Terceras partes siempre fueron mejores: mi experiencia con el LG G4

Martinelli
11 min readJan 9, 2016

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Siempre me he reído del sentido arácnido de Spiderman (y de Toby Maguire), pero la verdad es que cuando te dedicas a algo (y te gusta) al final desarrollas cierta intuición (sin que te piquen bichos ni nada). Una sensación que te vale sólo de cráneo para dentro, pero eso es ya suficiente para saber qué objetivo plantearte, qué retos, qué presas. Y en mi caso me pasa con los teléfonos móviles, y cada dos por tres se me pone en el punto de mira un terminal cuyo “análisis” sé que disfrutaré, bien por especificaciones o bien por el desafío que me plantee (por características o por escarnio público previo, ésos me encantan). El LG G4 era uno de ellos, y como tengo mucha suerte con la gente que me rodea, finalmente cayó en mis manos (gracias ❤).

Puede que alguno de los cuatro gatos que leáis esto sepáis de qué va la cosa, pero como de costumbre una avisa por si a caso. A continuación os vais a encontrar con una experiencia con muchas palabras, pocos números y una objetividad muy subjetiva del último terminal de LG. Wow, such feelings, no benchmarks, very words, photos.

Más vale frenar a tiempo que no hacerlo: la pantalla y los deberes hechos

Cuando analicé el LG G3 en Foromóviles comenté el lastre que ya llevaba este terminal por el mero hecho de nacer y ser el vástago del LG G2, El Adorado. Cuando tu antecesor mira a sus coetáneos desde lo alto tú aspiras a hacer eso o más, y el G3 (en mi opinión) miró ese podio abstracto desde abajo y no salió de su mediocridad. No pudo coger el testigo del G2 porque iba ya demasiado cargado con píxeles por pulgada y probablemente de software por pulir.

En esta ocasión ha sido a la inversa. El G4 aspiraba a ser el G3 que debió ser, la apuesta de LG capaz de batirse con sus rivales y mirarlos de tú a tú, y lo logró. Esta vez sí ha conseguido estar entre ellos aunque entre codazos, en un año que despuntar era difícil porque sus rivales también han hecho los deberes, con una Samsung que ha sabido remendar muy bien un antecesor también bastante desafortunado y una Sony que dentro de esa aparente realidad paralela suya se lanzaba con el primer móvil con panel 4K (y las “K” son los nuevos megapíxeles/cores). Y a colación de esto, de las “K”, os voy a decir una cosa: lo mejor que ha podido hacer LG con el G4 es aplicar el “Virgencita, Virgencita que me quede como estoy” con la resolución, porque si bien esto (creo que) sigue afectando a la autonomía, no hay ni rastro de lag ni ese molesto contorno que en ocasiones rodeaba al texto en el G3.

En cuanto a ésta, a la pantalla, son 5,5 pulgadas exquisitamente encajadas como sólo LG lo sabe hacer desde el G2, con un aprovechamiento del frontal del 72,5%. La resolución es más que suficiente (QHD) y la temperatura es de 8.000 K, algo fría según gustos (o si como yo estás habituada a temperaturas mayores como las del iPhone) y bastante saturación de los colores. Pocas pegas aquí, además del consumo que sin mucha base achaco al 2K añado como reproche un brillo automático que no va demasiado fino, aunque esto probablemente sea problema de software y, por tanto, solucionable por actualización.

Y el doble tap para desbloquear es fantástico. Chapeau.

Malacostumbrándonos a lo bien hecho: el diseño y la construcción

Hace poco hablaba sobre la moda del metal en los smartphones, material que desde hace tiempo ya no se emplea exclusivamente en los tope de gama y que, supongo que porque históricamente el metal ha tenido más valor que el plástico y con ayuda de que el iPhone lo hiciese su seña de identidad, usarlo da ese toque de distinción y clase. Pero el metal per se no es mejor, y su ausencia de hecho proporciona un descanso si habitualmente lidias con él. Es exigente, frío y delicado, y yo soy más de robustos, resistentes y no escurridizos. Y en materiales, también.

Así, LG ha seguido optando por el policarbonato de calidad, sin bordes incómodos o antiestéticos, con marcos mínimos y el aprovechamiento del frontal que ya he mencionado trasladando los botones a la parte trasera. Esto es cómodo una vez entrenas a tu dedo índice, aquí no hay ninguna novedad, pero lo que sí cambia es la concavidad que el G4 toma prestada a su primo lejano el G Flex (aunque bastante menos pronunciada). Aquí la comodidad depende de si estamos sosteniendo el teléfono en nuestra mano o éste reposa en una superficie; en el primer caso resulta cómoda y diría que favorable en cuanto a ergonomía, pero en el segundo da cierto efecto mecedora (por ejemplo al hacer el doble tap) que resulta algo molesto.

