¿Cuadra Picha? La alegría cerca de Mundo Aventura.

Zembó
7 min readDec 16, 2015

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Cuando uno aprende a viajar, comienza a valorar otras cosas diferentes al turismo convencional, y así fue que comenzó el capricho. Estaba planeando mi regreso a Bogotá y justo coincidía con la fecha de mi cumpleaños, quería descubrir algo nuevo de Mi Ciudad que si bien había vivido en ella por mucho tiempo, al ser tan grande y salvaje me limité a conocer tan sólo su lado Norte y no tenía muchas razones por las cuales ir al lado Sur. Al mismo tiempo, Brian (un amigo gringo que conocí en Trinidad y Tobago) decidió seguirme la corriente y cambió la escala de su vuelo desde Antigua y Barbuda-Ecuador, para pasar una noche en Bogotá e ir a Rotten Square, en español “La Cuadra Picha”.

Mi Ciudad que si bien había vivido en ella por mucho tiempo, al ser tan grande y salvaje me limité a conocer tan sólo su lado Norte y no tenía muchas razones por las cuales ir al lado Sur.

De esta manera decidí invitar a mis amigos más cercanos a festejar mi cumpleaños en la zona de rumba ubicada en frente de Plaza de Las Américas y como si se hubiesen puesto de acuerdo, la gran mayoría comenzó a sugerir diferentes lugares, como si mi propuesta hubiese sido: “¿quiere ir al lugar más paila del mundo?”

Vale la pena resaltar que soy un bogotano* clase-media promedio, cuyo circulo social se compone de bogotanos* clase-media promedio. Ni ricos, ni pobres. (*no quiere decir que sea chachaco — cachaco).

En fin, después de haber sido negada la propuesta por parte de mis exigentes amigos, decidí continuar con mi plan de conocer y romper con los estereotipos clasistas que define tan bien a los Bogotanos.

Tan solo tres amigos confiaron en mi propuesta (ninguna mujer quiso correr el riesgo), y comenzó “nuestra aventura, cerca de Mundo Aventura”. “El Gringo” llegó sin ningún problema en Transmilenio a pesar de que era su primera vez en Bogotá, el punto de encuentro fue la “estación de Mandalay a las 10:oop.m”, ibamos a comenzar el tour con un legendario, exuberante y clásico culinario del barrio “el Super Perro del Paisa”, indecisos entre el “Transmilenio” (4 U$) o el “Perro Loco” (6 U$), nos fuimos por el segundo.

Don Diego, mostrando el “Transmilenio”

El Famoso Perro Paisa

El lugar, un restaurante de comida rápida como cualquier otro, con la diferencia que llevaba “el original” en su nombre, razón por la cual siempre estuvo lleno, la atención fue muy buena y estabamos inquietos por descubrir el “Perro Loco”, pues nos dijieron que sería suficiente para dos personas. Desde este momento sabiamos que la noche sería tan especial como el perro caliente más grande que nosotros hubieramos visto en la vida, de hecho se come con cuchara.

Desde este momento sabiamos que la noche sería tan especial como el perro caliente…

El “Perro Loco”, Perro Paisa de Mandalay.

El siguiente pasó sería llegar a la temida “Cuadra Picha”, al comienzo pensamos en tomar un Taxi, por seguridad, pero en vista que no pasó nos dejamos llevar por la brisa de las 11:30 p.m, hasta que nos llevó por la Av. Boyacá atraídos por decibeles adornando el ruido de la vía. El primer Jalador** llegó,y nosotros lo estabamos esperando, era como haber visto a Mickey en Disney World, nos habían hablado tanto de ellos que nos dejamos seducir. Chami, (el de rayas) nos relatará como fue una de las mejores noches de rumba que he tenido en mi ciudad. Para mi, el New Orleans Bogotano.

**el “Jalador”, es el impulsador de ventas de cada Bar que literalmente hala clientes, seducidos por descuentos y chicas solteras en el bar.

La rumba “en cuadra alegre” (ideas del Chami)

Para ser honesto, pensé que terminaríamos volviendo a Chapinero por falta de parche, sin embargo mi lealtad me obligó a cumplir el compromiso. Mis sentidos se alteraron después del Perro Paisa, no porque estuviera encantado sino porque la noche comenzaba a salirse de lo convencional. ¿Será que parte de mi olvidaba que esta inmensa ciudad podría aun seguir sorprendiéndome?.

El día anterior había estado rumbeando en Teathron, otro lugar que al igual que “cuadra alegre***” es estigmatizado por ser un Bar Gay. Como abrebocas puedo decir que entre estos dos lugares encontré más que coincidencias, trago a precio justo, diversidad y libertad. Además, y aunque muchos no lo crean, ambos son lugares donde es posible “levantar” (siendo heterosexual).

***los vecinos del sector iniciaron una campaña para desestigmatizar la cuadra re-bautizándola como “cuadra alegre”.

Selfie en Legends, el bar de los Glameros.

