A través de amor y risas, Claudio Pizarro, sigue en pie: “ en la vida todo es posible”

Samanta Ponce-Hille
5 min readNov 22, 2015

--

Entre las calles de Pudahuel Sur se encuentra Claudio Ignacio Pizarro Oliva, conocido como “El Cojo” quién a los 10 años sufrió un accidente ferroviario por culpa de su inocencia de niño alegre y juguetón, terminando con parte de su pierna derecha amputada y con una fuerza tremenda para salir adelante.

Por Bárbara Valladares y Samanta Ponce-Hille

Claudio Pizarro (18)

Hoy, a sus 18 años, lleva una vida bastante normal, pues tener una pierna ortopédica no ha sido para nada un impedimento en sus quehaceres diarios. Joven alegre, simpático, trabajador, fiestero, el amigo de todos y, por sobre todo, entusiasta y un gran ejemplo de luchador, apoyado siempre por su madre Hilda Oliva: “mi mamá me dio todas las esperanzas para ser quien soy ahora y para no deprimirme por mi condición”, asegura Claudio Pizarro con risas de por medio.

Nacido en Santiago el 15 de Enero del 1997, toda la vida ha sido parte de la comuna de Pudahuel. Creció y estudió en el mismo lugar, en el colegio Santiago de Pudahuel, acompañado de un montón de buenos amigos que hicieron de esta etapa algo agradable y digna de recordar con emoción. Actualmente, estudia Administración Hotelera en el Duoc UC y trabaja en el McDonald’s aproximadamente hace tres meses. Sin embargo, hubo un año donde vivió en San Antonio, Región de Valparaíso, junto con su madre y sus cuatro hermanos: Carlos Pizarro (22), Nayareth Muñoz (10) y los gemelos Jade y Javier Muñoz (8).

Hilda Oliva (derecha superior), Claudio Pizarro (centro superior), Carlos Pizarro (izquierda superior), Jade Nuñez (derecha inferior), Nayareth Nuñez (centro inferior).

San Antonio es el lugar en donde Hilda Oliva se crió y que, por problemas de pareja, decidió volver a vivir ahí en el 2007, acompañada de sus cinco hijos. Hilda es una mujer fuerte, madre soltera, de 47 años, que ha tenido toda la valentía del mundo para seguir adelante con su familia. El padre biológico de Claudio, Carlos Pizarro, se separó de la madre mucho antes del percance del tren y, actualmente, vive en el Norte del país.

Haciendo un flashback Claudio relata el accidente, sin tristeza ni drama, incluso, le causa risa: “Yo tuve un accidente en San Antonio, esto fue el 2 de julio del 2007, estaba con mi hermano, era día lunes. Nosotros vendíamos gomitas de eucaliptos en los semáforos, así nos hacíamos nuestras monedas diarias. Vivíamos en la villa Juan Aspee, ahí estaba el terminal donde salen los trenes con carga, creo que llevaban combustible. Con mi hermano, Carlos, nos colgábamos de los trenes, nos subíamos, después nos bajamos pasando el puente… La cosa es que hubo un día en que pasó el tren rápido y, solamente, yo me alcancé a afirmar. Me iba arrastrando el tren, me iba arrastrando las dos piernas, se me salió la zapatilla derecha, y venía una curva y más adelante, venía el puente. Entonces, me solté, caí con un pie adentro y un pie afuera. Ahí fue cuando las dos últimas ruedas del vagón pasaron por mi pierna y se cortó de una. Perdí todo lo que era tobillo”.

El hermano aturdido ante la situación corrió a la casa de su madre, cerca de las vías del tren. Desconcertado pidiendo ayuda a todos en el sector: su hermano acababa de sufrir un terrible accidente. Llegaron los vecinos a socorrer junto a su madre Hilda, que solo se aferró a Dios, ya que todo se lo debe a él, pues su familia es bastante cristiana. Claudio estuvo hospitalizado alrededor de tres meses en el Hospital Carlos Van Buren, quienes inmediatamente hicieron los papeles correspondientes para inscribir al joven en la Teletón de Valparaíso: “Estoy muy agradecida de la Teletón, es lo máximo que hay acá en Chile, lo máximo, porque me ayudó ene. Te ayudan, te colocan todo, me dieron hasta la plata pa’ la micro, con eso te lo digo todo. Te ayudan mucho” dice Hilda orgullosa de la Institución.

Claudio pensó que ese año su vida iba a cambiar por completo, algo le faltaba. No obstante, el apoyo fundamental de su familia lo hizo pensar distinto: “Al principio me sentía culpable por el accidente, porque el Claudio andaba conmigo, pero después cuando noté que él nunca se echó a morir se me fue pasando” asegura Carlos, el hermano mayor.

Fuerza y fe son las palabras claves de su vivir. Volvieron a Santiago con las todas las ganas de seguir en pie. El joven regresó a su colegio un año después, con su pierna biónica, pues ya era parte de su vida. La rehabilitación fue rápida, caminó después de un tiempo en silla de ruedas; corrió, anduvo en bicicleta y jugó a la pelota como cualquier otro niño de su edad, siempre con fe por delante. Nunca necesitó ayuda de un psicólogo, la felicidad siempre estuvo presente. La inclusión de sus compañeros fue parte importante en su desarrollo.

“Conocido como el mejor amigo de todos e incluso, el payasito de la clase’’ dice Paloma, ex compañera y amiga, hasta la fecha, de Claudio. La compañía de sus amigos y compañeros es otro motivo que lo impulsa para seguir en pie. Risas y alegría de por medio le dan la fortaleza para crecer como tal y ser como es hoy. Disfrutando de la vida, nos cuenta que todo es posible.

Link con más fotografías

--

--