Zapping cultural de verano: Gaspi, Maratea, Stefi Roitman y Chano

Pedro Molina
4 min readJan 12, 2022

--

Estoy de vacaciones, llueve, se acerca la hora de la comida y un amigo pone YouTube. Por primera vez veo a Gaspi, un personaje con más de un millón de suscriptores y 5 videos que rondan los 2 millones de reproducciones cada uno. Camina por Buenos Aires y habla con cosplayers, travestis, personas que viven en la calle, peruanos o cualquiera que pase. A una señora grande le pregunta si les gusta el sexo anal, al negro le dice “¿qué hacés negro de mierda?” y a un señor que come restos sentado en la vereda de la calle le pregunta qué le haría a Graciela Alfano.

No sé bien qué es el talento, pero hacer algo y que lo miren dos millones de personas tiene mérito. Gaspi causa gracia en algunas partes, incomodidad en otros y un profundo desprecio durante la mayoría del tiempo. Por momentos me hace acordar a Baby Etchecopar. Su tercer video se llama “Gaspi conoce a señora con problemas”. En un momento, un señor por la calle le dice que lo conoce, que es un fascista y que lo debería cagar a trompadas. Gaspi sonríe mirando a la cámara con la impunidad que solo tienen los inimputables.

Hace más de un año, critiqué en el grupo de Whatsapp de mis amigos a Santi Maratea. Había comprado libros de Harry Potter y en cada página donde decía “Harry”, lo tachó y escribió “Concha”. Vendió cada ejemplar a 20 mil pesos y decía que era arte. Yo dije que era una estupidez, que su talento viralizable estaba en pos de generar basura y que nadie regula ni juzga esa dieta de consumo que (nos) está llegando a millones de personas. Desde entonces, cada vez que pueden mis amigos me recuerdan ese comentario y que soy el perdedor en likes, talento, plata y fama de un partido que nunca voy a dar vuelta. Ahora banco su cruzada solidaria, pero ya nadie acepta mi cambio de opinión.

Me gustan los fenómenos de las redes sociales y hago un esfuerzo por entenderlos. A veces no puedo. Busco evitar dos extremos: por un lado, la mirada apocalíptica y, por el otro, no caer en la lógica de que todo lo viralizable es bueno. Antes todo era más simple y menos democrático: cuatro diarios, diez radios y confianza ciega en el mensajero. Ahora es la época del caos. No me acuerdo dónde, pero hace un tiempo leí que nunca en la historia hubo un experimento tan grande a nivel mundial como al cual estamos siendo sometidos: nos pusieron un celular en la mano a cada uno.

Es tan grande el impacto que Ricky Montaner y Stefi Roitman les prohibieron el uso a los invitados de su casamiento. Que no haya fotos que no combinen con el feed o no cumplan con los cánones estéticos de la pareja. Parece que parte del material será usado para un reality de la familia Montaner. Algunos medios titulan que es la boda del año. La primera imagen que circula es de ellos saliendo de la ceremonia. La manda mi cuñado al grupo de Whatsapp de mi familia y no puedo identificarlos. Es una foto con la luz perfecta, tres rubias sonriendo a la derecha, flores a los costados y la alegría de todos como si fuera actuada. Pienso que es una genérica de Google hasta que abro Instagram y la veo publicada en diferentes medios. Stalkeo a Stefi Roitman: surgió como modelo de 47 Street, cantó en Operación Triunfo y estuvo en La Voz. Sus stories combinan fotos con la diseñadora del vestido, un reel de alta producción a dos cámaras del momento que tira el ramo, el canje de sushi, una mención a sus zapatos Sarkany y una foto en bikini.

Tiene 3.5 millones de seguidores en Instagram y él, 2,8 millones. Quizás por eso le dicen la boda del año. Hay mercado para Gaspi y también para Stefi. O quizás debamos decir que somos el mercado. También lo tuvieron Tinelli cortando polleritas y Rodrigo Eguillor, que subió 30 mil seguidores cuando lo detuvieron por abuso sexual.

Las redes sociales también forman parte de la música porque, en realidad, forman parte de la vida. No hay artista sin cuenta oficial. Chano publica su celular para que lo llame cualquiera. La gente lo mete en grupos de Whatsapp y comparte el link para que más fans se sumen. Yo entro a uno de esos por curiosidad. Al principio algunos preguntan ilusionados si está Chano, pero ante la nula respuesta del cantante que habló con otras 67 personas, la conversación multitudinaria termina en pedido de stickers, comentarios de series y un intento fallido de callar a todos con un infantil: el que habla a partir de ahora, pierde. Salgo del grupo. Por un rato no quiero ser parte del mercado.

--

--

Pedro Molina

Escribí el libro Alerta Rojo con Panqui Molina y acá tomo apuntes para entender los fenómenos comunicacionales. No siempre lo logro. En Twitter, @unpedromolina.