La aventura del hombre: sobre “Chicos lindos”
[Crítica. TEATRO]
Por Christian Schmirman (ischmirman@gmail.com)
Chicos lindos. Idea, concepción y dirección: Gabriel Gavilá. Con Ezequiel Baquero, Jose Gimenez Zapiola, Juan Ramallal, Matías Iván Rodriguez, Nicolas Martin, Nicolas Sanchez Ricoy y Diego Schmukler. En La casona iluminada (Av. Corrientes 1979, Capital Federal, Buenos Aires, Argentina). Entradas: $ 80 y $ 100. Funciones: Viernes 23:30 horas. Septiembre 2015.
Hiperconsciente de su condición de artificio, juguete dúctil para la experimentación post-todo, el teatro contemporáneo abre la puerta (bienvenido por eso) a experimentos mutantes y freaks como Chicos lindos; obra en la que un conjunto de actores de teatro hablan sobre la posibilidad de hacer teatro mientras lo hacen; personajes que se llaman como sus intérpretes, y tienen su vida y su pasado. Arte hecho de la materia del mundo, hecho de la materia del teatro.
Alguno se cuestiona, promediando la obra: — ¿Y no hay escenas? ¿Y la poética? Y aún y después de todas las deconstrucciones posibles el arte escénico sobrevive rejuvenecido; y sí, hay: entre la performance genial y el espectáculo alla calle Corrientes (se hace intervenir al público) Chicos lindos se hace cargo, en un continuado de escenas simil patchwork, de la necesaria y vigente reflexión acerca del papel y la constitución del varón en la sociedad.
Así, se tratan y trabajan temas como la violencia, lo gay, lo físico, la belleza, los gustos y el futuro de estos chicos que ya no son niños y aún no son hombres. Medidamente sensual y muy bien interpretada, la obra hace su pico cuanto más le da lugar a la misteriosa presencia del chico de blanco: ¿contracara de todos los demás, chivo expiatorio, animal de sacrificio? Toca verla y evaluar cada cual.