MUTANTE
5 min readApr 21, 2020
Imagen: Camilo Vargas

La revista ARCADIA fue suspendida antes de publicar la que sería su edición 172. Sus autores y colaboradores, que se refieren a ella como #LaRevistaQueNoFue, le propusieron a La Liga Contra el Silencio publicar los artículos que ya no verían la luz.

Léalos en el portal de La Liga Contra el Silencio, y en los de los medios que integran esta alianza. Pueden consultarlos en este link: https://ligacontraelsilencio.com/la-revista-que-no-fue/

Paciencia

Tratemos cada día de pensar mejor, y más leve, y más claro.

Por: Andrea Mejía

Imagen: Camilo Vargas

Paciencia, paciencia, decía Emerson, el sabio críptico y sabio en verdad. A veces me impaciento porque no quiero esperar para saber, quiero saber ahora mismo. ¡Hoy sabré! Con las formas habituales del mundo replegadas y suspendidas, crece mi anhelo. Hoy veré la imagen de la vida que se desliza y se me escapa, me digo después de leer las pequeñas crónicas de terror en los periódicos; y esa imagen, pienso, o rezo, podré comunicarla. Pero después de unas horas me miro las manos, ¿y qué es lo que tengo? Evanescencia, brillo, este sueño, el gozo que recibo. El día corre, lo reemplaza la noche, no supe mucho más hoy tampoco. Me concentro por un momento en lo que voy a preparar para la comida. Nunca aniquilada, nunca ennegrecida, suspiro. ¿Cuándo seré sabia? Pico las verduras con el cuchillo. Lleno mi mente con imágenes y palabras y vuelvo a vaciarla, como una pequeña bañerita de plata. Apenas si puedo retener algo. Está bien, son las reglas del juego. No debo sentir angustia, solo gratitud: la fuente es inagotable.

Ahora están, y nunca faltan, los que saben y nos corrigen y tienen la última palabra; son parte del escenario. En las últimas bancas, a veces en lo oscuro y silencioso, hay gente que en verdad sabe cosas hermosas, sobre el comportamiento enigmático de los pájaros, por ejemplo, o sobre viejos tratados neoplatónicos perdidos y olvidados. Gente de paz, muy confiable; ahí uno debería buscar a sus amigos. Tratemos de aprender todo lo que podamos de ellos. Tratemos cada día de pensar mejor, y más leve, y más claro. No somos dueños de los frutos y de las recompensas, pero es muy bella la ilusión de saber. Alguien puede ser rudo si le decimos que no sabemos, porque qué molesta puede ser para los demás la falsa ignorancia. Pero en lo esencial es verdad que no sabemos, por más rudeza que haya en otros, y también en nosotros mismos. Aspiremos a algo mejor que fingir que no sabemos, y la puerta nunca está cerrada, y sabremos algún día. Por instantes, sabremos.

Fue Schopenhauer el que dijo que la alegría es la felicidad, me dijo Luis el otro día que estábamos comiendo. Ah, espera, espera lo anoto, le dije. Acababa de irse Gabriel, el mesero, un hombre amable que me dio su receta casera para fabricar gel antibacterial (que también anoté) y me preguntó si conocía un ají amazónico (olvidé el nombre) con el que ahí mismo preparaban un guiso. Se lo daré a probar la próxima vez con arroz porque usted no come carne, me dijo. Le di las gracias. Luis citó entonces a Schopenhauer. Lo que más inmediatamente felices nos hace es la alegría. La alegría es la felicidad.

Amo la vida humana. No voy a exaltar el apocalipsis. Pero quizá en estos momentos, sin que vayamos a creernos profetas, podemos al menos saber lo intrascendente que es la melancolía, también las objeciones y las disculpas. Podemos saber que no son de la vida las conciencias que están quietas y seguras de sí mismas. Podemos saber que son de la vida los momentos y el día. Y la fuerza implacable de nuestros corazones. Mis cuadernos se llenan de frases como la de Schopenhauer. Se llenan y se vacían, como mi mente; son pequeñas mareas que se mueven en mi escritorio. Yo los quiero, a mis cuadernos, pero ellos nunca tendrán esa “deidad propia” que según Emerson duerme y despierta en cada uno de nosotros.

Imagen: Camilo Vargas

Ciudades y escuelas desiertas. Universidades vacías. Bolsas con sus valores hechos menos que migajas: ni siquiera podrían servir de comida para los pájaros. “No os dejéis seducir”, dice el poema, “el día está a las puertas”. Si solo pudiéramos saber lo que significa que haya un día y luego otro. “No os dejéis engañar”, dice el poema también. O aquí está, para practicar en casa en estos días de aislamiento, uno de mis koanes preferidos, el del sabio maestro que vive solo y se interpela a sí mismo todos los días y se responde:

— Maestro.

— Sí, señor.

— Serénate.

— Sí, señor.

— No te dejes engañar por los demás.

— Sí, señor; sí, señor.

Pero a veces nos tenemos que dejar engañar, y estar engañados todos juntos. Somos los humanos en las cuevas. Pero en esas cuevas hay animales que se deslizan como patinadores del cielo, vuelan por las bóvedas de roca como estrellas; como estelas de formas, de bisontes y venados, galopan y corren, y ellos saben. Y nosotros, que somos un fragmento de lo que sabe, si lo pedimos, si tenemos paciencia, también sabremos.

Andrea Mejía es filósofa y escritora. Es autora del libro de cuentos La naturaleza seguía propagándose en la oscuridad (Tusquets, 2018) y de la novela La carretera será un final terrible (Tusquets, 2020), que se publicará en abril de este año.

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El 17 de marzo de 2020, en plena pandemia, la revista ARCADIA que conocimos fue suspendida por decisión del Grupo Semana. No entendimos claramente lo que eso implicaba. Ese día, La Liga Contra el Silencio y los 15 medios con los que había tejido una alianza para romper el silencio y la censura en Colombia, supimos que el proyecto cambiaba de rumbo y que su director y la mayor parte de su equipo de trabajo habían sido despedidos.

En respuesta presentamos #LaRevistaQueNoFue, una propuesta de los colaboradores de la revista que quisieron publicar sus artículos, que ya no verían la luz, bajo el sello de La Liga. El buen periodismo -ahí el cultural-, ese que cabalga sobre terrenos inciertos, el que siguen haciendo periodistas, escritores y profesionales de distintas disciplinas, tiene su espacio aquí.

MUTANTE

Una nueva especie de conversación. Otra manera de hablar, comprender y actuar frente a los problemas de nuestro tiempo.