Punto de quiebre
Es inevitable el pesimismo con el que el venezolano transita a diario. ¿Cómo no? La situación asfixiante que hoy en día padecemos no da ventajas al optimismo y realmente esa es una de las consecuencias de este régimen que nos ha arrastrado a un punto de quiebre, el punto del resurgimiento.
Atrás quedó la generosidad y la alegría de un pueblo que estuvo acostumbrado a luchar desde el siglo anterior, por levantarse de cada golpe orquestado por quiénes nos lideraban y que son los mismos, a pesar de su inclinación política, que hoy ejercen el poder, que sumado a la actual crisis de valores que se ha agudizado por la falta de oportunidades, es formula ideal para vivir en la mediocridad.
Personalmente como joven, da lástima ver como cada día que pasa se nos cierran las puertas a un futuro que nos pertenecía a todos los venezolanos y que hoy en día es el privilegio de pocos. Antes cuestionaba a las personas que se iban al exterior, porque no se quedaban a enfrentar juntos a los que pensamos que Venezuela es un mar de oportunidades, esta terrible realidad. Pero ahora entiendo que el tiempo pasa, los políticos actuales hacen su show y las clases sociales hoy en día se han resquebrajado hasta el punto de solo existir ricos y pobres y esto realmente es lamentable.
Para recuperar dicho desastre no basta con un «diálogo», eso es tiempo perdido que ahorita no es viable malgastarlo, ya que es crucial para el rescate del futuro secuestrado, la única solución es: el revocatorio.
No hay otra opción para ver un país libre, sustentable, demócrata y con calidad de vida. Pero eso sí, acompañado de un buen liderazgo, de alguien que no tenga manchado su trayectoria política y que quiera realmente más a Venezuela que a su bolsillo.
Mientras tanto, seguiré aquí en la tierra que me vio nacer. Quizá no por mucho tiempo, pero prometo no desmayar hasta verte libre de delincuencia, control de cambios y con una sociedad apta para la grandeza que posees.
Te amo Venezuela.