La noche no dejaba de ser una sorpresa, al comienzo entramos a un bar Cross Over impulsados por un entusiasta Jalador, el ambiente al interior era movido y simpaticón. Oficinistas bailando, chicas aparentemente solteras botando una que otra mirada y cerveza a 4.000 pesos (1.4 U$), estéticamente no tenian nada que envidiarle los bares de la Zona Rosa de la ciudad. Aún así, buscábamos más, queríamos entender la “alegría” de cuadra entrando a cuanto lugar se nos cruzara. El siguiente lugar en el tour fue un bar de rock LEGENDS, aunque para ser exactos y dejándonos guiar por la estética de sus clientes, era un bar de Glam, fieles seguidores a las pintas de los 80’s (Twisted Sister ó Def Leppard quedaban en pañales). Una berraquera de bar, todos cantando los clásicos usando una botella como micrófono y guapas en pantalones de cuero seduciendo con rebeldía.

…impulsados por un entusiasta Jalador, el ambiente al interior era movido y simpaticón…

En el bar de Black Metal y sus muertos.

Se acabó la cerveza y era momento de movernos a otro lugar. Cruzamos la calle, y nos topamos con un bar que parecía hacerle tributo a la muerte, sonidos de metal oscuro (black y death) nos acobijaron mientras otros clientes disfrutaban de wiskhy Jim Beam, bebiéndo en un cacho de toro hasta lograr una embriaguez tolerable. Nosotros, tan solo tomabamos cerveza y mirábamos por el balcón a la policía sacudiendo en la cuadra a quienes usaban cachuchas y gafas oscuras en horas de la noche. Sin razones para temer, cruzamos la calle y buscamos entrar en flow.

Nuestro primer intento, el bar de hip-hop que se veía más lleno costaba 5.000 pesos (1.7 U$) la entrada, por supuesto, no consumibles. Así que entramos al del frente, un poco menos atractivo pero con un cover de 3.000 pesos (0,9 U$) fue irresistible. Adentro estaban “los segregados”, aquellos que siempre han sido mal mirados por vestir diferente, con estética de “ñero”, los clase media del norte siempre hemos generalizado y vivimos con ese estúpido miedo que nos obliga a rechazar. Por el contrario, en este lugar fuimos bienvenidos, un lugar donde la libertad de expresión se sumaba al ritmo del break-dance, el beat de La Etnia y el dancehall jamaiquino. Nos tomamos una media de guaro Nectar (original) por 25.000 pesos (8 U$). Bailamos, tomamos y gozamos.

Sólo la gente podrá disfrutar de lo buenos que son estos lugares cuando se quiten los estigmas, estereotipos y el arribismo que un sector de la sociedad a proliferado especialmente en el norte y la clase media-alta de Bogotá.

Salimos a completar la experiencia que ya comenzaba a hacernos lamentar el tiempo que habiamos perdido al no haber vivido “la cuadrapicha” antes. Aunque nos rechazaron la permanencia en dos o tres bares de Cross Over, debido a que tenían condiciones de consumir una botella de licor por mesa mínimo, sabíamos que encontraríamos otro más adelante. Así fue que terminamos escuchando vallenatos acompañados de una guacharaca y una caja, que como era de esperarse, José tuvo un papel protagonista en este acto musical. Sergio por el contrario ya estaba agotado, como ven en la foto.

Con caja y guacharaca, y el otro que bostezaba.

Ya casi se acababa la noche, y no podíamos irnos sin bailar salsa. En esas le preguntamos a un joven de logística por un lugar, y nos indicó que el más cercano quedaba en la Primera de Mayo. Nos dió flojera (y miedo) ir hacia el lugar, y terminamos entrando en un bar de crossover donde retumbaba la Salsa Choque, las chicas solteras y al final, sellando con broche de oro, el innolvidable merengue. Sabroso y todo el bar, pero fue el lugar de la cerveza más costosa, Club Colombia a 7.000 pesos (2.3 U$), aunque no cobraban cover. Nada grave ni dificil de pagar.

De X-Over, rompiendo el piso.

Total cantinflas, la noche fue todo un éxito y un completo aprendizaje. Pues es claro que al haber crecido en Bogotá crecimos con el chip del clasismo (injustificado), divididos por estratos sociales y marginando barrios. Estereotipos y odios alimentados por la falta de espacios de integración en una ciudad de más de 7 millones de habitantes en 414 Km2.

Salimos vivos, nadie nos chuzó, nadie nos miró mal (ni miramos mal a nadie), bailamos, pudimos levantar y nada pasó. En tiempos de paz, cualquier hueco es trinchera.

Nosotros, invitamos a todos los que lean este post a que se atrevan, y que hagamos de la ciudad un espacio más incluyente. Porque esta ciudad es lo que somos y lo que tenemos.

3.00 a.m en Cuadra Alegre, (tomada con un iPhone y nadie nos lo robó)

Bogotá, Bogotá no tiene mar, Bogotá no tiene mar, pero tiene a “cuadra picha”.

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