La vara más alta… Lejos

Sebastián Riccardi
8 min readSep 30, 2014

El River de Gallardo aporta un salto de calidad al fútbol argentino.

Gana River; la hoja está en blanco. Golea River; la hoja está en blanco. Gusta River; la hoja está en blanco. El timing parece haberme jugado una mala pasada. Ya casi todo se ha escrito del único líder del torneo. Seis triunfos en fila son suficientes para derrochar elogios sin límite alguno. Sin embargo, mi pantalla empieza a dar señales de vida. Recoge el guante luego del paso de dos ráfagas de 90' fuera del Monumental en las últimas 72 horas, en las que el equipo de Gallardo viajó al Sur del GBA y se volvió sólo con dos puntos en el bolso, entre camisetas sudadas, embarradas y hasta teñidas por el tímido verde que sella el pasaporte por haber recorrido en estiradas o zambullidas las húmedas canchas de Arsenal y Lanús. Los elogios se han agazapado, a la espera del Superclásico del próximo domingo, para explotar de manera definitiva o quizás para volver al armario de los recuerdos y encarar hacia otro equipo de moda según lo que indique la futura tabla de posiciones. No es el caso aquí. El Millonario versión “Muñeco Conducción” ha logrado algo que más tarde o más temprano se reflejará en los demás: enseñar un nuevo (y placentero) camino y elevar la vara futbolística que se autoimponía nuestra liga local, mientras los grandes torneos del mundo (incluida la Copa de Brasil 2014) nos encandilaban con nuevas marcas de intensidad, buen trato del balón y jugadores de alto vuelo.

¿Y vos de qué querés?

Sobre gustos no hay nada escrito. Los hay más líricos, los hay menos. Ahora, ¿a quién no le gusta gritar goles (propios)? No sólo es River el equipo que más ha festejado en 9 fechas (21 veces, 5 más que Independiente, el segundo) sino que se ha destacado por la variedad en la gestación de cada uno. De cabeza tras pelota parada o tras desbordar, de remates desde afuera del área, de definiciones provenientes de un saque de arco de Barovero (dos veces), aprovechando errores infantiles del rival, robando el balón en 3/4 de cancha, quitando y saliendo rápido en el medio, de contragolpe desde su propia área (ver el tanto de Teo a San Lorenzo), de tiro libre, tras jugadas de más de 15 toques, en ataques verticales por el medio o enganchando centros desde la derecha y, especialmente, desde la izquierda. Nada de eso es casualidad. Allí se cristaliza todo el trabajo previo, el de la semana (corta o larga) y tanto el de la elaboración de un circuito dinámico y ancho como el de una presión asfixiante bien arriba. Para colmo, todos se distribuyen en distintos momentos de los partidos (10 en primeros tiempos + 11 en el complemento y desde el minuto 2 hasta el 91), como para que el rival no pueda dormirse ni un segundo hasta el pitazo final.

https://www.youtube.com/watch?v=X1PH6sQDRP0&feature=youtu.be&t

No está de más citar a Martino en esta gran entrevista que brindó en TyC Sports, ya que el estilo que intenta imponer en la Selección es similar al que propone River. Allí menciona algo clave. Su equipo se parará 4-3-3. Sus puntas tendrán un punto de inicio, pero nada los atará per se a esa zona específica de arranque. Messi puede empezar por la derecha, aunque no por eso limitarse a jugar ahí. Lo más importante en esa formación, como bien señala el Tata, es que a la hora de iniciar la lucha por recuperar el balón los espacios estén bien cubiertos. Si Leo termina la jugada de 9, pues el centrodelantero deberá cubrirlo al costado, también dependiendo de dónde se encuentre el balón. Aunque River suela contar con Pisculichi casi de enganche más que de extremo, la movilidad de los tres de arriba en el Millonario es ejemplar. Mora y Gutiérrez entran y salen constantemente, engañan al offside, se ofrecen de pivote pero llegan al área casi al instante, como en el gol del colombiano vs. Defensa y Justicia. El uruguayo suele hacer la banda en defensa por izquierda, mientras que Piscu y Teo rotan más por derecha. A raíz de las rápidas recuperaciones, tampoco es tanto el desgaste físico, a contramano de la intensidad que tienen.

Pequeñas sociedades espontáneas en base al triángulo, que generan superioridad numérica.

Como se explicó en la nota sobre el Boca de Arruabarrena, el mediocampo es vital. No quiero hablar de Ponzio, quien fue muy bien descripto por el colega Fede Lamas y que además, no siendo un jugador de características ideales para ocupar el puesto de 5 en este esquema, está haciendo un gran esfuerzo para suplantar al crack de Kranevitter. Justamente el joven volante producto de las Inferiores ha contribuido a imprimirle una identidad a este equipo, que me lleva a arriesgar algo: su ausencia se sentirá, pero no tanto como el aura que ya ha dejado, porque enseñó lo que se debe hacer, lo que estaba en la mente de Gallardo y lo que lógicamente nadie hará en lo que queda de 2014 como él, pero que al menos podrán imitar. Encima, sus compañeros entienden cómo deben complementarse. Sánchez y Rojas, socios ideales como interiores, han cumplido funciones muy difíciles para este fútbol: ser precisos, moverse con inteligencia hacia los costados y hacia adelante, llegar al área (el Muñe admitió una charla previa al inicio del torneo con el volante zurdo por este tema) y estar tan cerca del 5 como del lateral que llega, de acuerdo a lo que pida la jugada. ¿Dije laterales? Este equipo cuenta con dos de los mejores que hayan a disposición en nuestro país. Por eso Vangioni ha tenido su premio de ser convocado por Martino y Mercado casi entra a la lista de 23 del último Mundial. Entonces, ese 4–3–1–2 líquido que aparenta graficar a este River puede mutar, con una condición impostergable: la conformación de triángulos en la zona central, de costado a costado, con tres vértices móviles: un lateral que se suma, el 5, un punta que baja, el indescifrable Piscu, los volantes mixtos, la fórmula geométrica no falla. Para asumir esos riesgos, se necesita un central como Maidana tan seguro como el que se ve actualmente a la hora de anticipar o un Funes Mori reloaded que ha alcanzado gran precisión en las salidas largas y e inclusive a decidiendo a un toque.

