Puente de San Antonio, Landesio, MUNAL

Historia. San Antonio de Panzacola

César Ricárdez
4 min readSep 2, 2015

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El gobierno de la ciudad tiene un curioso programa llamado “Paseos Históricos”. Se trata de un grupo de maestros de historia y un arquitecto, que se dedican a pasar las mañanas de domingos con un grupo de gente en su mayoría de la tercera edad mientras recorren los pedazos de historia que se esconden, algunos no tanto, entre la enorme ciudad de México.

Conocí del programa en una de mis tantas búsquedas por actividades relacionadas con la historia. Sus actividades son gratuitas y sus recorridos extensos, duran alrededor de 4 horas. Sin embargo solo he tenido la oportunidad de asistir a uno.

Este recorrido en particular me llamó la atención porque incluía una pequeña capilla que se ubica sobre Avenida Universidad, en Coyoacán, una capilla solitaria y aislada de cualquier otro edificio, de forma que salta a la vista a cualquier transeúnte que pasa por allí. Si su pequeñez y aislamiento llaman la atención, sus puertas permanentemente cerradas aumentan el misticismo.

Hasta el día que aproveché el recorrido para conocer el recinto, jamás había podido observarla por dentro.

La pequeña iglesia está dedicada a San Antonio de Panzacola, se dice que el adjetivo “Panzacola”, se debe a la abundancia otrora de lagartijas. Y sobre su fundación, se comentó, hay almenos dos mitos.

El primero cuenta que una familia de contrabandistas tenía su casa en el actual lugar de la capilla, hasta que un día la Real Hacienda de la Nueva España decidiera hacer una minuciosa inspección por aquello de “por si había algún bien no correctamente declarado traído del puerto de Acapulco”. La madre de los contrabandistas, afligida porque la pena de haber evadido a las cobranzas del rey podría llevar a sus polluelos a la muerte, escondiendo todo, se inclinó con fe ciega ante la imagen del santo y pidió que si le hacía el favor de salvar a sus hijos de esa vicisitud, dedicaría su casa al adoratorio del hombre que hablaba con el niño dios.

Aquí es donde la historia se bifurca, las buenas lenguas hablan de que el santo piadoso, intercedió cegando a los inspectores y evitando así que descubrieran el cuantioso tesoro que los hijos de la mujer habían escondido de los injustos impuestos del rey. Las malas lenguas nos cuentan de inspectores de Hacienda con ropas flacas a la entrada y gordas a la salida. Pero, ¿Quiénes somos nosotros para decir que aquellos ilustres hombres fueron simplemente sobornados?

Como ante sucesos tan antiguos es imposible ponerse de acuerdo, lo único que podemos deducir es que la mujer aquella, decidió apegarse a la promesa que hiciera y edificó a un costado del prístino río Magdalena, la capilla de San Antonio de Panzacola, corría entonces el siglo XVII. Justo a un lado del camino real a Coyoacán.

De hecho, el puente que une al pequeño adoratorio con el resto del mundo civilizado (de aquél entonces) fue construido alrededor de 1768, así que es probable que la capilla haya sido edificada hacia entonces.

Austera, de fachada barroca y retablo sin estilo específico, cuenta con un par de pinturas que me parecieron interesantes, una imagen bizantina, donde se retrata a Jesús y probablemente a José, y una imagen de la Sagrada Familia, donde incluso Dios es representado sobre nubes. Ambas dos cosas que no se ven tan seguido en la religión cristiana y de este lado del mundo.

La capilla de Panzacola marca también, el final de un camino que recorre múltiples edificios históricos, algunos de los cuáles ostentan en sus pórticos una pequeña lagartija en piedra que los identifica con el barrio.

Cuenta entre otros con la casa donde temporalmente, Venustiano Carranza se alojó en preparación al lanzamiento de la actual constitución de la República, una casa mal atribuida al conquistador Pedro de Alvarado, la antigua terminal de tranvías de Coyoacán, el barrio de Santa Catarina, donde los monjes piadosos decidieron que los “indios” también tenían derecho a la cristiandad. En el recorrido final, observamos una casa enorme de la época de la conquista y desembocamos al jardín que marca el centro del antiguo pueblo. De frente, la Iglesia principal que se levanta sobre un extinto teocalli y a un costado, el primer Palacio de Cortés, primer recinto del poder virreinal en México.

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César Ricárdez

Sometimes I write code, sometimes I write stories, I always broke something.