Lo que sí me parece un craso error es la situación del altavoz, pero de esto hablaré más adelante al tratar el audio.

Sus dos cargas de hoy, gracias

Este año ha sido la reafirmación de que la autonomía está por debajo de otros aspectos en las prioridades de los fabricantes, bien porque en realidad lo está también en las de los usuarios o bien porque nos han forzado a ello. Ya sea por ese exigente canon de belleza que condena el centímetro de anchura, por un software mal rematado o descuidado, o porque no hay un equilibrio físico entre los componentes (por asincronía en su avance, entiendo), el caso es que las autonomías en general no han sido demasiado satisfactorias en los tope de gama de hasta cierto tamaño y miliamperaje.

El G4 no escapa a esto ni mucho menos. De nuevo la batería vuelve a ser insatisfactoria, si bien en esta ocasión puede que el software esté algo más pulido y penalice menos (así como la pantalla), pero resultaba poco habitual que una carga aguantase una jornada. La batería externa volvía a ser una buena compañera en cuanto el uso se intensificaba algún rato más.

Así, LG se muestra conservativa en diseño, algo que muchos agradecemos, y también en miliamperios, algo que puede que no agradezcamos tanto. Los 3.000 mAh se quedan cortos en cuanto no hay wifi y se hace un uso algo más intensivo, sobre todo si se tira de cámara (hablando sólo de las capturas, porque si editamos la fiesta se acaba aún más pronto, lógicamente) o de multimedia. Incluso en modo avión el consumo es mayor que en otros terminales (Android).

Los consumos no son como los gustos pero casi, y cada uno hacemos un uso bajo unas condiciones y no siempre será regular, pero basándome en mis pruebas (sólo wifi, wifi+3G, con/sin Google Now activado, con/sin Fenix, uso normal/intensivo, etc.), os digo que una de las pegas de este teléfono (probablemente la más importante, su talón de Aquiles) es la batería. Y el hecho de que los fabricantes no se hayan esmerado mucho en esto al priorizar otras cosas (desde 2014, diría yo) sigue sin ser un motivo de disculpa, porque al final la que voy cargada de cables y baterías externas soy yo.

Hablemos de la cámara, por favor

Al G3 le dieron palos por una cámara que no quedaba por encima de la de sus rivales pero que no era mala en esencia, aunque sí es cierto que requiere algo más de empeño por parte del usuario para evitar acuarelas o que éste caiga en triquiñuelas de software para mejorar el funcionamiento. Es por ello que me quedé con cierta sensación agridulce y, pese a que no merecía muchas de las críticas que había leído, tampoco era justo darle una buena calificación global cuando había tanto por parte del usuario.

Afortunadamente (para quienes priorizamos eso), la cámara sí parece estar por encima en la lista de prioridades de los fabricantes y cada año se esfuerzan en lograr mejores resultados con lentes y sensores que ocupan unos pocos milímetros. Y LG lo ha hecho porque el salto cualitativo de la del G3 a ésta se nota mucho y pronto.

La cámara arranca rápido, sin que tengas que perdonar el lag referido ni esperar más de las pocas décimas de segundo de lo habitual, si bien en modo automático ésta sólo disparará cuando esté estabilizada pudiendo tardar algo más de un segundo en hacerlo desde que se pulsa según la situación. La interfaz se mantiene con respecto a lo anterior salvo un pequeño y delicioso detalle: el modo manual. Un aliciente que me ha hecho disfrutar mucho además de permitirme comprobar si el modo automático y yo estábamos en sintonía, algo que ha ocurrido en la mayoría de situaciones. Digno de mención tanto el enfoque láser como el desenfoque que se logra tanto a plena luz como en situaciones nocturnas, en las cuales por cierto la cámara se defiende muy bien.

No obstante, las situaciones de iluminación complicada (como en la salida/puesta de sol o en interiores) son un punto débil, algo que de hecho ya pasaba en el G3, aunque en esta ocasión las acuarelas se hacen más de rogar, apareciendo solamente en interiores con poca luz y obviamente con más facilidad si se trata de la cámara frontal. El comportamiento es bastante distinto en interiores según la luz, hay más inconsistencias (en ambas cámaras).

Creo que es uno de los puntos fuertes del terminal, algo a lo que ayuda el hecho de que editar una foto a posteriori es extremadamente rápido en Android por la función “compartir” (que en este sistema es real, nativa y desde hace años). Os dejo aquí unas muestras:

Galería de fotos hechas con el LG G4

El software: esto sí, LG

Desde aquella interfaz biocida de la capa de personalización de LG en El Adorado ha llovido mucho, concretamente dos años y dos predecesores, y al fin se ha notado en varios aspectos y para bien. Más allá de lo bonito o feo que nos puede parecer a cada uno y desde mi humilde punto de vista en cuanto a esto, lo que se percibe es una coherencia en el diseño de las distintas interfaces y una capa que, a diferencia de otras como la de Alcatel, ofrece bastantes opciones de personalización. Y lo principal: no hay tirones, no hay lag, y literalmente se te olvida probar otros launchers, algo que no pasaba con su antecesor.