Jugar juntos, pero moviéndose. ¿El resultado? Muchas opciones de pase y rompimiento de la presión rival.

Valor agregado

Estuvo cerca de irse, muchos periodistas “anticiparon” que jamás volvería de sus vacaciones post-Mundial. Lo único cierto es que Teófilo Gutiérrez se ha convertido, sin dudas, en el mejor jugador del torneo. Sin ser el típico killer, a diferencia por ejemplo de su compatriota Falcao, es el actual goleador del certamen, con 8 tantos, pero su aporte excede ese número inalcanzable hasta el momento: hace jugar al resto, se desmarca como ninguno, mete diagonales, asiste y aparece en los momentos más difíciles, como el último domingo vs. el Granate. Está en su hábitat, porque la pelota le llega fácil y siempre se encuentra en el radio que cubre su recorrido.

El desafío más difícil

Se trata de un fixture pesadísimo, con el mes de octubre como ejemplo más salvaje. Siete partidos desde el superclásico y por los siguientes 20 días. Sin dudas, el plantel no se armó pensando en las tres competencias ni en el estilo que impone su conductor. Los reproches, en todo caso, deberán dirigirse a los dirigentes, que dejaron al DT sin Lanzini a minutos del inicio de la temporada y que de casualidad no vendieron a los dos colombianos, aunque hoy Balanta no sea titular. Por eso la paciencia cumplirá un rol central en el cuerpo de cada hincha millonario. La posibilidad de quedarse sin uno, dos o hasta los tres torneos que está disputando (el cuarto será la Recopa Argentina ya en diciembre contra el vencedor de la Copa Argentina) siempre estará latente con un plantel tan corto y con tantos encuentros por delante. El físico pasa factura y también la mente, cuando la manera de jugar exige tanto nivel de concentración y coordinación. También es cierto que los rivales le irán tomando el tiempo (tampoco es garantía de nada para ellos), como hizo Lanús con buenas salidas por arriba hacia sus delanteros, con buenos pases más que con pelotazos, abortando la presión inicial del puntero. Saber regular energías, convencer a sus jugadores de lo favorable de llevar adelante semejante esfuerzo y encontrar las piezas adecuadas para reemplazar a los mejores cuando esto se vuelva inevitable será una ardua tarea para el Nº 10 tricampeón en 1996 y 1997 con esta misma camiseta.

Partido bisagra para ambos bandos

Sin dudas, el River-Boca del próximo domingo será muy importante para los dos. El local buscará, por un lado, confirmar todo lo bueno que ha insinuado y concretado ante su máximo oponente y, por otra parte, dar un paso vital para empezar a acariciar el bicampeonato. Le han tocado cuatro partidos seguidos muy duros (tres de visitante, incluyendo a Lanús y Newell’s, escoltas hasta hace horas, y sólo el Súper de local). Lleva dos empates que en el global pueden arrojar un balance positivo si mantiene su racha en casa (12 victorias al hilo). Por su parte, Boca esta casi OUT del torneo, a 8 puntos de la cima, pero debe confirmar que va por el camino correcto es este nuevo ciclo, más sabiendo que la Copa Sudamericana es su objetivo de máxima y que no puede darse el lujo de sufrir ningún bajón anímico. Ante un rival de tan buen presente, el Vasco tiene dos aspectos a favor: 1) el Xeneize va claramente de punto y para la opinión pública no tiene casi nada que perder; 2) el match que hizo el Lanús de Guillermo fue como un anticipo de lo que viene, el espejo en el que puede reflejarse este Boca, de características similares al Granate, un equipo que supo dificultar mucho a River. Lo peor del líder se vio en el segundo tiempo, hasta el gol de otro partido (con complicidad de Marchesín) de Teo. Lanús supo presionar mucho más arriba de lo que se esperaba con el 1–0 a favor y doblegó al visitante en cada mano a mano, haciendo circular la pelota y tejiendo una telaraña de la cual el colombiano escapó con gran habilidad. En fin, presionar arriba para Boca puede ser un arma de doble filo. Lo seguro es que de nada servirá si no sabe mover el balón con inteligencia y rapidez cuando lo tenga, algo que le ha costado en los últimos partidos. Volvemos a los números: el 4–3–3 azul y oro debe saber transformarse en otra cosa, con mayor peso en el medio en especial a través de Pachi Carrizo, fundamental en el armado previo más que en la terminación en este tipo de partidos cerrados. Algo de eso se vio en el complemento vs. Quilmes, en la última fecha.

Igualmente, es hora de evitar que el superclásico nos enceguezca a los que lo vemos de afuera y en especial a los hinchas de River. Este equipo de Gallardo, más allá del semestre que viene haciendo, puede llegar muy lejos, tanto como la vara que logró subir, en un contexto que pedía a gritos un equipo así, dentro de la meseta en que se encontraba el fútbol argentino.

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Sebastián Riccardi

Valores. Equilibrio. Conocimiento. Perseverancia. Ése es mi camino a seguir.