Diverso y distinguido Mejunje de Santa Clara (+Fotos)

El Centro Cultural El Mejunje cumplió 27 años este 26 de enero, con el propósito de seguir siendo como su gente.

Blog Horizontes
6 min readFeb 2, 2018
El Mejunje, un sitio que da vida al centro de la ciudad de Santa Clara. (Foto: Tomada de Internet)

Por: Dayana Darias Valdés y Mónica Alemán

A Laura no le gusta El Mejunje. Dice que ese ambiente de «negros con dreadlocks y tatuajes no es para ella». Que la «música para viejos» le da sueño y el humo de los cigarros le dejó «tremenda peste en el pelo».

Cuenta que no piensa regresar. A ella le gusta El Cubanacán, Disco Isla, La Esquina del Home. En fin, Laura prefiere los mismos lugares que muchos jóvenes, esos donde amenizan Yomil y el Dani, donde se baila pega’o y la gente viste con swing.

Foto: Telecubanacán

Intrigadas por aquella declaración tan desprovista de reservas caminamos por la calle Marta Abreu hasta tropezarnos con el número 107. La fachada, a modo de mural, acoge una pintura a la que no escapa ninguno de los colores primarios. Al traspasar la puerta, otra representación pictórica exhibe manos levantadas, la bandera cubana, cuerdas de una guitarra y la imagen de Charles Chaplin, bajo un colorido arcoíris.

Lo primero que pensamos fue que Laura mintió. Un lugar que a muestra a primera vista tal conjunto gráfico, no puede ser tan malo como ella lo presenta.

Los rincones de quién

Ramón Silverio, director de El Mejunje. (Foto: Vanguardia)

Alexis Castañeda nos señala el patio como primer espacio fijo del complejo que se erige hoy; menciona la sala Margarita Casallas, como digno homenaje a una de las fundadoras de esa «pequeña isla que recibe a todo náufrago cultural», y recomienda los tragos en el loby-bar o en Tacones Lejanos, donde tampoco existen jerarquías por el grosor de los bolsillos.

Un espacio para todos los públicos y preferencias. (Fotos: Arelys Echevarría, Carolina Vilches e Ismael Francisco)

A la derecha una escalera lleva a La Mamá Perfecta, otra taberna que admite convertirse en galería de arte con obras locales y nacionales. Dos de los balcones dan a la calle; pero no cualquier calle ni cualquier balcón, sino que, entre mojitos, coches, rocitas de maíz, gritos, bici taxis y transeúntes, son la vívida estampa del cosmopolitismo santaclareño.

Escaleras abajo un par de gradas de unos cinco o seis pisos, resguardadas por dos paredes de ladrillos al descubierto repletas del testimonio manuscrito de quienes por allí han pasado.

Inés de la Caridad Echevarría vino a Santa Clara para participar en la Copa Nacional de Conocimiento, en el IPVCE Ernesto Che Guevara. En su natal Isla de la Juventud le recomendaron una visita al sitio conocido como el Oasis cultural cubano y quedó encantada con la osadía y la franqueza de las expresiones que leyó, y que ni siquiera la lluvia ha podido opacar.

El suelo que descansa frente a las gradas tiene el polvo de cada artista que alguna vez cantó, bailó o actúo para la ciudad de Santa Clara. Hay rastros de rock, de las cuerdas de un tres, de una clave que dibuja rumba y guaguancó. Guarda la voz de Sara González y las letras de Leonardo García. Claro, también la mano de Silverio dirigiendo y erigiendo. Tiene de congo y de carabalí. Mas, por sobre todas las cosas, el don de conferir «te quieros», y después de las 12:00 a.m. cualquiera te regala la última canción.

A los dos pesos que se cobran por entrar, no les importa si eres más negro que el carbón o más «yuma» que cualquier mister.

Culto y auténtico

Hay que decirlo. El Mejunje es el más revolucionario de los proyectos culturales. Surgió en un contexto marcado por la intolerancia a la homosexualidad y a toda manifestación distinta a lo «establecido» por oficio o por costumbre. Se desarrolló durante el llamado período especial, en medio de profundos cambios económicos, sociales y políticos. Hoy brinda propuestas alternativas al arte mercantilizado, a los productos superficiales y tristemente populares.

