Me fascinan las imágenes de parques de atracciones abandonados ya sea por esa nostalgia fantasmagórica que parecen contener o por el aura de la esperanza perdida. ¿Cuántos sueños rotos contienen? ¿Cuántas ilusiones apagadas? Además, esas imágenes nos muestran el poder del ser humano en transformar el paisaje y la fuerza de la naturaleza capaz de romper la geometría artificial con la vida misma; una hoja que rompe el asfalto, una hierba que vuelve a crecer de entre construcciones de plástico. Si, la vida es imparable, cuanto menos por los próximos 5000 millones de años en este planeta, cuando el sol empiece a morir. En ese momento todo serán parques abandonados, hasta que desaparezca la última luz.