SHYMATAZZ: ¿Vale la pena ir a Bahidorá?

Shy-Guy
SHYMATAZZ
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6 min readJan 18, 2016

Por supuesto que no.

Pero vale, supongo que debo elaborar un poco, explicarme bien y así. Además, creo que Medium me sanciona si publico un artículo de menos de 100 palabras. Algo leí por ahí al respecto, igual no me tomen la palabra.

Hace unos días la llamada #TierraIncognita dio a conocer el cartel completo de su cuarta edición, tal como se puede apreciar en la imagen de arriba. A menos de que haya una sorpresa en las últimas semanas previas al festival, temo decirte que todo lo que ves es lo único que habrá… en lo relativo a la oferta musical.

El line-up en sí no es malo.

Yo no pongo en duda los méritos de Saschienne o Quantic, por ejemplo. Pero si tomamos en cuenta que en el pasado hemos visto a actos de la talla de CocoRosie, Poliça, De La Soul, o Mac DeMarco (eeh, se hizo el intento) uno no puede evitar la sensación de que el cartel del 2016 se siente algo… pues flojo, vaya.

En otras palabras, no hay ningún artista que con su solo nombre te haga decir “¡Ah no mames! ¡Ya quiero Bahidorá!” y ya le dabas click al enlace de Boletia. Vamos, te garantizo que nadie leyó “La Banda Bastön” y de inmediato sacó la cartera. No, nadie. (Sin ánimo de ofender al dúo de hip-hop, bien pude haber dicho el nombre de cualquiera).

A ver. Obviamente hay mucha gente que sí quiere ir a Bahidorá y/o que ya consiguió su entrada. ¿Y quién soy yo para hacerlos cambiar de opinión? Después de todo, los boletos a precio de angry bird y de primera etapa están agotados. No por nada el festival ha logrado llegar tan lejos, cuando muchos otros promotores que buscaron introducir un concepto similar fracasaron después del primer año. El éxito derivado de aquel experimento del 2013 ha rendido sus frutos para Ache… ¡y bien por ellos!

Los organizadores han logrado mantener este bote a flote, así que creo yo que se merecen el beneficio de la duda con respecto a las críticas que les llovieron por redes sociales cuando anunciaron el cartel. Por eso me voy a poner en los zapatos del bando contrario. A continuación les dejo una lista para ver en qué situaciones SI vale la pena ir a Las Estacas el 20 de febrero.

  1. Cuando es tu primera vez. ¿Nunca has tenido la oportunidad de disfrutar “la experiencia de la #TierraIncognita”? No creo que el boleto te cueste menos en 2017 así que ahora es cuando. Además, yo siempre abogo por la idea de probarlo todo aunque sea una vez. Ya si luego te arrepientes pues habrás aprendido la lección.
  2. Cuando te invitan. Porque gratis hasta yo que soy un amargado.
  3. Cuando en serio te atrae la idea de conocer nuevas bandas. No nos hagamos ingenuos. Antes de que anunciaran su participación en el festival yo no conocía A LA MITAD de los actos en el cartel. Yo, un ex-editor de música que se toma la libertad de escuchar TODO lo que hay bajo el firmamento. Es obvio que la mayoría de la gente que ya compró su boleto no lo hizo con la esperanza de un cartel estelar, pero si eres de los pocos que se van a aferrar al escenario para “descubrir nuevos sonidos”, entonces ya tienes motivo para sacarle provecho a tu boleto.
  4. Tu novia (o novio) te obliga a elegir entre estas dos opciones: Bahidorá o EDC.
  5. Cuando tienes 2,000 pesos apartados para un fin de semana de placeres hedonistas. Veamos. El boleto te cuesta ahorita 1,250 (tal vez quieras sumar los cargos si lo compras por internet). Agrégale transporte, son 350 pesos. Eso del camping no suena tan mal, son 400 pesos. Seguro querrás comer de vez en cuando, y nadie dijo que el menú de los food trucks era el más económico, especialmente ahora que buscan introducir opciones dizque gourmet. Ah, y el trago; mucho, mucho trago. Otros 500 pesos, ¿más o menos? A todo esto súmale algún imprevisto, un corte de cabello mamila, más chupe, yyyyyyy… parece que nos volamos el presupuesto. ¡Pero oye! Tienes tarjeta de crédito, ¿no? Como dicen los community managers de hoy: Dense.
  6. Cuando te urge ligar. Según cuentan.
  7. Cuando estás realizando una investigación de mercado. El Bahidorá es un sueño hecho realidad para todo aquel que es un apasionado de la publicidad BTL. La alberca de Kraken, la carpa Doritos, el cartel Corona, las pelotas inflables de Claró, la rampa de Vans ¡Marcas y hashtags literalmente por doquier en un área atascada del demográfico más codiciado por mercadólogos! Es fascinante cómo los negocios “del barrio” Roma-Condesa se mudan por un fin de semana a un pequeño balneario de Morelos. Seguro les sigue rindiendo esa inversión. Ellos saben muy bien que a todos nos late la sensación de alejarnos del bullicio de la civilización urbana, sólo que no tanto.
  8. Cuando te da por probar los límites de “Bahidrogá”.
  9. Cuando te vale madres la música. El acceso regular a las Estacas tiene un costo de 305 pesos. Puedes ir cualquier otro día del año para disfrutar de la serenidad del río y del calor del sol sin tener que codearte con tanto tachero seudo-hipster millenial. Pero oh no, quieres convivir con esa peste humana, y quieres ser aplastado por anuncios publicitarios, y te da igual si está tocando vete-tú-a-saber-que-DJ mientras te tragas un pretzel de queso, porque eres un pinche poser anestesiado y te sientes orgulloso de estar ahí para que puedas hacer check-in en Swarm. Vales mil.
  10. Vamos, no hay diez razones para ir a Bahidorá. Ni siquiera hay tres. Solo quería llenar espacio.
“Despreciable.”