He tenido mis encontronazos maniáticos con el cajón de apps (con lo de que no se puedan ordenar manualmente o no se reagrupen en páginas sin dejar huecos), pero al menos permite eliminar parte de las apps preinstaladas que no se usan, y de hecho hay poco bloatware. Mención especial a algo que no es nuevo pero me encanta, la app/widget de mando a distancia; cuando tu televisor es tu centro multimedia y tienes una dependencia preocupante con la música (y un problema con la memoria), se agradece mucho tener ese segundo mando.

La conformidad en los decibelios

LG hizo un Samsung y Samsung hizo un LG en lo que se refiere al altavoz. Me explico:

  • En 2013 el G2 lo tenía en su borde inferior (como el Nexus 5, de esta misma casa) y el Galaxy S4 lo tenía en la parte trasera: bien LG, mal Samsung.
  • En 2014 el G3 lo incorporó en la parte trasera, igual que el S5: al los dos.
  • En 2015 el G4 lo mantuvo en la trasera y el S6 hizo un iP…lo ubicó en el borde inferior: mal LG, bien Samsung.

Esta calificación es carente de cualquier base científica o empírica y se basa absolutamente en mi preferencia y en la experiencia auditiva según mi uso y la ubicación (y ya tuve oportunidad de hablar de ello), pero voy a hablar un poco del G4 a tenor de esto. Pensé que la curva de la parte trasera pondría más distancia entre el altavoz y la superficie haciendo que la atenuación por taparlo parcialmente se percibiese menos, pero no, se nota (más en calidad que en cantidad, porque la diferencia son un par de decibelios). Y de hecho el problema venía al sostener el terminal, sobre todo al visualizar contenido, ya que es muy fácil obstaculizar el altavoz con nuestros propios dedos.

No obstante, de volumen anda sobrado, llegando a los 93 decibelios al máximo (aunque ahí ya distorsiona, como es habitual). Y la calidad de sonido por auriculares conectados al jack es buena.

Adelante, Fräulein Rottenmeier

Cuando usas algo siempre hay dos valoraciones: una más objetiva basándote en qué medida cumple lo prometido y una más subjetiva en base a si te ha gustado o no, a si lo echas de menos cuando dejas de tenerlo. Lo lógico es que se correspondan (aunque no siempre es así), pero en este caso más o menos sí concuerdan. Como éste es mi Medium y me lo escribo como quiero, voy a puntuar a mi manera y sin tener que baremar con más jueces. Ahí va:

  • Diseño: 8,7
  • Pantalla: 8,5
  • Rendimiento y fluidez: 9
  • Batería: 5,5
  • Cámaras: 8,7
  • Software: 7 (a medias con Google)
  • Precio: 9 (basándome en que está por unos 360 euros en Amazon)
  • Nota media final: 8,06

En este caso la valoración numérica muestra con claridad el punto más flojo del LG G4 (la batería) y que el terminal me deja una buena sensación. Algo que es aún mejor señal dada mi semi-aversión a los teléfonos por encima de las 5 pulgadas y por las capas de personalización. Y es que en ambos aspectos LG ha hecho un trabajo notable; en cuanto a diseño, construcción y ergonomía lo lleva haciendo desde hace años, pero esta vez sí se ha percibido la revisión en el software propio. Más allá de la fluidez, detalles como el hecho de ofrecer (aunque mínimamente) la preinstalación opcional de apps propias y el poder desinstalar alguna de ellas se agradecen mucho.

El LG G4 es el resultado de haber aprendido a golpes, es la reválida de LG en territorio flagship y la demostración de que siempre se está a tiempo para remendar errores y que tu producto no se suba a los 700 euros. ¿Recomendaría este teléfono? El tema de la batería me hace dudar por ser una prioridad habitual, pero si al usuario potencial esto no le importa, sin duda es una de las mejores opciones en la actualidad si buscas un terminal con una buena cámara, fluidez y si quieres una buena pantalla para ver vídeos, jugar, escribir o lo que sea. Más aún teniendo en cuenta el precio, que como ocurrió con el G3 ha bajado considerablemente.

Bauticé al G2 como El Adorado. Catalogué al G3 como el desequilibrio hecho teléfono. Y al G4 lo defino como el sinónimo tangible de la evolución, como la materialización de un buen trabajo. Ojalá sigas por este camino, mejorando lo (muy) mejorable y sin caer en modas absurdas, LG. No me defraudes.

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Martinelli

Veterinaria, blogger e intrusa en general. Aquí están mis reflexiones puntuales sobre tecnología, para todo lo demás, Martinelízate.es.