobre otros temas: el divorcio, los derechos de las mujeres a la educación y a unas condiciones laborales justas, la reforma de las cárceles, la defensa de la clase obrera, la violencia machista…

Portada de El País en el que aparece un artículo de Violeta.

Pero a Consuelo le costaba llegar a fin de mes. Empezó a conseguirlo cuando obtuvo por fin la plaza de telegrafista que había ganado en oposiciones en 1885.

¿Cuántas horas trabajaba al día? Da miedo calcularlo porque, además de su jornada en Telégrafos, seguía escribiendo en El País y colaboraba además con Vida Socialista, La conciencia Libre, El Telegrama, entre otras publicaciones y aún sacaba tiempo para el activismo.

En 1906 encabezó una campaña de mujeres liberales en Madrid y al año siguiente recorrió España en defensa de los derechos de las mujeres y de la coeducación. También en 1907 fue admitida en la Asociación de la Prensa de Madrid junto a Carmen de Burgos (sólo tres mujeres lo habían conseguido antes), con quien compartía muchas experiencias vitales y profesionales.

Violeta, la única mujer. Aquí con Benito Pérez Galdós, con el director de El País y otras personalidades.

En 1909 fundó el grupo feminista, Damas Rojas de Madrid y en 1922 la Sociedad Española por el Abolicionismo, contra la prostitución reglamentada. Participó en innumerables mítines por el derecho al voto femenino. Ya en 1910, escribía en El País:

“Contra viento y marea el feminismo va conquistando poco a poco y con constancia el terreno que le pertenece. Es una lucha callada de abnegación y sacrificios. En España es más difícil esta empresa de reivindicación, porque es refugio de rutina y tradición. Nosotras aspiramos solamente a que se nos reconozca el derecho de pensar, la facultad de tener voluntad, cualidad inherente a todo ser humano. Mientras que el derecho electoral es una de las cuestiones palpitantes en Inglaterra, Alemania y Francia, en España es todavía un sueño”.

Agotada debía estar, seguramente… y orgullosa. Su hijo y su hija entraron a trabajar en Telégrafos, donde ella fue la primera mujer jefa de prensa de España. Y en 1924 fue también una de las pioneras en la radio de nuestro país.

Dedicatoria de Violeta a su hijo Laureano

A los 64 años, en 1931, todavía le quedaban fuerzas para presentarse como candidata a las elecciones por el Partido Republicano Demócrata Federal. Fueron momentos emocionantes para ella y sus compañeras de lucha cuando vieron triunfar en las Cortes el voto femenino tanto tiempo defendido.

Con 67 años, no dudó en ingresar en la Asociación de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo. Era abuela, pero abuela guerrera en el buen sentido. Pese a sus canas, tras la guerra civil fue condenada a 12 años de prisión. Le permitieron cumplir la pena en arresto domiciliario. Tenía 77 años.

Violeta con su hija

En 1908, cuando fracasó en el Congreso un intento de conceder el voto a las mujeres, Violeta había escrito:

“El feminismo íntegro y total ha tenido y tiene en mí una ardiente y decidida defensora. […] La mujer española se verá en la necesidad de instruirse, de mezclarse en la actividad nacional, el problema económico la llevará a la oficina, al comercio, al periódico, al cambio de ideas y de impresiones. Entonces, podrá existir el feminismo propiamente dicho y será la ocasión de conceder el derecho de ser electoras y elegidas a las hoy incapacitadas. No iré al Ayuntamiento, aunque tengo por seguro que sería tan útil como algunos concejales, ni al Congreso; pero quizá vaya alguna nietecilla mía y podré dar lo sufrido por bien empleado. ¡Hay que ser optimistas!”.

Lástima que muriera en pleno franquismo, pensando que tampoco sus nietas podrían alcanzar la igualdad por la que había trabajado.

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