Pero desde su formación El Mejunje hizo honor a su nombre. Surgió como un movimiento de artistas e intelectuales en el lobby del Guiñol de Santa Clara. En la antigua escuela Santa Rosalía alcanzó verdadera relevancia. Su sede transitó por la Biblioteca Provincial Martí y se emplazó definitivamente en la calle Marta Abreu, el 26 de enero de 1991.

La Trovuntivitis, uno de los frutos más auténticos y creativos de El Mejunje. (Foto: Archivo de Vanguardia)

«Aquel movimiento, sin nombre en sus inicios no fue una idea premeditada. La espontaneidad ha caracterizado nuestra historia, porque los proyectos surgieron de acuerdo con los intereses de los visitantes y la voluntad de los anfitriones. Así crecimos en espacio, en espíritu, en arte, pero nunca tuvimos la pretensión de crecer», asegura Ramón Silverio, fundador del centro cultural.

En noviembre de 1998 el ministro cubano de Cultura, Abel Prieto Jiménez, durante el VI Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) celebró la idea que se materializó entre las calles Juan Bruno Zayas y Alemán: «El Mejunje […] una de esas células vivas de nuestra cultura, de esas instituciones que pueden ser una referencia, donde hay una magia muy especial. Lugares así, con todo en moneda nacional y con un ambiente extraordinario, donde todo tiene que ver con la cultura y todo tiene que ver con lo auténtico, habría que hacer en otros lugares».

A través del prisma

Los santaclareños Yaidiel Venancio y Álvaro Joaquín Machado encontraron una casa, un patio propicio para la libertad, para el encuentro desprejuiciado con los tantos «yo» que llevamos dentro.

Varias generaciones de artistas cubanos han ofrecido su arte en El Mejunje. (Fotos: Tomadas de Internet, del sitio de Carlos Varela y Archivo de Vanguardia)

Y es que El Mejunje no se doblega a sus prejuiciados detractores, jueces desde la distancia por temor a implicarse demasiado. No se trata de un lugar exclusivo para la comunidad LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales) ni para los estudiosos de las ciencias sociales o los pensadores más atrevidos. Allí, en un inverosímil ambiente de cofradía y la confianza, cada cual encuentra su sitio,

Sin irrespetos ni transgresiones.

La diversidad de propuestas, de artistas y de públicos enamoró a Sheyla Sosa González, una estudiante de cuarto año de la especialidad de Teatro, en la Escuela Profesional de Arte Samuel Feijóo de Santa Clara, y que próximamente iniciará en el rincón de Silverio sus prácticas preprofesionales frente a un proyecto comunitario.

Aunque Samuel Rodríguez también estudia Teatro en la misma escuela, le apasiona la música. Ofreció su primer concierto en la sala Margarita Casallas y canta en diversas peñas varios días a la semana.

Cuando se habla de cultura y recreación en Cuba, la brújula se desvía al centro del país, porque El Mejunje resulta el lugar más inclusivo, con numerosas propuestas que sobresalen por su calidad, y precios extintos entre las ofertas actuales en la Isla.

Ese espacio donde se confunden anfitriones y visitantes conquistó a gran parte de la sociedad diversa y plural de Santa Clara. Además, se convirtió en paradigma para la cultura nacional y cada día gana mayor prestigio entre el público foráneo.

Según las estadísticas del sitio web de información sobre destinos turísticos Tripadvisor, hasta finales de 2017 El Mejunje recibió 97 opiniones, de las cuales el 73% lo catalogan de Excelente, y el 19% le otorga categoría de Muy Bien.

Numerosos viajeros se acercan a preguntar por el espectáculo de transformistas y, acalorados por tres mojitos, insisten en aprender los bailes que delatan la temperatura de Cuba.

Casi tres décadas después, Ramón Silverio recibe a los visitantes con la misma sonrisa y los invita calurosamente a un lugar que mantiene las esencias, que renueva sus espacios al calor del quehacer de los artistas y el del público.

El Mejunje no permite ni planes ni anticipos. Como asegura Silverio «El Mejunje de mañana será como su gente».

Originally published at www.vanguardia.cu.

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