Ahora bien, ¿por qué NO quiero ir a Bahidorá?

Uno. Está bien pinche caro (eso debería ser razón suficiente). A comparación del año pasado, los precios del angry bird dieron un brinco de 100 pesos, ¡mas 100 pesos adicionales por cada fase! Vamos, no estoy a favor de que la música sea gratis, pero tampoco debe ser un lujo exclusivo para la clase privilegiada.

Dos. Su line-up no justifica el precio. ¿Quién dice que los headliners no importan?)

Tres. Rhye en un festival. Ugh. Si de por si Milosh tuvo que callar a la gente cuando se presentó en el pinche LUNARIO. No amigos, tanto Rhye como Destroyer gozan de la popularidad de headliners anteriores, pero el contexto simplemente no es el adecuado para propuestas como éstas. Es un error de curaduría que solo puede ser corregido (hasta cierto grado) por los horarios. Creo yo que todavía en el primer año, cuando el ambiente era más inocente, un acto como Rhye podría encajar. Pero ahora es demasiado tarde. ¿Y por qué?

Cuatro. La chusma. UUUUUUGH. Cierto, la cosa da la impresión de ser bastante inofensiva cuando uno llega temprano y ve que todo está muy verde y muy bonito. Hasta cierto punto uno se contagia de cierta vibra de armonía y ya anda por ahí bailando con extraños en el pasto como hippie de Copilco. Pero cuando se asoma la tarde y llegan más asistentes, una vez que se atasca el parque, el paraíso se empieza a desmoronar. El alcohol circula, la gente se pone estúpida, la zona se convierte en un lamentable tiradero, y ya en la noche un mirrey acá bien puesto quiere agarrarte a madrazos porque no quisiste beber de su mojito.

No necesito pensar en más razones.

No me malinterpreten: Soy fan del concepto original, pero no me late el resultado final. Tal vez el escenario pinte mejor para el año que viene — nah, lo dudo. Los mirreynals no van a ceder su fin de semana en el río, sin importar que tan desconocidas sean las bandas en el cartel. Pienso que es un caso perdido, hay que dejarlo ir, *sniff*.

¿Sabes qué festival del mismo tamaño sí tiene headliners?

NRMAL.

Va a tocar Slowdive.

P.D.: Si en serio quieres escuchar música nueva mejor checa esto. Sólo vas a necesitar el 5% de tu presupuesto para Bahidorá y ya es la próxima semana. No te vas a arrepentir.

P.P.D.: Si me sigues en Twitter (y si no me sigues ¡pues deberías!) seguro habrás notado mis #OneGifReviews que salen todos los días a las 11:11. De cada disco que “reseño” rescato una canción para mi playlist en Spotify de “las mejores canciones de 2016.” Hasta los discos malos tienen algo decente por ahí. No duden en suscribirse ya que se va sumando material todo el tiempo. Es lo que cualquier asistente del Nrmal haría.

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Shy-Guy
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