Crítica | Teatro

Toda mi vida es el ayer

Sobre ‘Las encadenadas’

Paratexto Mag
2 min readAug 4, 2018

Las encadenadas. Dramaturgia y dirección de Juan Mako. Con Cecile Caillon, Claudio Depirro, Mónica Driollet y Diego Torben. En Abasto Social Club. Funciones los viernes a las 21 hs. Entradas a $ 250. Agosto 2018.

Las encadenadas es una obra que sucede en un tiempo limbo entre dos tragedias, una pasada y una futura, conectadas íntimamente por la memoria y la historia. Digamos que, entre un gran suceso fundador en su destructiva potencia (la inundación catastrófica del pueblo donde se ha nacido), hecho real tomado de la Historia con mayúsculas, y un elegido final, ficcional de toda ficción (el sorpresivo, contundente cierre de la obra, que aturde en su inesperado freno en seco), la pieza recorre un tiempo muy largo, más de treinta años, en la vida más o menos rutinaria y apacible de dos empleadas de un cementerio de pueblo bonaerense. Tragedia-drama-tragedia, tal la estructura, es quizá solo un pretexto para contar que todo es una comedia, que la vida es un salto ridículo al vacío, lleno de dolor y sin sentido, del que solo se puede esperar caer riendo.

Las encadenadas construye un verosímil de realismo burocrático estatal con sus instalaciones venidas a menos y sus fichas y biblioratos sin gracia, sus tachos de cartón anónimos y un vestuario que sabe equilibrar uniforme y ropa de calle para crear la perfecta ilusión de estar viendo a las tenderas de fondo de las novelas de Puig. En sistema con las brillantes interpretaciones de Cecile Caillon y Mónica Driollet, que se tensan y nivelan mutuamente, el universo poético de Juan Mako logra una total consistencia que nos hace entender y temer por la tendencia centrípeta de un mundo que está muriendo.

Como la tormenta que se encuentra en constante acecho en el horizonte de las protagonistas, el rencor del pasado vuelve como bultos incómodos que hay que hacer desaparecer. Es ese ruido insistente desde el fondo de la cabeza que no se puede identificar y, aún así, causa terror e incertidumbre. Así es el clima logrado durante los 70 minutos de la obra: la constate sensación de estar esperando una explosión, de querer que por una vez todo salga bien para estas dos criaturas que ya saben lo que es haber sufrido, de saber que no va a pasar.

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